Tras una extensa lucha contra el cáncer, hace 31 años, un 9 de agosto de 1988, nos dejó Ramón Valdés, el entrañable Don Ramón de la histórica serie “El chavo del ocho”. Sí, aquel personaje que con sus otras interpretaciones como Peterete en “Los Caquitos”, Tripaseca o Súper Sam en “El chapulín colorado” y otras secuencias más, aún sigue divirtiéndonos una y otra vez cuando vemos el programa de televisión “Chespirito”.
Con motivo de más de tres décadas de su fallecimiento y para que su recuerdo siga vigente, su nieto Miguel Valdés compartió una foto íntima del comediante en sus últimos días de vida. En la imagen se ve al actor con una bata en el hospital, muy sonriente y levantando su pulgar, rodeado de seres queridos.
“Hoy [9 de agosto] hace 31 años murió Monchito. Como pueden ver en esta foto, aún con cáncer terminal seguía sonriendo, seguía bromeando y haciendo felices a la gente a su alrededor. Este hermoso carácter hizo que gente como ustedes lo quiera hasta la fecha, y es solo gracias a ustedes que él sigue vivo cada que prendemos la tele, cada que alguien comparte un meme o una frase de Monchito, gracias amigos los queremos muchísimo y agradecemos tanto amor”, escribió en un sentido mensaje.
Y aunque se sabe que Ramón Valdés llegó a tener una vida austera y feliz al lado de sus diez hijos, de tres compromisos distintos, y toda su familia, su salud no resistió más y dejó de existir a los 64 años. A continuación, te contamos la etapa final que vivió este personaje tan querido.
A pesar de que, en varios sketches Don Ramón cuidó con esmero la salud de su hija “Chilindra”, lamentablemente en la vida real desatendió la suya; pues Valdés tenía un gran problema: su adicción al tabaco. Él solía fumar incluso durante la grabación de los diferentes programas de “Chespirito”, lo que le causó cáncer de estómago y que le fue detectado a inicios de los años 80.
Dicen que Emilio Azcárraga Milmo, presidente de Televisa, había prohibido a todo el personal fumar dentro de las instalaciones, pero se lo permitió a Ramón por su estrecha amistad.
Debido al mal fue operado y los médicos le aconsejaron, aunque más le rogaron, que dejara los cigarrillos, pero no hizo caso y continuó haciéndolo; incluso en su habitación del hospital.
Lamentablemente, su adicción le trajo consecuencias y en 1985 fue sometido a una cirugía del estómago para reducirlo a la tercera parte; sin embargo, ya era demasiado tarde: el cáncer había hecho metástasis en su médula espinal. Por ese motivo, médicamente fue desahuciado y le dijeron que le quedaba solamente seis meses de vida, pero vivió tres años más.
Durante este tiempo, Don Ramón recibió solo ciertos cuidados paliativos, pero la situación se fue complicando con el paso del tiempo.
Su cuerpo no resistió más y después de dos semanas de quedar sedado para evitar el dolor, falleció el 9 de agosto de 1988, a los 64 años.
Pese a su enfermedad, Ramon Valdés continuó sus giras con su circo para entretener al público. Perú fue el último país que visitó fuera de México, fue aquí donde empezó a sentir que su salud empezaba a resquebrajarse por lo que tuvo que retornar.
Su tarea con su circo y el programa de comedia “¡Ah, qué Kiko!” quedaría inconclusos, debido al cáncer. Todo esto ocurrió en 1987.
Su funeral fue modesto en los Mausoleos el Ángel y varios de sus compañeros del programa “Chespirito” se apresuraron en terminar sus giras para acompañar a la familia.
Angelines Fernández, la Bruja del 71; Carlos Villagrán, Kiko; Edgar Vivar, el Señor Barriga; Rubén Aguirre, el Profesor Jirafales; y Horacio Gómez, Godínez; estuvieron presentes. María Antonieta de las Nieves, la “Chilindrina”, quien fue una de las más afectadas, no pudo llegar porque tenía una gira con su circo en Perú.
Otros de los personajes que estuvieron ausentes fueron Florinda Meza, Doña Florinda; y Roberto Gómez Bolaños, el popular “Chespirito”. Este último, tiempo después, se pesó mucho no haber asistido al responso funerario.
La muerte de Ramon Valdés apenó a muchísima gente, pero lo más sorprendente fue cuando Carlos Villagrán contó que el último capítulo subido a YouTube de “El chavo del ocho” en el que participó Don Ramón fue curiosamente en un panteón.
Tras ello dijo que al día siguiente la salud de este personaje empeoró hasta llevarlo hasta la muerte.
