Silvia Bardales lleva más de cuatro décadas en el escenario regalándole al público sus facetas como vedette, actriz cómica y en melodramas. Su historia empezó en su natal Pucallpa de donde emigró con su familia a Lima. Aquí estudió secretariado y se perfilaba para ser psiquiatra, pero el arte corría por sus venas y no se equivocó, pues hasta hoy todos recuerdan a la ‘Eléctrica’ de ‘La familia defectos’ en ‘Risas y salsa’.
Silvia, ¿cuántos años de carrera?
Empecé de chiquita, creo que son más de 40 y tantos años de carrera sin parar.
Hiciste comedia, novelas, fuiste vedette, ¿con cuál te quedas?
Me quedo con todos los recuerdos hermosos que he vivido y el cariño de la gente.
¿Siempre te jaló el arte?
Estudié para secretaria, había que trabajar porque no alcanzaba, éramos muchos hermanos y de niña, en Pucallpa, iba a las clases de ballet que mi tía dictaba, eso siempre me jaló.
¿Cuántos hermanos eran?
Nueve. Mis hermanos mayores emigraron a Huánuco y después se tomó la decisión de venir a Lima. Quería ser psiquiatra y terminé aquí, aunque para ser artista hay que estar un poquito loco, ja, ja, ja.
Muchos elogiaron tu desempeño artístico y también tus piernas, ¿el ballet ayudó?
Eso y también la herencia de mi madre.
¿Qué recuerdas de esas épocas de café teatro?
Al principio no era vedette, eso se fue dando. Entré como bailarina con parlamento hasta que Guille hizo ‘La gran revista’ y allí me convertí en vedette, fue una época muy bonita, Dios me puso en el camino a las personas indicadas.
¿Como Guille?
Exacto. Como Guille no hay, tú le decías me han contado este chiste y te quedaba mirando, y a los 20 minutos ya estaba montando el sketch, era genial. Nunca me gritó o trató mal.
El sketch de ‘La familia defectos’ marcó una época en la televisión. Cuando lo ves en YouTube, ¿te pones nostálgica?
Sí. En esa época trabaja como secretaria, mi jefe me daba permiso para salir a grabar y en el camino de La Molina al canal me maquillaba. Al llegar me cambiaba rapidito, misma eléctrica. Ese sketch nació porque un día estábamos en el maquillaje, Karen (América) llega y nos cuenta que se había encontrado con una amiga del colegio en el micro y que le dijo que estaba estudiando inglés. Entonces le respondí ¡qué bueno por tu amiga! y ella dijo ‘¿cómo va a hablar inglés si es gaga?, ¿qué va a decir, wichi wacha? ¡Nadie la va a entender!... No nos habíamos dado cuenta, Paty (Alquinta) también estuvo con nosotras, que Guille estaba escuchando y a la semana nos trajo el sketch. El primer día que lo hicimos, literal, nos meamos de risa... Y pegó tanto que hasta en el micro me reconocían, pero se cuestionaban porque me faltaba el ‘tic’, ja, ja, ja. El público nos dio mucho cariño.
¿Y el tic lo copiaste o te salió en ese momento?
Había un chiste que hacía Ricky que era un niño que tenía varios defectos y Guille me dijo ‘hazlo pero más exagerado’.
¿Ese cariño también se reflejó con el respaldo que te dio cuando afrontaste el cáncer?
Sí. Mi papá murió con cáncer a la laringe y efisema pulmonar, porque fumaba bastante, y mi mamá también falleció de cáncer a los dos años de fallecido mi papá. Y después el papá de mi hija murió con lo mismo. Cuando se va mi mamá me hacía mis chequeos y fue en uno de esos exámenes que vi que una ‘niña’ (seno) no estaba como la otra y me puse alerta. Mi médico me hizo los exámenes, se confirmó y luego me operaron.
Ahora estás con tus controles, chequeos…
El año pasado me brotó de nuevo, justo cuando estábamos ensayando con las chicas (Paty y Lucy Bacigalupo). Me volvieron a operar y ahora estoy con unas pastillas más fuertes.
Qué bueno, porque te veo bien, feliz…
Mi mamá decía ‘Dios siempre te va a poner pruebas y esas pruebas las tienes que pasar con 20, porque si no te van a hacer volver a estudiar’. Y es así, vive tu día a día, diviértete, ríe.
Silvia, ¿y ahora te vamos a ver en el musical ‘La esquina de la cumbia’?
Sí, y en ‘La esquina de la cumbia’ voy a cantar.
¿Cuál es tu personaje?
En el musical soy Flor, esposa de Elías, papá de Fernando (Santiago Suárez). Somos una familia bien constituida, armoniosa, unida, amorosa. A ella de joven le gustaba la cumbia y así se enamora de su esposo, y entre los dos tienen el sueño de tener un localcito de cumbia. En eso están cuando ocurre una desgracia y me quedo sola. Gracias a los amigos, a los vecinos, salimos adelante, así se van tejiendo unas historias muy bonitas de solidaridad, amistad, compañerismo, siempre cargado de la rica cumbia.
¿Cuándo estrenan?
Estrenamos el 21 de julio en el teatro de Plaza Norte y las entradas se venden en Joinnus. Somos 20 artistas en escena y también voy a bailar, aunque mis huesitos van a sonar ‘crac, crac, crac’ porque estoy crocantita, ja, ja, ja.
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