El destacado productor de Tv y teatro Efraín Aguilar llega a Café con la Chevez. El genio detrás de series como ‘Al fondo hay sitio’, ‘Así es la vida’ y ‘Mil oficios’ se confiesa en una íntima entrevista para dar detalles nunca antes revelados sobre cómo fueron los inicios de algunas figuras que ahora son estrellas de la pantalla chica.
Entre sus confesiones, Efraín Aguilar cuenta cómo se iniciaron figuras de la talla de Adolfo Chuiman, Gisela Valcárcel, Yrma Mauri, entre otros. El productor cuenta también cómo fue que nación el recordado programa cómico Risas y Salsa.
Además, ‘Betito’ no se guarda nada y narra con lujo de detalles cómo fue trabajar con Mónica Sanchez, Tatiana Astengo y Karina Calmet, actrices reconocidas que ‘chocaban’ en las grabaciones de ‘Al fondo hay sitio’ por sus posturas políticas. El café ya está servido.
¿Cuántos años tienes en la televisión?
Yo comencé en la televisión ya como productor el año 80, produciendo Risas y Salsa, fue mi primera producción. El primer libretista que tuvo Risas y Salsa fue Aldo Vega, él nunca apareció y es injusto, es argentino, vino acá a trabajar en canal 7, aprendió a escribir televisión conmigo, nadie lo reconoce pero fue uno de los grandes libretistas, creador de grandes personajes. Yo vengo siendo el mismo de hace 50 años.
Tú siempre has sido muy disciplinado, a los que no cumplían, se iban ¿sigues así?
Sigo siendo así, con mis amigos periodistas también. Yo trataba de cuidar a mis actores y a mí. En esa época los chismes eran solo en las columnas, muy poco en la televisión, no se vivía del chisme. Pienso que la prensa no debe cambiar, pero uno tiene que cuidarse.
¿No te gusta el programa de Magaly?
Nunca me ha gustado, lo he dicho abiertamente, pero también he dicho ‘allá los que lo ven’, quién soy yo para decir que no lo vean. Fíjate que yo he tenido bronca con ella, hemos ido a juicio pero hemos conciliado gracias a mi mujer. Mi mujer me convenció. Nos reunimos en una casa, conversamos, yo no quería perdón. En tu matrimonio estuve con ella al lado, respetos guardan respetos. Jamás he sido rencoroso. Ella tuvo la delicadeza de no tocarme más y me pareció muy correcto de su parte. Además, que no había nada peligroso en mí que fuera noticia para ella. Yo di una orden a todo mi elenco, primero de Así es la vida y luego de Mil oficios, ‘el que miraba una cámara, se iba de mi programa’, un par de semanas se cansaron y desapareció el problema. Tuve que poner un freno, para mí era tóxico.
¿Vivían con miedo?
Por supuesto, te destruían la carrera.
En Risas, ¿quién era el más indisciplinado?
No puedo decirlo porque ya no está. Le di una oportunidad, dos, y se fue. Con los cómicos ambulantes, ellos son bravos, pero se encontraron con una persona como yo que también tiene su ‘calletano’, los cuadraba y comenzaron a tener disciplina. Yo comencé a quitarles la improvisación, la improvisación se hace en el ensayo. Antes hacían lo que querían y el director se volvía loco, había que orientarlos que no era la calle, era la televisión.
¿Tú eras tramollista?
Yo era de histrión, teatro de arte. Participaba en los concursos de teatro escolar. Yo venía de esa cantera, había salido dos veces el ‘mejor actor’ y me dieron una beca para estudiar en el año 59. Tuve de profesores a Salazar Bondy, Julio Ramón Ribeiro, te enseñaban la disciplina del teatro.
¿Ahí conoces a Adolfo Chuiman?
Sí, pero él vino después, porque vino de San Marcos. Yo llegué a ser director de la academia y entre mis alumnos estuvo Machucao, Irma Mauri... una buena generación, a ese grupo me los llevé a Risas y Salsa después de una broncaza, porque los gerentes siempre son conservadores.
¿Por qué se llamó Risas y Salsa?
Yo no le puse el nombre, le puso don Alberto (Terry), pero él quería ‘sarsa’, yo le puse ‘salsa’ y la canción ‘Qué cosa más linda’. Eso también produjo una especie de celo porque puse a Adolfo Chuiman al centro, él era un desconocido, hasta que lo vieron y lo aceptaron, aceptaron a todo el elenco porque tenían calidad. Creo que llegamos a 13 actores en total. En esa época el programa no tenía vedettes, no necesitaba. Ahí vino el gran problema, don Alberto se fue a Argentina y vino con la cabeza cambiada, me dijo que había que poner mujeres con poquita ropa, para mí en esa época un bikini era una exageración. Yo no quería pero él quería modernizar la cosa. Nos peleamos y yo me fui, metí un portazo y el vidrio se rompió, 11 años fuera de la televisión. Yo tuve los tres primeros y los tres últimos años de ‘Risas y Salsa’.
