
Este hoy tuvo un ayer. Donde el balón parecía ser la prenda encantada y el sudor y coraje tomaban el protagonismo de su vida. Jesús Neyra, antes de ser actor, fue jugador de fútbol de un club importante, estuvo en la reserva de Alianza Lima y entrenaba con el primer equipo. Muchas cosas pasaron mientras rodaba el balón, que llevaron al joven a encontrar en la actuación su mejor versión.
Jesús, ¿fuiste un buen futbolista?
En el arte de defender era bastante rudimentario.
Tu papá fue jugador profesional, ¿te dio algún consejo?
Que el delantero me debe sentir a la hora de la marca.
¿Pegabas?
Sí.
¿A lo Carlos Zambrano?
No tanto. Él es de mi categoría.

¿Lo enfrentaste?
Él en Cantolao y yo en Alianza Lima.
¿Se cruzaron?
Algunas veces, pero se agarraba con Adrián Zela.
¿Qué otro compañero tuviste?
A mi derecha estaba Aldo Corzo.
Al fondo compartías la zaga con Zela, Corzo, ¿quién la sacaba limpia?
Nadie, ja, ja.
¿Hasta qué categoría llegaste?
Reserva y el profesor Gerardo Pelusso me subió a Primera.
¿Y por qué ‘tiraste la toalla’?
Dejé de sentir que era un juego para pasar a ser una sobrevivencia.
Dame un ejemplo...
En los partidos de práctica me tocaba marcar a Flavio Maestri.
Sigue...
Cuando la pelota estaba por otro lado de la cancha, volteaba y te metía un manazo en la cara y yo seguía, le quitaba el balón.
¿Y qué te decía?
Te voy a matar.
¿Cómo respondías?
Continuaba igual, yo no arrugaba.
¿Nunca te le paraste frente a frente?
A él y a otros, y me decían de todo, trataban de ‘bajarme’.
¿Qué más te fue aburriendo?
No encontraba mis cosas en el vestuario.
¿Tenías apelativo?
Me llamaban ‘El blanco’. Sufría una discriminación al revés.
¿Te quisieron llevar a otro equipo?
A la ‘U’, donde era otra manera de hacerse las cosas.
¿Aceptaste?
No.
¿Y eso?
Por hincha.
¿Te vacilaron por ser el hermano de la gran actriz Gianela Neyra?
No, porque sabían que podía irme a los golpes.
¿Mechador?
Por una pelea me puse la blanquiazul.
¿Y eso?
Estaba en San Agustín, marqué a Jahirsino Baylón y le metí patada, y casi terminamos a los puños.
¿Entonces?
El técnico era Jaime Duarte. Se me acercó y me invitó: ‘El lunes te espero en Matute’.
¿Te apareciste?
Sí, y encontré a Baylón. Me estiró el brazo: ‘Vas bien’, y hoy es como un hermano para mí.

Ahora dime tu lado malo...
Creo que soy bastante obsesivo, analizo las cosas y eso me hace ser más cauto en mis decisiones.
Tienes 35 años, ¿ya te animaste a ser padre?
Todavía porque quisiera tener una espalda económica para darle lo que quiera a mi hijo.
¿Qué actitudes machistas aún mantienes?
Me gusta pagar las cosas cuando salgo con mi flaca, tener el control por momentos.
¿Ser proveedor?
Sí, pero ahora comparto.
¿Tímido?
Soy bastante vergonzoso, pero si la gente me pide una foto, me detengo.
¿Entiendes que el público siempre te quiere que ver con una sonrisa?
La gente cree que eres lo que ellos ven en pantalla.
¿Un ejemplo?
De niño me encontré con Julián Legaspi y como pensaba que era Calígula, le tuve miedo.
Regresaste a la televisión, ¿hay cambios en tu vida?
Hay posibilidades de canjes. Vas a un restaurante y no pagas la cuenta a cambio de hacer un video que colgarán en sus redes.
O sea, ¿bienvenida la publicidad?
¡Acá estoy!
¿Hasta dónde hubieras llegado en la pelotita?
Un chico me comentó: ‘Seguro serías millonario’.
¿Qué contestaste?
No hue.., estaría en UTC, ja, ja.
¿Eres feliz?
Mis momentos del día son cuando me levanto y preparo café, saludo a mi perro y salgo a pasear.
¿Te encanta tu personaje en la novela?
Sí, porque represento una historia muy valiosa. La de un exjugador que se siente frustrado y es muy machista.
¿Conclusión?
La violencia familiar hacia la mujer se debe acabar. Tengo la responsabilidad de llevar un mensaje.
Tienes derecho a despedirte como desees…
Por favor, no dejen de ver ‘Luz de Luna 4: La despedida’. Les va a encantar.
Un apretón de manos y un hasta luego. Una broma al irse y el respeto mutuo. Mientras caminaba por la vereda de la casa de grabación, recordé a Fito Páez y su letra maravillosa: “Hay personas que no quiero borrar, recuerdos que no voy a olvidar”.
La felicidad es un instante y encontrar ese momento a veces requiere situaciones extremas, caminos incómodos y túneles prolongados. Pero una vez que se encuentra la ruta todo se simplifica y, pese a que siempre surgirán obstáculos, la satisfación de hacer lo que uno ama no tiene precio y Jesús Neyra lo sabe.

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