Por: Carla Chévez
AGRADECE A LA VIDA. Patty Wong se ha ganado el corazón de miles de peruanos y extranjeros al revelarse que durante la pandemia apoyó económicamente a los trabajadores de su cadena de restaurantes ‘Aló, chifa Patty Wong’, gesto que hizo que en las redes sociales la bauticen como la ‘Chinita del pueblo’, pues incluso hubo varios con coronavirus. Hoy, esbozando una sonrisa, habla sin poses ni caretas de las ‘batallas’ que tuvo que librar, ‘cicatrices’ que le sirvieron para liberar sus miedos, sanar sus emociones y dar paso a una mujer empoderada, madre de tres niñas, dos veces divorciada, pero que cree en el amor y la familia.
Durante esta semana te escuché comentar sobre las ‘batallas’ que has librado y creo que la mejor palabra para definirte es guerrera.
Gracias, bueno, tuve a la mejor maestra que ha sido mi mamá, yo solo soy su discípula.
Tu mami tuvo diez hijos...
Sí, somos diez hermanos y hemos pasado varias etapas de escasez.
De niña trabajaste en la calle vendiendo comida con tu papá...
Así es, pero tanto a mi madre como a mis hermanos no les gusta mover eso, yo estoy muy orgullosa de lo que he vivido. En el colegio, a los 12 años, también vendía sánguches de pollo y me gané la chapa de ‘ambulante’ sumada a la de ‘cara de plato’, pero para mí todo eso han sido cicatrices de guerra, y si mi historia puede inspirar a otras personas a no rendirse y salir adelante, pues bien.
De la Patty modelo a la empresaria pasó mucho tiempo. ¿Qué te motivó a seguir adelante?
La verdad es que cuando me propongo algo, si hay un obstáculo me paro, lo recojo, lo pongo a un lado y sigo. No conozco un ‘no puedo’ y otras de las cosas que me ayudó a crecer fue el haber invertido en mi sanación emocional y espiritual. He llevado un posgrado de neuroemoción, que duró más de un año, también diplomados de administración de empresas y eso es lo que le pido a las personas, que no tengan el síndrome de la ignorancia, porque la ignorancia es el mejor capital para los corruptos y políticos. Con esto no quiero decir que voy a postular a un cargo público.
Pero ya te llaman la ‘Chinita del pueblo’
(Ríe) Entonces, les pido que si no quieren tener más políticos corruptos, estudien para que el mundo que les espere a nuestros hijos sea mejor.
Siempre estás positiva, pero debes tener tus momentos de quiebre o disgusto…
Mira, lo que aprendí en mi proceso de sanación es a no guardarme las emociones, porque eso termina enfermándote. Ahora tengo mi mochila más ligera, si tengo que llorar, lloro, si tengo que gritar, grito, no hago cosas para que alguien me acepte. He tenido la valentía de ser yo misma.
Antes ocultabas todo eso...
No me permitía llorar ni pedir ayuda, porque me decía: ‘tengo que estar fuerte’. Ahora cuando mis hijas me ven llorar me dicen: ‘estás liberando, ¿no mamá?’ (ríe).
Era porque temías que saquen provecho de ti...
No, lo que pasa es que todo tiene su etapa, pues cuando has guardado algo durante muchos años llega un momento en el que tu ser ya no soporta y liberarte es la mejor forma de sanar. Además, me he conectado con Dios y llevo una relación sana con Él. No pertenezco a ninguna religión, creo en ese Jesús que su padre era carpintero, que defendía a las prostitutas y no juzgaba.
Es muy fácil levantar el dedo para señalar.
Exactamente. Tendríamos un mejor mundo si más personas se preocuparan por curar su interior y no criticar.
¿Cómo va tu matrimonio?
Bueno, soy divorciada dos veces y no tengo vergüenza en decirlo, porque el haber tenido vidas que no sané cuando estuve casada no me hizo escoger a la persona adecuada para mí. Tu pareja debe compartir contigo y no suplir el vacío que tienes, yo no podía dar algo que no tenía y a pesar de que no hayan funcionado mis matrimonios, creo en la familia y en el amor.
¿Actualmente estás sola?
Sí, ahora valoro otras cosas en un hombre. Hoy me enamora su valentía, su hombría, no eso que muchos creen que teniendo más mujeres es el gran macho alfa lomo plateado, ja, ja, ja… y que seamos compañeros, no que yo sea un objeto para que él pueda sentirse más seguro.
¿Los futbolistas no te han cortejado?
Ja, ja, ja, antes no…
¿Ahora sí?
(Ríe) Ahora que he sido tendencia, no sé qué va a pasar, voy a hacer casting (bromea).
Haz casting, mira a Alondra...
Me estás haciendo olvidar que estoy hablando con el Trome y siento que me estoy tomando un café con mi amiga (ríe)… No, en su momento llegará a mi vida el compañero con el que recorra el mismo camino tomados de la mano.
¿Tus hijas son tu mayor motivación?
Sí y mi madre también. Mis hijas son las que me han impulsado a ser mejor y a enseñarles con el ejemplo de que en esta vida tienes dos opciones frente a las adversidades: o te derrumbas y estancas, o secas tus lágrimas, te acomodas la falda y sigues para adelante. Y en mi caso lo debo hacer porque tengo 3 niñas. Si bien sus papás son maravillosos y están pendientes de sus necesidades, soy yo la que está 24/7 con ellas.
A tus niñas les dices que en la vida hay que caminar sin caretas ni poses.
Exacto. Yo soy un libro abierto, sin poses, he vivido en Chaclacayo, San Juan de Lurigancho, Barrios Altos y ahora en Miraflores, soy una chica de pueblo. Puedo comer en un restaurante de cinco tenedores y disfrutar la comida, pero también me vas a ver en un mercado degustando un lomito saltado, mi choclo con queso y bebiendo mi rico emoliente de carretilla que me encanta.
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