¿Cómo empezó Aurora Aranda?
Don Pepe me dijo que la convenza porque era bien bonita, le di un poco de clases de actuación, pero se notaba que tenía condiciones. Así comienza su carrera. Te voy a contar una anécdota roja... a mí me molestaban, yo era bien alegre, no era dictador, nos fregábamos... Betina Onetto, Aurora y yo en el ascensor y las dos se miran y dice ‘¿ya?’ y me mostraron las chichis, yo no sabía dónde meterme, eran tremendas. Aurora luchaba por sus compañeros, los defendía, para mí fue el rostro más bello de la tv. Hizo la mejor dupla con Tulio Loza.
¿Tu esposa también te conoce en el mundo del arte?
Sí, cuando yo era tramollista.
¿Cómo llegó Carlos Vílchez al teatro?
Él empezó de abajo. Sus hermanas eran bailarinas y me dicen que le dé chamba a sus hermanos. Ahí llegó él con su hermano, me di cuenta que le gustaba, hacía de todo, tiraba telón. Un día me faltó uno y le dije ‘tú entras’, tuvo su oportunidad y no la desaprovechó.
Se decía que las bailarinas estaban con los productores, ¿eso te molestaba?
No, porque en esa época era más secreto, no era espectacular. Siempre ha habido de todo y lo alimentaba más el morbo de la gente a través de los periódicos, a través de sus columnitas.
¿Cómo conociste a Gisela Valcárcel?
Yo estaba en la puerta del teatro y veo pasar un cuerazo. Mandé a que me la trajeran y le propuse hacer teatro, ella me dijo que ya había hecho algo con Polo Campos. La contratamos primero como secretaria y luego la pusimos en una obra, es que sus habilidades histriónicas no eran las mejores, luego le di ya un papel más importante. Cuando yo ya no estaba en Risas y Salsa, ella ingresó.
¿Cuál era su chapa de Gisela en esa época?
No me acuerdo, la ‘nique’, la ni que baila, ni que canta, ni que actúa. Nosotros no se la pusimos, sino su competencia, las vedettes. Esas broncas quedaron en el teatro, nunca trascendía a la prensa.
¿Tú nunca tuviste un romance con ninguna de ellas?
Nunca, hasta el año 76 que me casé... antes de eso era travieso, pero cuando me casé, colgué los chimpunes, además que mi esposa se lo merecía... es bailarina de ballet, profesora de ballet, había que cuidar el prestigio. Sí me daba mis escapadas para tomar mis tragos. Yo no he sido mujeriego, siempre he sido monógamo.
En la segunda etapa que agarras Risas...
Comienzo primero a competir con un rating impresionante que había dejado Risas en América. Comencé a recuperar gente, Yesabela, en esa época fue lo de las prostivedettes, él único que les dio la mano fui yo porque me las llevé de gira a las tres juntas, era Yesabella, Mónica Adaro... Me las llevé a Las Vegas con Miguel Barraza, se quedaron allá. Yo las saqué de acá en medio del escándalo. Cuando vienen, ahora, siempre me buscan, me recuerdan con mucho cariño y gratitud porque fue uno de los pocos que les dio la mano en esos momentos terribles para esas jovencitas.
¿Qué te dijo Yesabella en ese momento (Del escándalo de las prostivedettes)?
Que se quería suicidar, pero le dije que la vida no era para eso, era joven, podía hacer lo que quiera de su vida.
¿Y Mónica Adaro?
Mónica era más atrevida, ella quería matar gente, ya tú sabes a quién. Le dije que empezara de cero, si iba a discutir iba perder, tenía todas las de perder. Por eso es que verás que nunca respondió directamente.
¿Conociste a Monique Pardo?
Ella era bailarina de ballet, fue la primera en Lima que usó hilo dental. No tenía hilo dental, se metía el calzón.
¿Y la Zanetti?
