‘La Milechi’ es todos los golpes que recibió Luis Fernando Purihuamán Turkoowski. Esa mujer empoderada, regia, risueña y talentosa que vemos en el programa ‘La casa de la comedia’ alguna vez fue un niño abandonado, golpeado, discriminado, abusado y descarrilado.
Si tuviéramos que resaltar un mérito de ‘La Milechi’, uno entre tantos, pues sería su perseverancia. Ni cuando estuvo inconsciente, bañada en sangre y a punto de ser estrangulada perdió la fe. Desde que llegó de su natal Bagua Grande siempre la tuvo clara: triunfar en la gran capital. Y lo está logrando.
Conoció el fondo del abismo: cuando casi la ultrajan, cuando durmió en los parques, cuando la masacraron casi hasta la muerte. Hasta entonces era Luis Fernando, un muchachito ensimismado, tímido, frágil.
Salió del armario, revela, recién a los 18 años. ¿Y por qué no lo hiciste antes?, le pregunto. Y responde que a esa edad ya se sentía capaz de defenderse, de plantarle cara a los prejuicios y maltratos, de pechar a quienes se aprovechaban de su inocencia. Luis Fernando no hubiera podido soportar los porrazos de una sociedad arcaica, machista, misógina, homofóbica. ‘La Milechi’ sí, por eso está donde está.
A pesar de los momentos oscuros de su vida, ‘La Milechi’ dice que no guarda rencor en su corazón. Hoy brilla en el programa humorístico ‘La casa de la comedia’ (vía YouTube). La gente la detiene en las calles a pedirle fotos y videos. Es imagen de diversas empresas. Está camino a abrir su propia boutique y en el futuro, por qué no, le gustaría ser madre. En esta entrevista lo cuenta todo. Empecemos:
‘Milechi’, ¿cuál es tu nombre real?
Mi nombre real, el de mi partida de nacimiento, no me avergüenzo, es Luis Fernando Purihuamán Turkoowski.
¿Turkoowski?
Mi abuelito era ruso.
¿De qué parte del Perú eres?
De Bagua Grande.
¿Ahí pasaste tu infancia?
Con altos y bajos. Más bajos que altos, la verdad. Ha sido muy complicada mi infancia. A mí me abandonó mi mamá a los 11 años y me fui a vivir con mi tía. Y me chocó bastante.
¿Cómo se fue tu mamá, en qué circunstancia?
Me afecta un poquito… ella no sé despidió de mí. Cuando se separó de mi papá se fue a vivir a un cuarto, y yo era apegado a ella. Entonces de la noche a la mañana, yo desperté, me levanté, la busqué, y no la llegué a encontrar. Y le pregunté a la señora (dueña del cuarto) y me dijo: ‘Tu mamá te abandonó, se fue con un hombre’. Mi mamá prefirió ser más mujer que madre. Yo lloré, sufrí.
¿Tu corazón guarda rencor contra tu mamá?
Hoy por hoy, no. En ese entonces, cuando era chiquillo, yo la ‘maté’ a mi mamá, porque me abandonó y dije ‘qué mala fuiste’ por qué preferiste ser más mujer que madre. La odiaba. Me dolía los ‘Día del padre’, ‘Día de la madre’. Todos en el colegio estaban con sus mamás, a mí me gustaba participar, salir a actuar, actuaba y lloraba a la vez. Todos estaban con su mamá y yo nada.
¿Te hizo mucha falta?
Me hizo mucha falta. A los 18 años llegué a perdonar a mi mamá, cuando estaba en Lima.
¿Tu infancia fue muy difícil?
Lo poco que tenía mi ‘papá’ (padrastro, en realidad), nos daba. No teníamos mucho, pero sí me daba. De chiquita me ha gustado trabajar. Yo he vendido periódico, pan. Me lo he buscado. Sí, ha sido complicado. A mí me intentaron violar, cuando tenía 14.
