Buscar un futuro mejor implica sacrificar afectos, dejar emociones y abandonar el cielo que te saludó desde recién nacido. Pocos alcanzan el sueño del éxito lejos de su tierra y solo los perseverantes como Liz Mariana Godoy, que a su talento le agregó sudor y lágrimas, pueden sentirse realizados. El triunfo no acepta la mediocridad. Las crisis políticas y económicas de esta parte del continente han provocado una gran migración extranjera hacia este país que, hoy más que nunca, respalda la frase de José María Arguedas: ‘De todas las sangres’.
Hace siete años, con el éxodo venezolano, a estas tierras llegó una jovencita de nombre Liz Mariana Godoy, que como casi todas las que buscan labrarse un futuro, pasó por muchos oficios, pero entendió que siempre al fondo hay sitio para acomodarse y crecer. Esta es su verdadera historia, aunque todos la conozcan como Zulimar.
Hagamos un intercambio cultural. ¿Qué significa tener pena?
Vergüenza.
¿Arrecho?
Lleno de ira.
¿Qué es la cotufa?
La canchita pop corn.
¿A qué equivale en jerga peruana el cónchale vale?
Pucha.
¿Qué modismo de nosotros se te ha pegado?
Ahora uso casi siempre: ‘Ya’.
¿'Chama’ o ‘veneca’?
Lo primero, porque lo segundo es despectivo, peyorativo.
¿Cuál prefieres para que te llamen?
Panita o chamita.
¿Te han acosado?
Puedo decir que sí, pero pasa en cualquier parte del mundo, no es propio de una nacionalidad.
¿Te da pudor que a menudo digan que tus compatriotas hicieron esto y lo otro?
Se les sataniza mucho.
¿Ha aparecido algún ‘sugar daddy’ en tu vida?
Tan de cerca no, tampoco en persona.
¿Cómo?
Desde que estoy en las redes sociales hay comentarios desatinados.
¿Se ofrecen?
Creen que, por ser migrante, uno hará cosas fuera de la moral.
¿Te incomoda la frase: ‘¡Boten a todos los venezolanos!’?
He tratado de que ya no me afecte tanto, pero como te repito, me enervo cuando meten a todos en el mismo saco.
¿Qué realizaste antes de la televisión?
Estuve en un Call Center, también fui cosmiatra, en ventas y también mesera. No me quejo porque el trabajo no deshonra.
¿Recibías buenas propinas?
No me tocó quienes lo hagan, je, je.
Más allá de la política, ¿qué te obligó a salir de tu patria?
No había ni para comprar harina y hacer una arepa que es algo básico.
¿Qué más?
El número de muertos cada día por la violencia. Sucedía algo terrible.
¿Qué cosa?
La noticia no era hablar de los fallecidos, de esa persona que habían matado, sino el número de muertos.
¿Estudiaste alguna profesión?
Soy criminóloga.
Describe tu carrera, por favor.
Es como psicología del delito y la criminalidad.
¿Te desespera el tráfico de Lima?
No, porque le saco lo positivo.
¿Un ejemplo?
Cuando sé que voy a estar trabada en una avenida, me pongo los audífonos y busco en mi celular un podcast o edito mis videos.
¿Ya aprendiste a preparar algo de nuestra gastronomía?
Alguna vez me salió delicioso el cebiche, alguno que otro plato, pero prefiero ir donde lo preparan bien.
¿Qué músicos nacionales tienes en tu playlist?
Gianmarco y Daniela Darcourt, también Josimar.
¿Las redes son otro recurso?
Sí, muy beneficioso.
¿Se gana igual que como actriz?
Es muy parecido a lo que consigo en ‘Al fondo hay sitio’.
Después de 7 años aquí, ¿te costó hacer de ‘chama’ en la serie?
Cuando fui al casting, me dijeron que le meta frases y el acento venezolano. Y no sabes cómo sufría.
¿Qué hiciste?
No podía apoyarme en mi hermana, porque lleva años acá. Llamaba a amistades y con ellos practicaba.
Siempre risueña, molesta debes ser un peligro...
No duro enojada más de un minuto y otra vez sonrío.
Un gran abrazo.
A ustedes por la conversación.
Convencida de lo que quiere, la muchacha avanza por la vida regalando una buena vibra. Asume la sentencia del genial William Shakespeare: “Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”.
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