El mismo día que alumbraba a su única hija, ‘Pashi Pashi’ -la venezolana que hoy deslumbra en ‘JB en ATV’- perdía a su esposo en un accidente de tránsito. Ella dice que nunca se ha vuelto a enamorar como entonces, que desde ese momento su vida cambió. Ese episodio, hace 15 años.
Luego vendría otra tragedia: la crisis social, política y económica de su país. Obligada por la falta de comida y oportunidades, ‘Pashi Pashi’, que en realidad se llama Mayulis Del Valle y mide 1.75 metros, migró.
Atravesó Colombia, Ecuador y el norte peruano hasta llegar aquí. Al terminal terrestre de Plaza Norte, en el distrito de Independencia, donde ahora realizamos la entrevista.
En Perú durmió en el piso, vendió chocolates, marcianos, tizana, empanadas y ‘tetas’ venezolanas. Le sacó provecho a su cuerpo exuberante y vestida en ajustados enterizos se montaba a los buses y caminaba las calles. Sus clientes, en su mayoría hombres, arrasaban con sus productos.
Luego, un empresario de ropa deportiva la convocaría para que vista y luzca sus prendas en las famosas pichangas, esos campeonatos de fulbito que se realizan en todos los barrios de Lima. Los videos que le grababan en esos eventos de pronto se hicieron virales. Se volvió popular como ‘La reina de las pichangas’. Así saltó a la televisión. Así ingresó al programa de Jorge Benavides.
Pero la vida de ‘Pashi Pashi’ está cargada de más vivencias, buenas y malas. En esta entrevista lo cuenta todo. Empecemos:
‘Pashi Pashi’, ¿Cuál es tu nombre?
Todo el mundo me dice ‘Pashi Pashi’, pero mi nombre es Mayulis del Valle.
¿De dónde vienes?
Yo soy venezolana, exactamente de Barinas. Vivo en un pueblo muy humilde, un caserío. Como ustedes le dicen, una chacra.
¿Cuántos hermanos son?
Somos nueve hermanos, pero de crianza somos siete.
Una familia numerosa…
Sí, numerosa. Siete somos de un solo papá.
¿Tuviste una infancia difícil?
Sí, porque después de que mi mamá tuvo a mi último hermano, mi papá nos abandonó.
¿Tu mamá crió sola a todos sus hijos?
Sí. Fue duro. Ella trabajó limpiando mesas en una escuela.
¿Tú también trabajaste de niña?
Sí, yo empecé a trabajar desde los 12 años. Ayudaba a mi mamá a vender empanadas, vender dulces. Iba al colegio y me iba solamente con pasaje de ida y vuelta. Estaba todo el día sin comer. Llegaba a casa y ahí mi mamá tenía comida, no era mucho, poquito, pero alcanzaba para todos.
¿Estudiaste alguna carrera?
Gracias a Dios, con mi esfuerzo y mi trabajo, yo tengo tres carreras. Las ejercí en Venezuela.
¿Qué carreras?
Soy licenciada en Educación Física, técnico medio de Construcción Civil y Administración de Empresa. Trabajé como burrita. Y de todos mis hermanos fui la única que ejercí.
¿Siempre has sido una mujer luchadora, trabajadora? ¿Nunca has necesitado de nadie para sobresalir?
No, nunca. Y eso que tengo una hija y pues fue una historia muy triste.
¿Por qué?
Porque tuve a mi hija y en ese momento el padre de mi hija fallece. Y eso fue algo que me pegó muchísimo, porque yo contaba con el apoyo de él. Él apoyaba a mi mamá, a mi familia, a mis hermanos. Tengo hermanos menores, tengo una sobrina a cargo. No es fácil porque allá la situación es fuerte.
¿Tu esposo falleció?
Yo estaba dando a luz y él vivía en provincia. Yo vivía en Barina y él trabajaba en Valencia y otras provincias. Era operador de máquina y él viajaba los fines de semana. Era su primera hija. Cuando fue eso, él trabajaba 24/7. Tenía 3 días seguidos trabajando. Yo di a luz un domingo por la noche. En sí, cuando le dieron la noticia, él dejó de hacer lo que estaba haciendo para regresar. Y ocurrió el accidente de tránsito.
¿Conoció a su hija?