Cuando no tenía carro, me iba a mi casa en San Borja, tomé un taxi y en eso por José Pardo de Lince, antes de Canadá... veo que pasa un cuerazo en pantalón blanco, le digo al chofer que pare y voy y la persigo. La correteé y le dije ‘perdone, señorita, que sea atrevido pero le gustaría participar en un casting’, yo iba hacer un casting para JB Noticias. Ella tenía mucho miedo. Ahí quedó todo y el día del casting, en la cola que había mucha gente, la veo a ella. Quedaron dos chicas del casting, la otra chica al primer programa se fue y quedó la Zanetti y así entró la negra. Una vez se fueron a almorzar, se demoraron y las boté. Boté a la Cabrejos y a la Bacigalupo. Jorge Benavides que es un poco más blando, abogó por ellas. Fueron bien correctas, me pidieron disculpas. Mónica Cabrejos y Mariella Zanetti juraron que nunca se iban a poner hilo dental, juraban.
¿Cómo nació Taxista Ra Ra?
La idea es mía, el personaje se llamaba Raúl Ramírez. A Adolfo no le gustaba el nombre, por eso le puso ‘Taxista Ra Ra’. Estaban de moda los taxistas, en el 95. Hicimos un piloto porque dudaban de mí. Mi hermano consiguió un canje con Fiat. Fue un espectáculo increíble. Ahí debuta Mónica Torres, yo le había echado el ojo porque animaba a las barras de un programa del mediodía. Luego ya se quedó para Risas y Salsa.
¿Qué pasó con los sueldos, dijeron que era de 7 soles?
En mi vida me he metido, nunca me enteré de cuánto ganaba cada actor porque ese es un problema entre el actor y la empresa. Cuando dicen que explotaba, cómo iba explotar si yo no hacía los contratos, nunca manejé el dinero. Lo que sí, he buscado que a mis actores les den la mejor atención. Eso mejoró en ‘Así es la vida’, teníamos local dónde almorzar, nos daban desayuno, almuerzo y cena.
Para ti, ¿qué representa ‘Así es la vida’ y ‘Al fondo hay sitio’?
Desde Risas y Salsa, todo lo que he hecho le llamé televisión testimonial, Risas y Salsa era el testimonio de los empleados, de la juventud, así era Lima. Cuando hago ‘Taxista’, era evidente lo que pasaba en la ciudad. Cuando hago ‘Mil Oficios’, vino después de Fujimori, nos quedamos sin trabajo y había que recursearse. Mil Oficios podría haber durado hasta hoy pero ya la bronca entre los empresarios... me quisieron pagar a mi primero, pero yo dije que primero le pagaran a mis actores y luego a mí. Hicimos una parada con velas en la avenida Arequipa y ese día se me acerca uno de canal 4, que el gerente del canal quería hablar conmigo.
Así llegaste a América TV...
Ahí conocí a Eric Jurgensen, me dijo que había visto mi trabajo y le planteé lo que quería hacer. Me dijo que ya. Hablé con Gigio. Canal 4 estaba en la ruina, lo íbamos hacer en un pasadizo y un día caminando por Lince escucho jugar fútbol y veo un galpón grandazo, toqué la puerta y estaban alquilando el lugar, era de los Brescia. Era diciembre y teníamos que acabar en marzo, 15 días no fui a mi casa. Creo que llegamos con 5 capítulos adelantados. Adolfo se quiso quedar en el 5 en Mil Oficios, en el 4 no lo querían ni ver porque los había rechazado, pero era mi amigo y yo insistí hasta traerlo.
El día que se inauguró el local de Pachacamac, el señor Miroquesada dijo ‘hay que reconocer que con ‘Así es la vida’, pagamos nuestras deudas y con ‘AFHS’ construimos esto. Después de eso, me acerqué para agradecerle por sus palabras.
¿Cuánto tiempo estuviste en AFHS?
Estuve 8 años. He visto el último capítulo que duró como dos horas, lo vi casi todo y pienso que no ha dejado la expectativa que debe dejar un último programa. Yo no he seguido la novela, no he visto toda la temporada, solo dos o tres capítulos, pero en ese último, no encontré la intriga. Pero hay que reconocer que el programa tiene el mejor lugar.
¿No te ves produciendo nuevamente?
Yo voy a producir de todas maneras. AFHS ya no, cualquier otra cosa sí. Nunca me han gustado las repeticiones, me gustan las cosas nuevas.
¿No tienes ningún problema con Gigio?
No, somos muy amigos. Los problemas de trabajo no los traslado al terreno emocional.
¿Cómo grababas los finales en AFHS?
Habían dos finales. Hablaba con Gigio para tener la posibilidad de tener dos finales, por si se filtraba uno. A veces no había nada, pero inventábamos.
¿Cuál es el final de AFHS que más te impactó?
Fue creación de Gigio, la aparición de Lucho. La cara de Mónica al ver a su marido que había muerto.
