Mi gente, hoy estrenamos una edición especial con la reina de la TV abre su corazón como nunca ante nuestras cámaras. La ‘Señito’ brindó una entrevista exclusiva al programa ‘La fe de Cuto’ en la que revela anécdotas poco conocidas sobre su familia, su infancia en La Victoria y sus inicios en TV al lado de grandes figuras como Efraín Aguilar y Analí Cabrera.

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Además, Gisela Valcárcel recordó a su padre, a quien consideró su ejemplo a seguir. Según sus declaraciones, señala que su progenitor fue determinante en su vida así como su madre, quien le enseñó a defenderse y a pelear con hombres cuando vivía en La Victoria.

Finalmente, Gisela Valcárcel cuenta cómo fue su vida en los café teatro, dónde se inició como vedette y cómo Efraín Aguilar la cuadró porque tenía ‘voz de pito’. Así que ya saben, mi gente, arrancamos con la primera parte de la entrevista. No se olviden que la fe es lo más lindo de la vida.

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Tu nombre es Sonia Mercedes ¿Por qué te cambiaste a Gisela a los cinco años?

Decidí ponerme Gisela porque he sido una pesada de chiquita. En realidad me llamo Sonia, es como mi mamá me llamaba. Cuando entré al nido, a transición, sientan a una niña que se llamaba igual a mi costado, a las dos Sonias. Pero esa niña no me caía bien, me peleé con ella y dije ‘no me vuelvo a llamar Sonia’, no me volví a llamar Sonia para nadie. Mi mamá me jalaba los pelos y yo no daba vuelta cuando me llamaban Sonia. Luego pedí que por favor quería llamarme Mercedes, sin saber que a los meses, al frente de mi casa, se iba mudar una verdulera llamada ‘Mechita’ y yo dije ‘qué piña’, no me puedo llamar como mi amiga ni como Mechita, porque en el barrio me empezaron a hacer leña con Mechita y un día decidí que no me iba llamar ni Sonia ni Mechita.

Así estuve por unos meses, no volteaba cuando mi mamá o mi papá me llamaban y un día me castigaron, me puse a llorar. Tenía cerca de seis años y medio cuando mi hermana compró un diccionario pequeño de nombres y una noche leyó el nombre de Giselle y me gustó, pero Giselle no alcanzaba porque es con doble ‘l’, así que decidí llamarme Gisela, mi padre accedió a ponerme ese nombre, que está chiquito en mi partida, Sonia Mercedes Gisela.

Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)
Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)

¿Cómo ha sido tu infancia en el barrio?

Parecida a la tuya, excepto que he tenido que pelear con hombres de tu tamaño cuando era chica. Mi mamá tiraba un colchón de paja los domingos en la sala pequeñita que teníamos y nos enseñaba a pelear para que si algún día un hombre nos hacía algo, yo sabía exactamente dónde tenía que pegar. Lo aprendí desde chica. Me enseñó defensa personal y así he hecho retroceder a algunos y a algunos les he dicho ‘si eres machito, dale, dale’, se asustan, me ha funcionado. Pero aprendí a defenderme desde muy chica porque éramos cuatro hermanas.

¿Qué es lo que más recuerdas de tu barrio?

Recuerdo los carnavales, la matachola, los hombres corrían siempre detrás de las chicas del barrio. Recuerdo a los hombres con una caja de cerveza y sentados sacando la chela, recuerdo la solidaridad. Me parece extraño vivir hoy en un edificio en el que no veo a mis vecinos. reo que hay un recuerdo allí que me sigue moviendo, soy del otro lado. Me gusta el bullicio pero también me acostumbré a lugares tranquilos como este.

¿No te pasó que te mandaban a pedir un poquito de sal?

Azúcar, me decían ‘anda, carajo, pide’ y yo ‘ya, qué vergüenza, otra vez’. O que te toquen la puerta porque te cobraban ¡Qué bravo! Recuerdo también y se me hace tan loco que las personas se depriman porque no hay pavo en su casa o que crean que Navidad es pavo. Yo digo qué están hablando, bajen un poquito al terreno’. Me hace mucha ilusión cuando la gente está haciendo colas con sus pavos, en esa época no había, pero sí teníamos panetón, árbol de Navidad y mucha unión. Mi mamá no hubiera permitido que tengamos una Navidad separados o peleados, no, nos hubiera caído. Siempre teníamos ropa nueva, en Navidad y 28 de julio. Algunas personas se trauman porque no han tenido fiesta de quince años, yo digo, de qué están hablando, a mí me regalaron unos polvos en mis quince años, qué íbamos a tener fiesta.

