A través de su cuenta de Instagram, reveló la historia de cómo conoció a y de las anécdotas que protagonizó con él antes de que conociera la fama. El músico también contó que conoció al padre de ‘Peluchín’ de una curiosa forma.

En dicha red social, Pedro Suárez Vértiz cuenta que, cuando tenía 19 años, conoció Rodrigo González y que luego la vida los volvió a unir de una forma impensada. Asimismo, el músico indica que el conductor ‘era muy inteligente’.

Finalmente, Pedro Suárez Vértiz indica que visitó el hotel de Tarapoto del padre de Rodrigo González sin imaginar que ya se habían cruzado años atrás. ¡Aquí su narración sobre las relaciones padre-hijo!


Las relaciones padre-hijo siempre me han tocado profundamente. Quizá porque la mía quedó en debe cuando mi papá partió y yo tenía solo 19 años.Ya con una exitosa carrera como solista, soñaba con comprarme una camioneta Land Rover. Iba siempre a la lujosa tienda de Miraflores a mirarlas. Hasta que un día un gringo loco entró y pidió 6 Land Rovers del modelo más rural, para llevárselas a Tarapoto.

Años después yo era el invitado a desayunar en un programa de Mathias Brivio y en los descansos conocí y conversé mucho con Rodrigo González “Peluchín”. Me pareció un tipazo. Era muy inteligente. Años después viajé a Tarapoto. Me llevé a mi hijo Salvador y nos hospedaron en el mejor hotel. El concierto fue apoteósico y los paisajes eran un sueño.

La banda regresó a Lima pero mi hijo y yo nos quedamos para hacer los tours que ofrecía el hotel. Era un viaje padre-hijo.Pero oh sorpresa, los paseos del hotel por la selva y hermosos lagos azules eran en las 6 camionetas que compró el señor cuando yo estaba en la tienda. Y el tío era el dueño del hotel. Usaba barba, ropa de safari y una bandana en la cabeza. Todo un personaje. Logró su sueño y lo admiraba.Años después yo estaba muy demacrado por el estrés de recién enterarme que tenía una enfermedad discapacitadora.

Mi vida no tenía sentido y me encontré carro a carro con Rodrigo. Me pasó la voz y solo sonrió. No me abordó ni me hizo ninguna pregunta. Pero sentí su identificación y apoyo para con mi problema. Fue un gran momento que siempre recuerdo.Cuando el semáforo se puso en verde alzó su mano derecha y se despidió con mucha amabilidades ad sin decir nada.

Yo estaba desaparecido de los medios. Era una primicia verme, pero Rodrigo nunca comentó nada en ninguna parte.Años después vi a Rodrigo totalmente descompuesto en la tele contando que su padre acababa de morir. Contó que se quedaba con la satisfacción de que su padre finalmente aceptó que su hijo fuera un crítico de farándula.Rodrigo logró cerrar su libro con su padre.

Pero sus palabras me conmovieron más aún cuando mostró la foto con su papá y para mi tremenda sorpresa el señor era el tío aventurero dueño del hotel de Tarapoto. Increíble.

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Las relaciones padre-hijo siempre me han tocado profundamente. Quizá porque la mía quedó en debe cuando mi papá partió y yo tenía solo 19 años. Ya con una exitosa carrera como solista, soñaba con comprarme una camioneta Land Rover. Iba siempre a la lujosa tienda de Miraflores a mirarlas. Hasta que un día un gringo loco entró y pidió 6 Land Rovers del modelo más rural, para llevárselas a Tarapoto. Años después yo era el invitado a desayunar en un programa de Mathias Brivio y en los descansos conocí y conversé mucho con Rodrigo Gonzalez “Peluchín”. Me pareció un tipazo. Era muy inteligente. Años después viajé a Tarapoto. Me llevé a mi hijo Salvador y nos hospedaron en el mejor hotel. El concierto fue apoteósico y los paisajes eran un sueño. La banda regresó a Lima pero mi hijo y yo nos quedamos para hacer los tours que ofrecía el hotel. Era un viaje pedre-hijo. Pero oh sorpresa, los paseos del hotel por la selva y hermosos lagos azules eran en las 6 camionetas que compró el señor cuando yo estaba en la tienda. Y el tío era el dueño del hotel. Usaba barba, ropa de safari y una bandana en la cabeza. Todo un personaje. Logró su sueño y lo admiraba. Años después yo estaba muy demacrado por el estrés de recién enterarme que tenía una enfermedad discapacitadora. Mi vida no tenia sentido y me encontré carro a carro con Rodrigo. Me pasó la voz y solo sonrió. No me abordó ni me hizo ninguna pregunta. Pero sentí su identificación y apoyo para con mi problema. Fue un gran momento que siempre recuerdo. Cuando el semáforo se puso en verde alzó su mano derecha y se despidió con mucha amabilidades ad sin decir nada. Yo estaba desaparecido de los medios. Era una primicia verme, pero Rodrigo nunca comentó nada en ninguna parte. Años después vi a Rodrigo totalmente descompuesto en la tele contando que su padre acababa de morir. Contó que se quedaba con la satisfacción de que su padre finalmente aceptó que su hijo fuera un crítico de farándula. Rodrigo logró cerrar su libro con su padre. Pero sus palabras me conmovieron más aún cuando mostró la foto con su papá y para mi tremenda sorpresa el señor era el tío aventurero dueño del hotel de Tarapoto. Increíble.

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