Su sobrino Miguel realizó un documental sobre la vida de Don Ramón. “La idea principal era hacer un libro. Mi tío Esteban Valdés quería escribir sobre la vida de mi abuelo desde su punto de vista y este texto iba a tener un DVD con las entrevistas de los tres compañeros más queridos de mi abuelo: Edgar Vivar, María Antonieta de las Nieves y Carlos Villagrán”, dijo a Teleshow.
Como el material era considerado muy bueno, decidieron subirlo a YouTube. “Haciendo este trabajo me enteré de muchas cosas que no tenía ni idea y que jamás me imaginé. ¡Miles! Yo me fui enterando poco a poco y el público también. Por ejemplo, no tenía idea de que fuera tan paternal y cariñoso, una faceta de mi abuelo que me hubiera gustado vivir y que gracias a lo que me cuentan, hoy puedo saber”.
El joven en una entrevista a Somos contó que Ramón Valdés “parecía que ni actuaba. Era tal cual se le ve en pantalla: gracioso, amoroso, gritón, renegón, paraba en jeans y camiseta. Nunca perdió el sentido del humor”.
Ramón Antonio Esteban Gómez Valdés y Castillo nació el 2 de setiembre de 1923, en la Ciudad de México. Cuando tenía 2 años, su numerosa familia, pues en total eran nueve hermanos, se mudó a Ciudad Juárez.
Ya en su juventud comenzó a participar como extra de películas en medio de la efervescente era dorada del cine mexicano de los años 40 y 50, gracias al apoyo de su hermano Tin Tan. Su primera aparición en pantalla fue con la cinta Calabacitas tiernas (1948), luego participó en más de 70 películas, en varias de ellas trabajó con Cantinflas y con su célebre hermano Germán Tin Tan Valdés.
No fue hasta 1970 cuando Roberto Gómez Bolaños prestó atención en él y lo convocó a su equipo para un programa llamado “Los supergenios de la Mesa Cuadrada”, su papel era el Ingeniebrio Ramón Valdés. Esto significó su debut en la pantalla chica.
Un año después, en 1971, se concebía el papel que le cambió la vida: Don Ramón. Cuentan que el día que le propuso ser el papá de la “Chilindrina”, Chespirito le dio una sola indicación: “Sé tú mismo”.
Su trabajo en la televisión le permitió olvidarse de las preocupaciones monetarias por varios años. Hasta que en 1979, en pleno apogeo del programa “Chespirito” presentó su renuncia. Aunque el problema no lo tenía con Bolaños directamente, todo derivó por las discrepancias con Florinda Meza, quien al tomar la dirección artística del ciclo tomaba decisiones que no le gustaban. Pese a que necesitaba el dinero, decidió renunciar “por dignidad”, señalaron sus familiares.
Quico, quien también había salido del programa, se animó a hacer una dupla con Don Ramón, pero no funcionó. Por ese entonces se incorporó a un circo y empezó a recorrer Latinoamérica, utilizando su clásica vestimenta.
Sin embargo, tras llegar a un buen acuerdo, Valdés decide regresar al programa en 1981, último año de la serie televisiva “Chespirito”. En una secuencia en la vecindad de “El chavo del ocho” se grabó su retorno y se muestra cómo casi todos los personajes, menos doña Florinda, se alegran por ello. Aún se desconoce si la “Chilindrina” estaba enterada que ese día iba a aparecer su papá en la ficción porque quedó petrificada y muy emocionada al verlo.
En 1982, junto a Carlos Villagrán, Ramón Valdés protagonizó el programa venezolano ‘Federrico’, que solamente tuvo dos temporadas con 29 episodios.
Pero él continuó con la actuación. Incluso llegó a compartir escenas con Luis Miguel cuando el cantante aún era adolescente. La serie de 1984 en la que participaron se llamaba “Aprendiz de pirata”.
Años más tarde, en 1987, volvió a la televisión azteca con ‘!Ah, qué Kiko!’, junto a Villagrán, quien no contaba con los derechos de Quico. Esta apuesta televisiva no le resultó.
Nuevamente no se quedó de brazos cruzados y empezó con giras internacionales junto a su circo. Perú fue el último país que visitó antes que el cáncer al estómago que padecía debido a su adicción al tabaco lo lleve al hospital.
Don Ramón, a finales de los 80, estuvo en el país para grabar comerciales del turrón San José. Él inmortalizó el gancho publicitario: “Suaveciiitooo”.
En 1988, tras semanas de haber sido sedado, dejó de existir a los 64 años