Creo que mi vida de barrio y el traslado a la televisión, para mí, fue impactante y muy raro, era como la leona de dos mundos, por eso entiendo a los futbolistas y a las personas a las que se les juzga por comprarse un carro cuando eres pobre. Cuando ya tienes, dices ‘qué hago con mil dólares’ y otro día te cae diez y si sigues trabajando te va caer 30 y un día te van a decir, como a mí, con tu pase al canal vas a pedir un yate, pero es lo que cuesta un pase.

Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)
Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)

¿Cómo eras en el colegio?

Era estricta, me encanta serlo, las cosas deben salir bien. Cuando te pasas la luz roja, no debes coimear a un policía, cuando te pasas la luz roja tienes que pagar, las nueve son las nueve, no las nueve y diez. He sido educada por una madre bastante estricta pero ella era la cosa más alegre, como hasta ahorita es, si había que divertirse se divertía, pero si había que trabajar, trabajaba. A muchos les caen mal las normas, a mí dame una norma y soy feliz, me encantan las leyes, hay que respetarlas y si una ley está mal dada, contra esa ley me revelo pero de buena forma.

¿Qué se te viene a la mente cuando te digo pollo a la brasa?

Los 18 de cada mes porque cuando mi papá cobraba, compraba un pollo a la brasa o chifa. Recuerdo el pollo a la brasa con camote y papa de los noventas. Creo que no va volver haber un pollo a la brasa como el de bolsa, en la caja de tecnopor ya no es lo mismo. También hemos comido ‘muchame’, pero de delfín, unas bestias también nosotros, nadie sabía. Todo he comido, compota, lengua, todo, menos cuy que no lo paso mucho.

Gisela Valcárcel y su hija Ethel Pozo, en una imagen del recuerdo.
Gisela Valcárcel y su hija Ethel Pozo, en una imagen del recuerdo.

Tienes a tu hija Ethel muy jovencita…

Sí, a los 17 años la traje a la tierra, la chica estricta a los 17 años, a esa edad empecé a entender que no digas nunca de esta agua no he de beber, entonces cuando la gente juzga... no siempre lo ves en ti, lo puedes ver en tus hijos. A los 17 tuve el milagro maravilloso, que hasta hoy doy gracias a Dios, porque pude ser madre pero a los 17 años, nadie está preparado para ser padre, fue difícil. Recuerdo la cara de Ethel lactando el primer día y yo decía ‘te amo, te amo’ y me asusté tanto de ese amor tan grande que se puede sentir que dije esto no se puede repetir, pensé que era tan fuerte que podía estallar, era una mocosa pero supe lo que era un amor diferente al haberme convertido en madre, hermoso.

Ethel contó una historias que tuviste que estar vendada para cubrir tu embarazo...

No, lo que pasa es que no me salió barriga. Yo me enteré que estuve embarazada en los cinco meses y medio, empecé a sentir algo raro y estaba embarazada, pero nunca me fajé. Apenas mi mamá lo supo en octubre, me salió la barriga, así que yo tuve solamente dos meses de embarazo porque di a luz en diciembre. Mis pantalones eran talla 28 y di a luz el 15 de diciembre y el 17, volví a ponerme la talla 28. Era flaquita, ahora me ha crecido un poco más todo pero bueno.

