Andrés Hurtado lleva 11 días en el penal de Lurigancho, donde parece estar mostrando un cambio significativo en su comportamiento. Según informó Lucho Vargas, periodista de Panorama, al principio el presentador de televisión se mostraba asustado y temeroso de ser trasladado al centro penitenciario. Sin embargo, en los últimos días ‘Chibolín’ ha mostrado una actitud déspota y prepotente.
Según Vargas, la insistente petición de Hurtado de un trato especial al INPE evidenciaba su deseo de recibir un trato diferente, un privilegio que no se otorga a otros reclusos. No obstante, esta semana, la imagen vulnerable de ‘Chibolín’ parece haber quedado atrás; el INPE ahora enfrenta a un Andrés Hurtado con una actitud amargada y prepotente.
El hombre de prensa indicó que el cambio en el comportamiento de Hurtado se hizo evidente el jueves pasado, cuando solicitó desde su celda ser trasladado a la clínica penitenciaria. Este centro, ubicado a solo dos cuadras de su pabellón, proporciona atención médica las 24 horas y está junto al pabellón 17, donde se encuentran internos con tuberculosis.
Mientras era escoltado hacia la clínica, los internos habrían aprovechado la oportunidad para saludarlo y burlarse de él: “Hola, Chibolín, ¿cómo estás, Chibolín?”. Las carcajadas y los comentarios continuaban mientras él avanzaba. En respuesta, Hurtado respondió: “¿Qué les pasa a estos pobres?”.
Además, su relación con las normas del penal parece ser problemática. Todos los internos deben completar una solicitud para recibir visitas, en la que pueden incluir hasta 10 nombres de las personas que desean ver.
Sin embargo, Hurtado solo incluyó recientemente el nombre de Damaris Moreno Sánchez, una ciudadana venezolana y su asistente personal. A pesar de tener nueve espacios adicionales, decidió no utilizarlos, argumentando que “no me quedaré mucho tiempo aquí”.
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