No, no la conoció. No la conoció, no tuvo ni tiempo. Su accidente fue al momento. Yo no fui ni a su velorio, ni a su entierro, porque caí en shock después de la noticia. Fue muy duro porque no reaccionaba en ese momento. Quedé en shock y volví a entrar a quirófano porque tuve otra vez un sangrado por la presión de la noticia. Y después de eso mi vida cambió.
¿Eso hace cuánto?
Hace 15 años.
¿Te has vuelto a enamorar desde entonces?
Wao. No. Como del papá de mi hija no. Mi primer amor, mi primer hombre, mi primera pareja fue él prácticamente.
¿Es un vacío que no se llena?
Es un vació que me cuesta.
¿Qué le dices a tu hija sobre su papá?
En sí, mi hija, es verlo a él. Mi hija es el retrato de él. Eso es lo que más me inspira y debe ser por eso que he tenido cierre porque no me fijo en otra persona.
¿Qué te empujó a migrar?
Migrar no es fácil. Migrar me costó mucho. Tuve que pensarlo casi 15 o 20 días. Mi mamá no quería. Mi mamá decía que no tenía necesidad. Allá no había fuente de trabajo. No había trabajo, el pago era mínimo. Si tenías para comer, no tenías para vestirte.
¿A qué punto llegó?
De las tres carreras que tuve, ejercí las tres. Yo trabajaba en una clínica privada, en la parte administrativa. Llegó un momento que la clínica la expropiaron, la pasaron a pública y despidieron al personal. Me quedé sin empleo. Luego de eso trabajé en una construcción, era supervisora de obras, daba charla de seguridad…
Te iba bien, pero…
Y pues esa obra duró 8 meses. Terminó. Se cumplió.
¿Luego?
De ahí me quedé dando clases en una escuela de patinaje, daba clases a niños. Era un club deportivo privado y también lo expropiaron. Se me cayó el mundo. Llegó un momento que faltaba comida en la casa. A veces comíamos arroz con mantequilla. No teníamos para más. Eso fue lo que me hizo migrar.
¿No había qué comer, ni dónde comprar?
No había. Como vivía en una granja, llegamos a comer yuca con mantequilla. De eso nos llenábamos. O comíamos arroz puro. Me llegó tanto que dije: ‘no, mamá. No más’. No podía ver a mi mamá así. Mi mamá parecía un bachaquito, una hormiga gigante que le llevaba comida a sus hormiguitas. Y así siempre llevaba una bolsita y otra bolsita de comida para el día a día.
¿Hacías las colas para comprar comida?
Eso es para todo. Para todo era cola. Me tocaba madrugar. Me tocaba pararme a las 3 o 4 de la madrugada para hacer mi cola, con mi mamá. Para llevar ese poquito de comida a la casa.
Y entonces decides migrar…
Entonces llega el momento en que salgo de mi país. Y salgo dejando todo. Dejé muchas amistades, mi familia, mi hija. Me costó demasiado. Me costó demasiado porque no veo crecer a mi hija. Es bonito ayudar a tu familia desde lejos, pero verla creciendo, en los momentos que le duela algo… ahí es fuerte. Y desprenderme de mi mamá, fue horrible, fue feo. Eso no se lo deseo a nadie.
¿Cómo fue tu travesía a Perú?
Fue horrible. Yo me vine por tierra. Me vine migrando de Colombia a Ecuador. De Ecuador a Perú. Pero es fácil decirlo así. En Colombia pasamos por una trocha y el bus iba con la luz apagada porque sentíamos miedo de que la guerrilla nos agarre. Porque en ese entonces estaba la guerrilla agarrando a todo los migrantes.
¿Y qué les hacían?
Los bajaban del bus, les quitaban todo, les dejaban sin ropa. Se llevaban todas las pertenencias. Y alguna que otra vez que abusaban (de las mujeres).
¿Luego?
Llegué a Ecuador, un frío que me chocó demasiado, que no soportaba porque me chocaba y me desmayaba, no comía porque me iba en vómito. Después Perú. En Tumbes tuvimos que pasar una trocha, tipo un platanal, de ilegal, teníamos que correr para que la migración no nos agarrara.
¿Qué cargabas en la maleta?
Yo traje una mochila chiquita porque nos dijeron que no llevemos maleta.
¿Qué había en tu mochila?
En mi mochila había dos mudas de ropa. Mi crema dental, mi cepillo de dientes. Foto de mi familia, de mi hija. Para mí fue como una maleta grandísima. Dejar mis cosas, mi vida. No es fácil.
¿Llegaste a este terminal?
