A pocos días de cumplir un año de matrimonio con Rodrigo Valle, Xoana González hace unas reflexiones sobre su matrimonio y confiesa que no se siente como la mejor esposa con su 'gorila'. Leamos a Xoana:
En pocos días cumpliré un año de casada con Rodrigo. Lo lindo del amor es que no todo es fácil (ya para fácil soy yo). Tiene que haber variedad en la pareja: él rústico, yo una princesa; él de roble todo duro, yo como un flan. Él, con esa nariz de tucán; y la mía de un buen cirujano. Si llegamos a ser bendecidos con un hijo, con su nariz y mi verdadera nariz el bebé se quedaría anclado al útero.
Pero así es el matrimonio: hay momentos de amor, de odio, días apestosos y lo mágico es sobrellevar las adversidades y seguir juntos.
Lo lindo del matrimonio es que puedo decir lo que quiera. Total, nadie me presta atención. En cuanto al sexo, es como un grifo abierto 24 horas: No hay mucha variedad, pero ya sabes que a las 3 a.m. de la mañana está siempre ahí.
Aunque los últimos meses me siento como la peor de las esposas: Se supone que a la persona que amamos le damos lo mejor de nosotros. Bueno, esta premisa, en mi caso, es indirectamente proporcional a mis acciones. Mi pareja ve mi peor lado: la mujer cansada que llega tarde y hambrienta con dolor de pies. La que se queda dormida en el cine o en la película del sillón que prometí dedicarle a modo de consuelo después de un día terrible. La mujer que ronca, la apurada, la que se baña, se afeita y se lava los dientes a la vez; la que llora porque le gustaría estar en casa y acariciar a los 4 perros; la que se frustra porque no le salió el pastel de arándanos; la llorona; la que lanza lisuras porque antes de una reunión se le quema el secador de pelo y se va la luz a raíz del cortocircuito; la insegura que le hace jurar que no me dejará por más que sea una esposa ausente.
Con sus ansias de tener intimidad, yo solo le puedo ofrecer extender mi mano para regalarle… otra cosa. O con mis últimas energías "jugar a la muertita".
Definitivamente siempre postergamos lo mejor de nosotros con las personas que más amamos y nos confiamos que siempre van a estar ahí. Pero ojo, que siempre hay una Luján a la espera como ave de rapiña para comer nuestras sobras.
“Está bien, te entiendo". Siempre tienes las palabras perfectas para mí, Rodrigo. Como cuando te conté llorando que estaba angustiada por una fregada que me mandé. Y tú, lejos de llamarme la atención, me abrazaste y me dijiste "Yo estoy acá. Estamos juntos". Me haces sentir invencible.
Me haces tan feliz y de pronto haces que odie el mundo cuando veo un ‘like’ a otra mujer. Qué difícil es el amor en los tiempos de las redes sociales. Pero lo bueno es que cada problema lo hablamos y se arregla. “Lo hablamos” es una forma de decir: grito/lloro/pataleo/te pido el divorcio/ me arranco los pocos pelos que me quedan/ lloro como si fuese Thalía en María la del Barrio/me ahogo/ me tomo una aspirina y te hago creer que me tomé todo el frasco de pastillas para dormir/ te echo de la casa/armo una maleta que después tengo que acomodar. Cuando me canso de hacer el ridículo, solo duermo y se me pasa.
En fin, todo es un tema de conversar, negociar y llegar a un acuerdo. Pero sobre todo, tener mucha confianza con el portero.
Nos vemos el próximo lunes. Mira aquí todas mis columnas
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