La televisión peruana, que nació a fines de la década de 1950, comenzó con programas cómicos que rescataban lo que se hacía en la radio. Pero, con el paso de los años, estos adoptaron mejor el lenguaje de la TV. en sus sketches y así surgieron programas más originales como “Estrafalario”, del Canal 7 y luego Risas y salsa, del Canal 5, donde destacaría un inolvidable actor cómico: César ‘El Loco’ Ureta.
César Ureta de las Casas (1945-1982) imitó con regusto expresionista a personajes marginales, a seres monstruosos como el ‘Hombre Lobo’ o ‘La Momia’, pero también a las divas de la nueva ola italiana. Con los años, debió acostumbrarse a que en la calle le gritaran “Loco” y algunos amigos “Locureta”. Una sonrisa lo libraba del cargamontón público.
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Su carrera se inició en 1963, cuando su esmirriada figura apareció en los cines de barrio de Breña, distrito limeño donde vivía. Trabajó luego en radio La Crónica, en el programa Loquibambia, donde conoció a Tulio Loza, Piero Solari, Alex Valle y Guillermo Rossini.
El mundo de la comicidad era su vida y la televisión le abriría sus puertas. En ella se empeñó en parodiar, entre otros, a las ganadoras del Festival de San Remo: Rita Pavone y Gigliola Cinquetti. A fines de 1969 participó en el programa Teleloquilandia del Canal 4, en donde destacó su recordado aullido “¡aúa, aúa, tutú, tutú, buenas noches los pastores, brrrrr!”.
Pijama a rayas, ojos desorbitados y bacinica en la cabeza eran suficientes para desternillar de risa a la audiencia de esos años; algo que aliviaba en el público las tensiones que imponía el régimen dictatorial del general Velasco Alvarado.
‘El Loco’ Ureta experimentó en una “estética de la fealdad”, desde su breve paso por Histrión, y si bien había trabajado en el programa El Tornillo (1968-1976) y otros proyectos televisivos como La Tuerca, La Matraca y el mencionado Teleloquilandia, el conocidísimo Estrafalario (1976-1980), de Canal 7, fue el que marcó su carrera artística. Allí, en esos camerinos de Santa Beatriz, confeccionaba su propio vestuario, y allí también hizo eterna su imitación de Rita Pavone.
Estrafalario tuvo un gran éxito y sintonía en los años 70. Era un programa que producía Felipe Sanguinetti en la televisora estatal. En ese universo cómico de calidad, destacó una generación valiosa, con figuras destacadas como Guillermo Rossini, Román ‘Ronco’ Gámez, Alicia Andrade, Cayo Pinto y, por supuesto, el inigualable César ‘El Loco’ Ureta.
Ureta era un camaleón de la parodia, del sketch breve; por eso, en 1979, en el apogeo de Estrafalario, el calvo más querido de la televisión peruana halló su mejor momento, y en algunas entrevistas el imitador decía que se sentía “una persona feliz”.
Pero, como toda historia de amor, esta también debía acabar. En enero de 1980, el Canal 7 cerró el exitoso programa cómico y casi todo el elenco pasó al nuevo engreído: Risas y salsa, de Canal 5.
Risas y salsa se emitió desde el 4 de octubre de 1980, con los libretos del talentoso argentino Aldo Vega. El programa estrella de Panamericana Televisión se trasmitía los sábados, a las 8 de la noche. Hora estelar de la TV. peruana.
Pero César Ureta participó, antes de pasar al Canal 5, en algunas secuencias con su prima Sonia Oquendo, en el programa del Canal 4 que ella tenía con Rulito Pinasco, El Show de Rulito y Sonia (1981-1982). No obstante, estaba claro que lo suyo era la imitación pura, por eso voló para integrarse al grupo de Risas y salsa en cuanto pudo.
Ya en ese programa volvió a ser Rita Pavone y a regalarnos a un graciosísimo rey del mambo, ‘Dámaso Pérez Prado’. Hizo infaltables a sus queridos monstruos, entre ellos ‘Frankenstein’, y, por supuesto, el sketch de ‘El Loco’, en el que asumía a un personaje esperpéntico, que no era más que una creativa parodia fonomímica del tema “El Loco”, del cantante español Luisito Rey.
El artista provenía de una familia de actores: no solo estaba Sonia Oquendo, sino también las hermanas Gloria María y Liz Ureta Travesí, y Regina Alcóver (incluso Fernando Larrañaga, que triunfaba en México); todos ellos fueron sus primos. Pero nunca actuó a su lado.
César Ureta no tuvo hijos, pero estuvo casado con Palmira da Silva, una mujer de la selva, de Iquitos, quien lo acompañó hasta el último momento de su vida. Eso ocurrió el sábado 9 de octubre de 1982, cuando lo venció un paro cardiaco, en plena operación en el Hospital Naval, donde había ido por una apendicitis aguda.
Horas antes había estado en el Callao, trabajando para La Peña Ferrando, donde había trabajado desde 1967. El mito dice que había almorzado un ceviche en mal estado en Breña, su viejo barrio, y que eso complicó su cuadro clínico. César ‘El Loco’ Ureta, siempre en el recuerdo.