Aquí, a este terminal. Llegué por la parte terrestre. Me recibió la amiga. Ella en tres meses se iba a España. Me dejó donde yo vivo ahora. Los primeros meses dormía en unas colchonetas inflables en el piso.
¿Cómo empezaste a trabajar?
Empecé a desarrollarme, a conocer, a perder la pena, el miedo. Empecé vendiendo lo que era empanadas, tizana, chocolates. Aprendí mucho, se me abrió mucho la humildad. Yo soy humilde, pero me expandí más.
¿Ayudó mucho en la calle las curvas que tienes?
Yo iba con mis enterizos, pero se notaba y pues me compraban rápido. Los hombres más que todo.
¿Cuánto vendías?
Más de 100 chocolates, casi 200.
¿Cuántas horas trabajabas?
Desde las 10 de la mañana, a las 11 o 12 no tenía nada. Era una hora y media rapidito. Me baja y subía al bus. Y en diciembre, temporada de verano, vendía marciano.
¿Tú los preparabas?
Compraba, porque no sabía preparar. Yo preparaba las ‘tetas’, que son helados, las vendía a 2 o 3 soles.
¿Aprovechabas tu voluptuosidad para subir los precios?
Claro, aprovechaba. Por la zona norte vendía a un sol, las chicas me decían que vaya a Chorrillos, a la playa. Usaba ropa de baño arriba y shortcitos cortos.
¿Cómo empezaste a administrar el dinero que ganabas?
Mandaba semanal a mi mamá. Y de ahí sacaba para mis cosas personales.
¿En qué momento te vuelves ‘La reina de las pichangas’?
Todo empezó acá, entro a Facebook y veo la marca de ‘Sacha Sport’, y veía que chicas le hacían publicidad a su marca. Y le escribí para trabajar con él. Me respondió a los 20 o 25 días.
¿Qué te dijo?
Hablábamos para que vaya con su marca a anfitrionar a un campeonato deportivo en Manchay. Me llevaron, me tomé foto con el equipo… sin mentirte, ese fue mi primer sueldo de un anfitrionaje, 40 soles.
¿Qué es lo más extravagante que te han pedido por dinero?
Había uno que me pidió que le diera un hijo con tal de darme 50 mil dólares. Quería un hijo conmigo. Yo le dije que estaba loco. Era una persona que tiene dinero. Es un ingeniero de minas. Le dije no. Me dijo que hacíamos un contrato. Era 50 mil dólares por darle un hijo. Como yo era venezolana, bonita, grande, voluptuosa, él era chatito, chiquito. Él quería ver qué salía de ese experimento. Es una cantidad que no le acepté, porque no me prestaría para eso.
¿Cómo se conquista a una mujer como ‘Pashi’?
Me gustan que sean como yo, carismático, humilde, detallista. Que me atienda, en el sentido de que esté atento a los mensajes, saludarme, decirme buenos días, buenas tardas.
¿Cómo mujer eres entregada?
Yo me entrego mil por mil. No veo a otro hombre. A nadie. Cuando me entrego, pierdo todo. Me olvido de todo. Es él, es él.
¿Has estado con un peruano? ¿Qué tal te fue?
No puedo quejarme, la atención fue buena. Pero era muy celoso, me seguía en donde estaba, no quería que trabajara.
¿Qué sientes cuando tildan a todos los venezolanos de delincuentes?
Me da pena ajena porque trabajo para un canal. A veces, cuando veo las noticias, veo que venezolano roba, asesina, secuestra. Me da pena porque soy parte de ellos, soy venezolana. Todos no somos iguales. A las personas que pasan por eso, de verdad deberían tener su pena máxima. Por ellos no vamos a pagar los buenos.
¿Cómo ingresaste a JB?
Todo viene por lo del fútbol, me hice conocida por el fútbol, fui a canales de televisión. Tula (Rodríguez) me bautizó como ‘La reina de las pichangas’. Estuve en el programa de Andrés Hurtado, como invitada especial. Donde Jorge Benavides estuve de invitada. Luego hicimos contrato con ellos, ese día se me bajó la presión, no podía creerlo, me dio escalofríos.
El agradecimiento siempre es bueno, reconocer a quien te da la oportunidad…
Mira, yo estuve trabajando en la ‘Chola’. Estuve como invitada, octubre y noviembre, no con un contrato, pero ahí no es como sentirse en casa. Con JB es muy distinto. En JB hay mucha humildad, es más gente, es más familia.
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