Xoana González hace catarsis sobre los papeles que ha tocado interpretar en las películas que participa. La argentina se siente frustrada porque siempre tiene que hacer de prostituta. Xoana nos abre su corazón en otra inolvidable columna de XOANA LOVE.
Se estrenó la última peli de Sergio Galliani en la que tengo un pequeño papel. Debería sentirme orgullosa de estar en cine por segunda vez, de hecho lo estoy. Pero, como dice un amigo mío, "toda presa viene con hueso".
"Papi, en cuanto salga la peli en el cine, te consigo una copia en dvd y te la mando", fue lo que le dije a papá cuando le conté que el 11 de setiembre fue el 'avant premiere' de "Me haces bien", ¡la segunda película en la que tengo participación!
Y yo sé que está esperando, mi papá, que me den un papel tipo Marimar o verme actuar en una obra de Shakespeare. Sin embargo, siempre hago de puta. Y creo que ahora soy puta en retroceso. Digamos que en "Al filo de la ley", la primera película en la que participé, era una prostituta con un poco de diálogo (que solo me lo reconoció mi profe de teatro, el resto de espectadores prestó atención a las escenas en que solo emitía gemidos).
Sí, siento un retroceso. Esta nueva película la acepté solo porque iba a actuar con Sergio Galliani y mi manager me convenció, porque Sergio es un actorazo, pero... ya saben, un papel de puta, otra vez, para no perder una costumbre de la que me quiero despojar en mi rol de actriz. Lo peor de esta vez es que se trata de un prostituta que no dice una sola palabra. ¡Ahora fui puta muda! Y esta chica, el personaje, además es bisexual.
Acaba de llegar a mi memoria que en la película anterior era puta y drogadicta, pero tenía diálogos por lo menos 👌
Bien, esta frustración tiene un trasfondo. He ido a varios casting de cine y teatro, y no sé por qué nunca me han llamado para el papel de chica buena. He ido con brasier reductores y con cero maquillaje, pero creo que estas cabezas de enano se notaban y me condenaban. Parece que la idea establecida es que las chicas buenas no tienen tetas grandes. A ese par de amigas ya reducidas súmenle la cara de eso que aquí, en el Perú, se llama "mamona" (sí, sé que la tengo y no me hago paltas) o el video que te pasaron por Whatsapp o todas estas razones juntas.
¿Saben qué? Ya no seré la putita de las películas. Creo que mejor resigno a mi lado de actriz frustrada que le hubiese gustado demostrar sus años de disciplina y constancia en talleres y escuelas de actuación. Sí, es la única forma de que las cosas salgan, disciplina y constancia, pero parece que mi carrera de actriz es la excepción a esta regla que practico. Porque convengamos que ya tengo asumido que jamás de los jamases haré de Marimar o de Rubí (que por lo menos era puta-mala con diálogo). Y así me haya quitado los implantes y ya tenga senos pequeños, ¡sé que estaré encasillada en esos papeles! Algo de pena me da, sí, pero es bueno conocer nuestras debilidades y fortalezas para no sufrir desilusiones grandes. 👌😎