¿Por qué Mónica Sánchez entró a AFHS?
En esa época era una gran actriz. La vi en una obra y estaba pensando en lo que nos faltaba. Mónica llegó con ciertos prejuicidos, se sentía una figura, pensaba que Risas y Salsa, Así es la vida, Mil Oficios, eran para ella cosas de segunda categoría. Mi misión era convencerla, le dije que era importante para su estabilidad económica, que la contrataba por un año. Me dijo que si me podía contestar mañana. Al día siguiente me dijo que le habían dicho que yo era una persona muy correcta con los actores y yo le dije que si a la semana no se sentía cómoda, se iba y ya yo veía qué hacer. Comenzamos y cayó a pelo, ella fue la única que no hizo taller. Le transformó la vida. Ella tiene una posición política muy opuesta, hemos discutido... pero seguimos siendo amigos de verdad, nos queremos mucho, nos extrañamos, esa amistad no se perderá nunca.
¿También tuviste una bonita amistad con Thorsen, que después se diluyó?
Yo tuve la forma, por la forma, no por el como. Yo le dije que su personaje se había terminado, pero yo no lo decidí, mi función es producir lo que el libretista y el guionista me indican. Me tocó la parte más fea. Él tiene razón en decir que por qué no se lo dije de frente, pero dijo ‘me botaron’, pero hay que aclarar que nadie lo botó, su personaje terminó... qué puedo decir yo de aquel grupo que dejó Mil Oficios y que de la noche a la mañana se fue a canal 2... quién se portó peor, ¿yo o aquellos? y no me peleé con ninguno de ellos, porque les hice su despedida, con jarana, tal es así que los volví a llamar, estuvieron en Así es la vida, todos regresaron, incluido el señor.
El personaje que hizo Karina Calmet, ¿nació de ella?
Eso nació en el taller. Igual que cuando Peter dice ‘madame’ o cuando Ivonne dice ‘Peter’, todo eso nació en el taller.
Adolfo me dijo ‘30 años de teatro y me das el mayordomo’... le digo ‘tú crees que Gigio o yo somos tarados para darte un personaje que no va ser trascendente, es porque vas a ser importante’. Qué personaje, creo que es el mejor que ha hecho en su vida.
Un día también Christian Thorsen le tenía que dar serenata a Mónica Torres, tenía que cantar la Malagueña, y no quería me dijo ‘todo lo que quieras pero yo no soy cantante’, le dije que lo intentara, que si no le gustaba, no lo ponía, lo hizo y fue el gol de la temporada. Hay que aprender a hacer el ridículo, una vez que aprendas hacer eso, puedes hacer el personaje más serio.
Cuanto Tatiana entra, estaba Karina y Mónica, eso fe...
No, al menos yo no lo sentí así. Tatiana es una actriz que tiene grato reconocimiento. Cuando ella entra a trabajar que tener un personaje impositivo. Yo quería que sea la mandamás, la gritona. Ella entendió lo que era el personaje, el término ‘basura’ fue de ella, ella hizo crecer al personaje y le dio ideas al guionista. Las broncas entre ellas eran afuera, a mí no me incumbe.
Yo siempre les digo que se involucren en política, pero un día cometen un error, hacen una reunión de carácter político en el estudio. Yo todos los lunes a las 8 de la mañana hacía una reunión para hacer catarsis, ya se sabían sus defectos. Hicieron su reunión, yo no la vi, pero me la comentaron. Al día siguiente les dije que no se los iba a permitir, nunca más. La política está bien pero no en tu lugar de trabajo.
¿Y cuando se fue Irma Mauri?
Yo le tengo un cariño muy especial, ella fue mi alumna, muy buena actriz. Un año antes de que se fuera me dijo que no quería seguir porque era muy lejos para ella, le puse un carro, para que vaya desde Ventanilla, le pusieron porque era valiosísima. Al año siguiente me dijo que no cuente con ella, ‘no voy a venir, ya me harté, ya me cansé, prefiero a mis perros’. Yo le rogaba, le decía que la iba poner una vez a la semana y no quiso. Tuve que hablar con Gigio y el público se acostumbró a tener su foto ahí.
Tenemos una actriz que la extrañamos mucho, nuestra gallina, la gallina ponía huevos, hasta que se murió un día.
¿Y Gustavo Bueno?