¿Gente de tu entorno?
Una tía con quien vivía en el norte. Ella tenía su centro turístico, su cevichería, y vendía cerveza. No lo he contado. Ella tuvo su amigo gay. Era mayor. Yo era chiquillo. El chico me manoseó, me agarró mis partes íntimas. Me dijo que, si hablaba, mataba a mis tíos. Tenía 14 años y por miedo no hable.
¿Cómo saliste de esta situación?
Yo estudiaba y atendía. Una señora que trabajaba ahí, ayudante, me vio que lloraba. El día que decidí denunciar recuerdo que me pegaron. Entonces, me fui a vivir a la casa de la señora.
¿Cómo se superan estas situaciones?
No lo superas. A mí, cuando me gritan, yo soy sensible, me quiebro rápido, me levantas la voz y pienso que me vas a pegar. Yo he visto tanta violencia porque a mi mamá también le han pegado.
¿Eso es una herida no sana?
No. Tengo que ser fuerte. Hoy me debo al público. La gente no sabe que, por ejemplo, en Lima vivo sola. Me gustaría que mi madre me reciba, que me diga que va a calentar la comida y vamos a comer. A veces recuerdo tantas cosas que me pongo a tomar sola. Recuerdo y me pongo a llorar. Así trato de olvidar.
¿Tienes problemas con el alcohol?
No soy adicta. Solamente en situaciones cuando me siento sola, triste y quiero desahogarme. No soy de contar mis cosas. En ocasiones.
¿Tienes la esperanza de tener una buena relación con tu madre y tu padre?
Hoy con mi mamá nos hablamos, pero no me nace decirle que la extraño o preguntarle si está bien. Ni siquiera para Navidad. Me afecta, lloro de impotencia. El ‘Día de la madre’ a mi mamá le mandé su platita para que se compre su ropita, hoy por hoy tenemos dinerito y podemos mandarle a mamá, pero siendo sincera, no me nace, no extraño a mis hermanas, ni a mis padres.
¿En qué momento descubriste tu sexualidad?
Yo lo tengo claro desde que tenía 9 años. Simplemente no le decía a mi familia por miedo. Yo tenía miedo de que me peguen, me griten o me boten a la calle. Siempre tuve miedo, por eso me lo quedé para mí.
¿Cómo era vivir con ese secreto?
Ha sido bien difícil, hasta los 18 que decidí salir del armario.
¿Hasta los 18 años?
Sí.
¿Hasta entonces llevabas una vida de varón?
Si, fingiendo.
¿Tuviste novia?
Sí, llegué a estafarla ja, ja, ja. Porque yo soy super tímido, nervioso, tenía miedo a la gente, a la discriminación, a que me peguen. Yo soy soldador, estudié en Senati. Llegué a trabajar a una empresa de soldadura, limpiaba los baños, las oficinas. En esa empresa me enamoré de un soldador. Por él estudié, me metí a fondo en la soldadura. A él nunca le dije, ni se enteró. A mi familia le dije que era gay a los 18.
¿Cómo fue? ¿A quién le dijiste primero?
A mi hermana mayor. Y yo le dije cuando estaba borracha. Le mandé un mensaje diciéndole que soy gay, homosexual. Mi familia empezó a llamarme, escribirme. Ahora mi mamá me dice que sospechaba, que era rarito.
¿Te arrepientes de haberlo confesado muy tarde?
Creo que fue el momento justo cuando decidí salir del armario. Sentí la valentía, el poder enfrentarme a lo que se me venía. Quizá si lo hacía antes, muy niña, no podía afrontar. Cuando lo dije, mi familia empezó a atacarme, a decirme que era la vergüenza de la familia, que no queremos verte por acá, si vienes te vamos a matar, eres un asco, qué vergüenza para la sociedad.
¿Tu propia familia?
Mi sangre. Yo lloraba y decía ‘ok, pero me siento feliz, siento que me saqué un peso de encima’.