Sonia Mercedes Gisela Valcárcel Álvarez, nació el 26 de enero de 1962. Desde muy joven, ya participaba en ciertos eventos artísticos. Con sólo 17 años se convirtió en madre soltera de su única hija, Ethel. Gisela trabajó como secretaria y por las noches en algunos Café Teatro. Tiempo después debutaría en la televisión con el programa “Te mato Fortunato”. Saltó a la fama desde 1987, cuando tuvo su primer programa, “Aló Gisela”. Sin lugar a dudas, este espacio le abrió las puertas para realizar con el mismo éxito, otros proyectos televisivos. Luego Gisela viaja a México para estudiar actuación y locución. Su vida privada otra vez se llenó de comentarios al iniciar una relación con el futbolista Roberto Martínez Vera-Tudela con quien se casó en 1995, pero la unión solo duró 3 años, pues se divorciaron. Más tarde y luego de cuatro años de romance con el empresario Javier Carmona, se casa el 21 de octubre de 2006, pero el matrimonio fue muy corto, y solo 8 meses después, se divorcian. En 2009 conduce el programa “El Show de los sueños” y luego otros del mismo corte . Actualmente produce y conduce un programa de baile, “El gran Show”, con rotundo éxito.
Sonia Mercedes Gisela Valcárcel Álvarez, nació el 26 de enero de 1962. Desde muy joven, ya participaba en ciertos eventos artísticos. Con sólo 17 años se convirtió en madre soltera de su única hija, Ethel. Gisela trabajó como secretaria y por las noches en algunos Café Teatro. Tiempo después debutaría en la televisión con el programa “Te mato Fortunato”. Saltó a la fama desde 1987, cuando tuvo su primer programa, “Aló Gisela”. Sin lugar a dudas, este espacio le abrió las puertas para realizar con el mismo éxito, otros proyectos televisivos. Luego Gisela viaja a México para estudiar actuación y locución. Su vida privada otra vez se llenó de comentarios al iniciar una relación con el futbolista Roberto Martínez Vera-Tudela con quien se casó en 1995, pero la unión solo duró 3 años, pues se divorciaron. Más tarde y luego de cuatro años de romance con el empresario Javier Carmona, se casa el 21 de octubre de 2006, pero el matrimonio fue muy corto, y solo 8 meses después, se divorcian. En 2009 conduce el programa “El Show de los sueños” y luego otros del mismo corte . Actualmente produce y conduce un programa de baile, “El gran Show”, con rotundo éxito.

¿Es cierto que tu mamá te reemplazó en TV?

Los locos productores. Cuando yo salí en 1987 jamás hubo vacaciones ni nadie me cambió el sueldo después de los dos años. Entonces, como al cuarto año ya estaba de vacaciones y alguna vez pusieron a mi mamá para que anime el programa, porque creo que fueron dos días.

¿Qué recuerdas de tu padre?

Era un ser medio solitario y bastante serio, parco, pero nunca nos levantó una mano. Mi papá me enseñó a dónde debía llegar, hizo que yo vea un poquito más allá. Él me enseñó a comer perfectamente, y a tener la postura correcta. Él era un líder. A mí me encantaba, era el hombre con el que a mí me hubiese gustado estar, muy bien puesto, una persona instruida, con grados académicos. Él se une por amor a una mujer que no había terminado la secundaria, una mujer de campo. Era un abogado que hablaba tres idiomas o más, que había vivido fuera y que se encandila con esta mujer, se unen estos dos mundos y me traen a mí, entonces puedo tener mucho de la esencia de mamá, pero también de papá, soy una combinación.

Una bonita historia...

Mi padre era un líder que, con pocas palabras, sabía llevar a su manada, sabía hacerlo, supo encandilarme a mí y no sé si eso ha sido lo mejor que hizo o lo más bravo, porque me quedé pensando en un patrón de un amor así, él era encantador, los pocos momentos que estuvo conmigo, me trataba muy bien, hacía que me sirvan. Yo no podría salir con nadie que no abriese la puerta, me vuelvo loca. A mí siempre me han abierto la puerta del auto, esto no tiene nada que ver con que seas antigua o moderna, a mí siempre me van a tener que enamorar, me van a tener que pedir que los ame, siempre, va ser así porque así me hicieron, viene de la esencia, he intentado hacerlo distinto pero yo no podría decirle a un pata: ‘oye, escúchame, me encantas y me encantaría salir contigo’, me vuelvo loca, no puedo. Por eso es tan importante en la vida de una niña el padre, yo aún lo extraño.

En esta foto del año 1984 se aprecia a Gisela Valcárcel bailando durante una presentación en un Café Teatro. (Foto GEC Archivo Histórico)
En esta foto del año 1984 se aprecia a Gisela Valcárcel bailando durante una presentación en un Café Teatro. (Foto GEC Archivo Histórico)

LOS INICIOS DE GISELA VALCÁRCEL EN LA TV

¿Qué te acuerdas de tus inicios en la televisión?