Gustavo Bueno entró conmigo a Mil Oficios, necesitaba un personaje importante, él fue muy directo conmigo, me dijo, ‘yo no estoy aquí para hacer tonterías’, yo le dije que lo iba cuidar al máximo, que si no le gustaba algo, que hablara conmigo. Él fue muy hidalgo, nos encontramos a los seis meses y me dijo ‘Efraín, estaba equivocado contigo, no creía en ti porque habías hecho Risas y Salsa’... pituquitos pues, él es argollita, se lo digo en su cara. Me ha prestado plata alguna vez y se la he pagado por si acaso. Llegamos a tener una gran amistad, discutimos mucho porque políticamente es del otro lado.
¿Y Mayra Couto? ¿Fue verdad lo de los rumores con Andrés?
Eso fue falso, según mi opinión. Siempre a mí me contaban las cosas y Mayra es como mi hija. Me hubiera dicho que le estaba faltando el respeto y le hubiera dicho su vida. Pero nunca me dijeron nada y los dos tenían confianza conmigo. A mí nunca me informaron nada, yo recién me entero. Mayra también entró con un casting, a mí nadie me ha impuesto un personaje. Cuando me entero lo de Mayra, ya estaba afuera. Si me hubiera enterado, yo hubiera saltado.
A Lucho Cáceres le rogué para que entrara a AFHS, pero no pude convencerlo, estaba haciendo mucho cine.
¿Y con Erick Elera?
Él también entró por casting. Dijo que cantaba, que actuaba. Comenzó a tomar confianza y es lo que es ahora. Se ha subido mucho de peso. Es mi hijo, no conocía a su señora.
¿Con Yvonne cuántos años se conocen?
Uff, la conozco cuando trabajaba con Catonne, por su hermana. Es una señora, nunca hemos trabajado juntos en el teatro. Marcelo, cuando hace las cosas sin querer hacer reír, da más risa. Es buen actor, yo le daba ciertos tips.
¿Con Adolfo cuántos años de amistad tienen?
Creo que lo conozco del año 64, yo enseñaba en la Villarreal. Es mi amigo de palomillada, hemos hecho de todos. Nos gustaba el billar, era el rey del jirón Arica.
¿Y Magdyel?
Ella también entró por casting. Llegó con un over all, arrastrando una mochila. Se sentó en una esquinita con la cabeza abajo, leía así. Cuando hace el casting, me quedo con la boca abierta, esa que estaba cabizbaja, se transformó. Era menor de edad, su mamá venía a cobrar. Ella se va y ahí aparece Connie Chaparro, que una vez estaba temblando y la tranquilicé, le dije ‘si sale mal, la repetimos’.
A Sergio Galliani también te lo jalas
Él había trabajado en una serie, le tengo mucho respeto, era la primera vez que yo lo dirigía. La primera escena de AFHS la hicimos en un convento y me acerco y le digo ‘lo único que quiero es que no hagas reír’, lo hizo muy serio para que después, como lo habíamos conversado con Gigio, su personaje cambie. Es un actor recontra versátil. Después se casó con Connie, ahí se conocieron.
¿De qué te arrepientes o qué no volverías hace en tu vida?
No haber dicho no cuando me estafaron para ser director de cine. Fantasía se llamaba, la película con Chuiman. Yo voy a dirigir y me dicen que iba ser solo director artístico. Comencé a dirigir a los actores, la película salió una porquería en cuanto a tomas, pero me arrepiento de no haberlos mandado a rodar. Es tan mala la película que me da vergüenza. Me afectó emocionalmente haber cedido, me duró años.
¿Cuál es el momento más bochornoso que hayas pasado?
Haberme quedado dormido borracho en la avenida Alfonso Ugarte y me cortaron el pantalón para robarme la billetera. Cuando me levanté, vi al director del colegio, qué vergüenza, fue lo más terrible que me pasó. Estaba esperando el tranvía, tenía 18 años.
¿Cuándo te molesta cuál es la lisura que más dices?
Me cago en la leche, es un dicho español, lo aprendí de Pepe Villar.
¿Cuál consideras que es tu mejor descubrimiento artístico?
Es difícil, pero vamos por trayectoria, Adolfo Chuiman e Irma Mauri.
¿Con quién no trabajarías?
No voy a decir su nombre. Son dos personas que me traicionaron. Cuando estaba construyendo el teatro Opera, pagaba un alquiler, las personas que me lo alquilaron eran dos actores y ellos sabían que los iban a desalojar y no me dijeron nada. Cuando yo fui, estaba tomado el teatro y me quedé en la calle y les fui a reclamar y uno tuvo la osadía de tirarme dos telas por la ventana. Eso sí me pareció una traición muy baja, eran cosas mías y negaron que eran cosas mías. Eso nunca se lo haría a nadie.
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