¿Por qué ‘Milechi’?
Por un amigo del vóley. No sé si te acuerdas de la Milett Figueroa, cuando salió un videíto, del Agua Cielo y todo eso. Había jugado vóley y me hecho, tomo el agua, y me dicen: ‘¿Qué te crees? ¿Milett Figueroa?’. Yo no tenía chapa, porque todas las mariconas tienen su chapa.
¿De qué trabajaste en Lima?
Yo cargaba bolsas en los supermercados y me daban propina. Algunos pensaban que era choro. Yo me acuerdo de que las pitucas escondían las bolsas.
¿Cuánto hacías en un buen día?
Me daban 15 soles, 20 soles. A veces no me daban nada.
¿Qué comías cuando no ganabas nada?
Compraba un sol de pan, que era mi desayuno, almuerzo y cena, y con agua porque no alcanzaba.
¿Cómo nace tu vida artística?
En mi familia, todos han sido bailarines. A mí me encanta bailar. Yo iba a viajar a Estados Unidos a representar al Perú en el ‘Hip hop international’, no llegué a ir porque me negaron la visa, y en el transcurso, yo vi un amigo en la escuela de baile que era Drag Queen. Cuando lo vi todo alto, maquillado, con brillo lentejuelas, yo quería ser eso. Me metí al mundo drag y ahí conozco al narizón Dany (Rosales). A Dany le gustó mi show.
¿Recuerdas tu primer show?
Yo hacía mi show en el óvalo de la mujer, en Villa el Salvador. Mis padres artísticos son ‘Sapito’ y la ‘Chola Anita’. Ellos me decían que tenía talento, que tenía ángel.
¿Cuánto te pagaban por show?
Pagué derecho de piso. A mí ‘sapito’ me pagó 50 soles.
¿Es verdad que dormías en la calle?
Yo dormí en los parques. Yo vivía en una caseta de serenazgo, dormía ahí. Por ahí fumaban, me veían que pasaba para dormir. Ellos me vieron, entraron a la caseta, me golpearon. Yo también los golpeé y llegué a la casa de una chica trans. Ella me llevó a vivir con ella. Ahí me tocó pasar una situación complicada.
¿Por qué?
Ella prácticamente me hacía prostituir. Me vestía como mujercita y me iba con ella a los bares. Y en los bares llegaban personas adultas y me decían ‘carne fresca’. Ella me ponía a los viejos.
¿Cuánto duró eso?
Un año.
¿Cuántas puertas se te han cerrado por ser gay?
Me han discriminado. Antes de ser más popular, yo tocaba las puertas de los negocios, todo el mundo me daba la espalda. Ahora solitos me buscan, me llegan.
¿Con cuántas marcas trabajas?
Trabajo con cevichería, salón de belleza, estética.
¿Tu vida como Luis Fernando es una etapa que no te gusta recordar?
Ajá, porque sufrió mucho Luis Fernando y no me gusta recordarlo, me afecta, me hace poner triste.
¿Qué le diría ‘La Milechi’ a Luis Fernando?
Por más crítica que hay en la vida, hay que dar la cara y salir adelante y brillar.
¿Te gustaría tener un hijo?
Más adelante quizá, para la vejez. Sí, me encantaría. Yo amo a los niños. Las personas que me conocen saben que amo a los niños, cuidarlos, abrazarlos.
¿Qué tan homofóbico es este país?
Mira, yo viajé a Europa. A mí me gustaría que Perú fuera como allá. Allá si te ven vestida de mujer, eres mujer. Yo no soy al 100% mujer, pero desde que llegué al aeropuerto me trataban con respeto. Acá en el Perú sales y te gritan ‘cabro’, ‘chivo’.
Hasta las mismas autoridades, ¿no?
Hasta las autoridades te miran con asco, como si fueras una especie rara. Yo miro y sonrío y digo: ‘bendiciones’.
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