Son las 10 de la mañana en Punta Hermosa, la neblina parece advertir que el sol no tiene intenciones de salir. El mar está algo agitado, los tablistas recorren ese jirón rebautizado con el nombre de la campeona mundial Sofía Mulanovich y ella, Olenka Zimmermann, está al borde del malecón, con un café en la mano y respondiendo de manera distendida.
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Olenka, ¿tienes calle?
Y distrito. He vivido en Chucuito, La Punta y Lince.
Se andaba palomillando.
Somos una generación que se hizo tomando agua de la manguera, del jardín que estaban regando.
¿Qué más?
Corriéndote de los policías, en la época del toque de queda.
¿Te tocó sufrirlo?
Pero no muchas veces, porque te metían bala y no pasaba nada.
Los militares salían a recorrer la ciudad.
Cuando los veías, si no tenías Libreta Militar, temblabas.
¿Alguna vez subiste a un portatropa?
No. Tuve amigos que se los levantaron.
Eso demuestra que sí has sido ‘caminante’.
Me paraba en la esquina y mi mamá me veía solo a la hora de cenar.
¿Rockera?
No se tocar ni la quijada de burro, pero es la música que más me llega al corazón.
¿Otro rubro?
Bailar y escuchar salsa, como en el Callao.
¿La dura?
La de los 70, 80 y principios de los 90. Ahora hay fusión distorsionada, alaridos y mucho llanto.
¿Y bailas bien achorada?
Depende con quién bailes o cuánto trago te has tomado.
Con el rock ni te pregunto, uno se mueve como quiere.
Es libertad total.
¿Qué transmite un guitarreo y la batería juntos?
Te empodera.
¿A qué ayudó en la historia?
A la mujer empoderarse y recuperar su igualdad. Por eso los conciertos de las primeras bandas estaban llenos de chicas.
¿Le entras al reguetón?
El de los inicios es bravazo, rebelde, con melodías. Allí esta Daddy Yankee, Calle 13. Lo de ahora es innombrable.
¿Si alguien está cargoso, según él, enamorándote?
Se le desahueva en ‘one’.
¿Te ha pasado?
Difícilmente se atreven.
¿Por qué?
La energía de la confianza tú la transmites.
Además, temen perder contigo.
Oye, no molestes, uno tiene barrio y no va a poder cuadrar a un ‘pata’.
¿Tienes más amistades hombres o mujeres?
El 70 por ciento son varones. Si miras mis fotos de chibola, estoy rodeada de patas. Son menos dramáticos, más sencillos, más básicos para divertirse y con menos trámites.
¿Y ellas?
A cierta edad tienen menos oportunidades de estar saliendo. Con hijos se les corta la vida social.
¿Cómo te gusta vivir?
Tranquila, sin mochilas existenciales.
Eres madre de una joven de 19 años. ¿Decidiste no traer más pequeños porque el mundo cada vez está peor?
Este mundo es solo para hacerte más fuerte o más feliz, no puedes ser débil.
¿Qué hay que enseñarle a un chico?
Hay que darle fortaleza, porque eso los hará tener una vida más libre.
¿Algo más?
Los hijos no pueden decirte cómo educarlos. La madre impone su conducta.
En el colegio los psicólogos aseguran que no deben ser tratados con imposición.
Fuera m..., qué sabrán ellos, que solo los mandan a ‘pepear’. Quieren niños robóticos que están babeando frente a la pizarra.
¿Otro error de los progenitores?
Hay algunos que creen que los profesores deben educar a sus hijos y no ellos. Deben enseñarles a respetar a los maestros, que si ellos dicen te vas de clases, lo hagan.
Todo cambió...
Ahora los chicos son de cristal, los gritas y se ponen a llorar. Antes discutían y te retaban: ‘La arreglamos afuera’.
¿Eres de colegio ‘pituco’?
He estudiado en uno nacional y sentí el racismo con tendencia sexual. Me decían ‘mamacita rica, te quiero’. Parecían enfermitos mentales que nunca habían visto una chica.
¿Les respondías?
Nunca fui mechadora, pero si tenía un palo se los he metido. Viendo eso las demás compañeras empezaron a defenderse.
¿No te dio miedo?
Nunca me sentí víctima, lo mío era: ‘Afuera te espero’ y los cobardes se iban.
¿Te sientes rica?
Me gusta sentirme bien y más que guapa es tener estilo.
¿Vegetariana?
Bien carnívora.
¿Martín Arredondo?
Es el productor de mi programa, el mejor y he trabajado con seis antes que él.
¿En qué te ha sorprendido?
Cómo incentiva a la gente, ha hecho que todos estén emocionados. Es el único que ha dicho: ‘No te quiero solo tener parada y anunciando las notas’.
¿'Crónicas de Impacto’?
Estamos superchéveres y la energía del programa es espectacular. El pueblo lo reconoce en las calles. Ya saben, los sábados a las 10 de la noche.
Lo mejor para ustedes.
A su estilo y con su verdad, ella va por la vida. Como diría Andrés Calamaro: ‘La honestidad no es una virtud, es una obligación’.
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