Empiezo en un café teatro haciendo ‘Calígula’, luego paso a hacer con Adolfo Chuiman y Betina Onetto, Pedrito Alimaña, me dirige Efraín Aguilar y me acuerdo que me dio la primera mentada de madre en un escenario, me decía ‘¡Bestia, aprende a pronunciar!’. Quizá soy una bestia para enseñar también, he sido mapeada de ese modo. Decía que tenía voz de pito y de barrio. Cuando terminó todo le dije ‘discúlpeme’. Yo tenía 18 años, Ethel acababa de nacer y yo era asistente de la asistente de una secretaria y había incursionado en el café teatro solamente para ganar dinero.

Entonces Efraín me dijo que tenía que cambiar la voz de barrio, empieza a hablar bien, yo hablaba muy rápido, no se me entendía, empecé a entender que tenía que cambiar si quería llegar.

Me matriculé en clases de oratoria y aprendí a hablar. Luego empecé a trabajar con Tulio Loza que me dio la oportunidad en La Gran Revista. Un día supliqué a Lucho Carrizalez, director de cámaras, para que me permitiera decir una frase en el show. Le dije quiero decir solo que ‘el espectáculo soy yo’. Salí hacer el musical y dije algo así como ‘bienvenidos a esta noche, porque esta noche es mía y el espectáculo soy yo’ y ese día pasó algo. Tulio me permitió hablar y después me dijo: ‘Mamita, qué lindo lo has hecho’. A partir de ese día me dieron libretos.

¿Luego te conviertes en vedette?

Ahí me convierto en vedette, cuando estaba con Tulio, después de estas pequeñas intervenciones que hago en el café teatro, salgo en diarios y eso fue celebración de todo el barrio y ya eso me hace un poco más conocida, era como salir ahora en webs. Las plumas yo misma las teñía, me iba a donde los que hacían la ropa, me quedaba ahí de madrugadas, alguna vez traje plumas de Brasil. Fueron dos años espectaculares, siendo vedette aprendí a hablar en público, es ahí que encuentro contacto con el público y empiezo a hacer giras. Me di cuenta que yo le gustaba a la mujer normal, desde que fui vedette, yo me tomaba fotos con las mujeres, pero de eso se dieron cuenta los que dirigían el canal, se dieron cuenta antes que yo le caía bien a las mujeres y a los hombres, nunca fui muy aparatosa en mi forma física.

¿De qué compañeras te acuerdas?

Nunca tuve muchas compañeras, pero sí me acuerdo mucho de Analí Cabrera. El primer libreto que agarro fue el de ella, y siempre la recuerdo, era una persona a la que le iba bien, disciplinada y, mientras avanzaba, yo quería ser como ella. No recuerdo haber tenido muchas amigas, trabajaba mucho. Tenía que llegar a las 11 de la noche, del café teatro a atender a mi hija, a veces la despertaba. Luego volvía a hacer lo que yo era, secretaria. Yo dejo de ser secretaria cuando ya tengo mucho rato en televisión.

Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)
Gisela Valcárcel en 'La fe de Cuto': su infancia en La Victoria y sus inicios en la TV (Foto: Eduardo Cavero)

¿Cuánto se ganaba en esa época?

Un montón de plata, la televisión siempre ha pagado, el café teatro siempre ha pagado un montón de plata. Yo ganaba 19 soles como asistente de secretaria en Autoahorro, el sueldo mínimo. En el café teatro, siendo extra, ganaba 250 soles, casi me muero, le compré muchos vestidos a mi hija. Ese dinero viene a ser ahora lo mismo de un sueldo mínimo, pero diez veces más. Yo he visto cobrar en la caja de Panamericana, los sobres manila llenos que no eran míos. Un día un compañero me pidió que le guardara su sobre y fue la primera vez en mi vida que vi un sobre manila lleno, yo también quería, a mí me daban mis cuatro billetes, pero ahorraba, soy ahorrativa hasta ahora.

Siempre cuidas tus financias…

Yo solo tengo una tarjeta, las tarjetas te hacen sentir poderoso, y más si el hombre está solo, tiene a la chica al frente y no ve ni lo que le han cobrado cuando va a comer. Con solo una tarjeta voy por el mundo, vivo bien, sé lo que tengo, sé lo que gasto, lo que regalo, sé cómo administro... pero si no tengo, no gasto. Si no puedo comprarlo al contado, no lo hago.

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