Óscar Gayoso afirmó en ‘Café con la Chevez’ que siempre le cuestionaban su sexualidad y que el beso con Beto Ortiz fue idea de ‘Chibolín’.
En ese tiempo también se hablaba mucho de tu sexualidad...
Sí, porque yo imitaba a Jaime y jugaba con las cosas que hace Jaime y aparte imitaba a personajes femeninos. Entonces como sea tenían que, pero Óscar tú eres, tú eres, y yo siempre bromeaba justamente al estilo de Jaime. No decía ni sí ni no por seguir el juego.
¿Y el beso con Beto Ortiz?
Fue obra y gracia de Andrés Hurtado, ‘Chibolín’. Llega con el productor de ‘Enemigos’ en ese momento y me dice que Jaime (Bayly) había renunciado y esa noche iba a estar en vivo con Rosa María Palacios en América. La idea era que yo iba a estar de Jaimito con Beto, quien me iba a entrevistar y al final íbamos a darnos un beso. Ese es el guion. Yo digo qué beso y por qué beso. ‘Chibolín’ en lo suyo, como buen ‘encantador de serpientes’, decía: ‘Oscar con esto vas a tener más publicidad y también les contestas a esas personas que tanto te fastidian con tu sexualidad’. Yo estaba en duda.
¿Qué pasó?
Llego a Latina y Beto estaba nervioso, porque sabía lo mismo que ‘Chibolín’ me había dicho. Ojo, no existió ningún ensayo ni nada de eso. Al final naricita con naricita viene lo del chape. En mi cabeza era como estar contra una madera, contra una pared. Cuando ves ese beso, tú dices no, pero sí, sí se está viendo que es un beso real.
¿Y con Shirley Arica también hubo beso?
Eso fue un show para el programa de Magaly, yo lo armé. En mi cabeza todavía tenía ese beso televisivo con Beto Ortiz. Me habían machacado, que sí eres, no eres y quería dar el otro lado, para que existan las dos versiones. Le dije a Shirley ‘el beso va a durar hasta que yo diga’, ella aceptó. Me voy a tomar un whisky, ella salió con un whisky encima también. Hice unas maniobras me trepé a los tachos, me pude haber matado. Yo le quería dar como show al programa y a la hora que estamos en la cama, en esta especie de teatro, que sí, que no, jaloneos y no sé qué y el beso. Yo sabía la canción, porque la había editado, sabía cuánto duraba y me estaba besando con Shirley, y en mi cabeza estaba uno, dos, tres, contando, porque el beso de Shirley tenía que durar más que el de Beto. Ojalá haya limpiado un poco esa imagen que a algunas personas no les gustó.
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