Una mañana, Sergio Chamy, un jubilado chileno de 87 años, vio en el periódico un aviso con una oferta de trabajo inusual: “Se necesita adulto mayor hombre. Jubilado entre 80 a 90 años. Autovalente, de buena salud, discreto y con manejo en tecnología Para realizar una investigación. Con disponibilidad para vivir fuera de su casa por tres meses”.
Sergio se acercó a la oficina para conocer la propuesta: un investigador privado necesitaba a una persona con sus características físicas para infiltrarse como espía en un geriátrico y corroborar si la madre de una de las clientas de la agencia estaba siendo maltratada.
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Esa misión le prometía salir del tedio y la pesadez que por esos momentos afectaban su vida. Por esos días, su esposa Elena estaba muy enferma también, así que la oferta le servía para distraerse de la pena. Ya cuando Elena falleció, le avisaron a Chamy que había sido seleccionado, así que este trabajo de espía, además le iba a ayudar a superar el duelo de perder a su compañera.
De esta forma, Sergio llegó a convertirse en el protagonista de la película “El agente topo”, producción chilena que acaba de ser nominada a los Premios Oscar 2021 en la categoría Mejor Documental. En esta cinta (disponible en Netflix), dirigida por Maite Alberdi, las cámaras siguen a Sergio en su labor de espionaje dentro del geriátrico San Francisco.
Además de las peripecias del agente encubierto por cumplir su misión, en esta historia real, enmarcada en dentro de las reglas del formato documental, se rescata la empatía que el protagonista logra con los problemas de los otros habitantes del asilo como la soledad y el olvido.
Pero, ¿Quién es Sergio Chamy, este agente secreto imperfecto que ha puesto el foco en los avatares de las personas de la tercera edad?
Trabajador incansable
Sergio Chamy es un descendiente de migrantes sirios que dedicó casi la mitad de su vida al comercio. Este hombre nunca ha dejado de estar activo: la dedicación al trabajo le viene de familia. En una entrevista a El Mercurio de Chile cuenta que su padre, ni bien llegó al país sureño, puso un negocio cerca de la plaza de armas de Santiago.
“Como todos los paisanos, mi papá era tendero. Tenía una tienda de ropa de dama en el centro y una pequeña fábrica de carteras, guantes, cinturones y accesorios femeninos en Recoleta”, contó al diario chileno.
A los 17 años, Sergio empezó a trabajar con su papá. Luego de un año, ahorró el dinero suficiente para comprar su primer automóvil. Unos años después falleció su padre y tuvo que hacerse cargo del negocio familiar. Al inicio significó un gran reto para él porque recién estaba casado y las responsabilidades parecían abrumadoras a tan corta edad.
Pudo salir adelante, pero en la década de los 80, la crisis económica en Chile lo obligó a cerrar su negocio y liquidar la fábrica. De ahí abrió un almacén de abarrotes en donde vendía alimentos y productos de diario. Le comenzó a ir bien y decidió abrir otro local más grande. Sin embargo, comenzó a dar muchos productos fiados y, al final, las deudas no le permitieron mantener en marcha los negocios.
Superar la crisis
Decepcionado de ser comerciante, Sergio entró a trabajar en el Programa de Ocupación para Jefes de Hogar, un plan de empleos creado por el gobierno chileno. Fue jefe de cuadrilla, trabajó en una aseguradora y administró una gasolinera. Antes de jubilarse administró un restaurante de comida italiana.
En la entrevista con El Mercurio cuenta que, tras fallecer su esposa, el tiempo libre sin ella se le hizo insoportable: “Ella tenía mucha creatividad, ¿sabe?, pintaba cuadros, tejía. Entonces, despertaba en la mañana y todo me recordaba a ella: pensar que mi señora aquí, mi señora allá. Me anduve bajoneando demasiado. Y empecé a vagabundear. ¿Sabe qué hacía? Iba al mall. Llegó el momento en que el mall me tenía aburrido”.
El trabajo de espía, cómo se revela en el documental, le sirvió a Sergio a superar uno de los momentos más desafiantes de su vida.
¿Por qué lo eligieron?
Hubo más de 100 postulantes para realizar la misión de espía en este documental que transcurre dentro de un asilo de ancianos. El proceso de selección fue más largo que lo que se ve en pantalla. Sergio tuvo que pasar por tres entrevistas antes de convencer a la directora del filme. Su reciente pérdida fue lo que terminó interesando a Alberdi e inclinando la balanza a su favor.
“Lo que más me llamó la atención fue que cuando le preguntaron su estado civil y dijo que acababa de enviudar, en un minuto se llenaron los ojos de lágrimas”, dijo la directora a AFP.
Alberdi agregó: “en Chile, es raro ver a un señor mayor hablar de sus sentimientos abiertamente. Entonces, cuando lo vi hablar de sí mismo y de su dolor, sin pudor, frente a un desconocido y una cámara, de manera cariñosa, y asumir su fragilidad, sentí que era de otro planeta”.
Sobre la película
El agente topo es la única representante de Latinoamérica en los Oscar de este año. En la categoría de Mejor documental se medirá con la rumana “Collective”, la sudafricana “My Octopus Teacher”, y las estadounidenses “Crip Camp” y “Time”
La película de Alberdi también figuraba en la lista de precandidatas al mejor largometraje internacional junto con “La Llorona”, de Guatemala, y “Ya no estoy aquí”, de México, pero ninguna quedó nominada en ese apartado.
Chile obtuvo ese premio en 2018 con “Una mujer fantástica”, de Sebastián Lelio, y compitió en 2013 con “No”, de Pablo Larraín. En 2016 ganó el Oscar al mejor cortometraje animado por “Historia de un oso”, de Gabriel Osorio. Los Premios de la Academia se entregarán el 25 de abril en Los Ángeles.