(64) lleva más de treinta y cuatro años trabajando en los escenarios. Tuvo que dejar su hogar para desarrollar su carrera actoral, porque su padres no aceptaban su decisión. Tiene una gran amistad con Carlos Álvarez y decidió no tener hijos.

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Zelma, ¿en qué momento inicias tu carrera artística?

Comencé a estudiar en la Escuela de Arte Dramático en el año 81 y estudiaba en la Universidad de San Marcos administración de empresas.

¿Culminaste las dos carreras?

Claro, no fue fácil. Incluso, hacía teatro para niños para solventar mis pasajes.

¿Qué te dijeron tus padres cuando comenzaste a estudiar actuación?

Me bajaron el dedo. Tuve que irme de mi casa antes de graduarme, tenía 26 años y se fracturó mucho mi relación familiar. Todas mis hermanas salían de blanco de mi casa y yo salí por la ventana con mi maleta, caracterizada como la llorona, ja, ja, ja.

¿Y a dónde te fuiste a vivir?

Alex Otiniano me dio unos cojines al pie de su cama. En las mañanas me invitaba mi jugo de papaya, luego me daba mi pasaje y me iba a vender función.

¿Cómo ingresas a la televisión?

Me salió la oportunidad de trabajar en el Palace Atenea y por la tarde seguía haciendo teatro para niños, y ahí fue donde Carlos Álvarez y su productor me convocaron para trabajar en vivo en el ‘Show de Carlos’. A los seis meses, Carlos firma para Latina y me llevó.

¿Carlos fue una figura importante en tu carrera?

Por supuesto. Él es mi familia, mi hermano, mi tutor.

¿Alguna vez amaste?

Sí, tuve tres temporadas en mi vida, pero tuve que tomar decisiones porque uno viene a este mundo a ser feliz y no a sufrir. También elegí no tener hijos y vivo sola, pero feliz.

¿Sigues dedicada al teatro?

Sí, ahora estoy preparándome para el estreno de la obra ‘¡Ampay, me encontré!’. Estrenamos el 6 de setiembre en el auditorio del Centro Cultural Peruano Japonés.

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