“Hay Mondongo para rato”, dice con voz pícara don José Lorenzo Zubiate Zegarra, mejor conocido como ‘Mondonguito’, mientras come un sabroso plato de mondonguito a la italiana en el puesto La Chiclayanita del Mercado Central. A sus casi 70 años, este recordado cómico camina a paso lento por las calles del Centro de Lima sin dejar de saludar y responder con una sonrisa a quiénes lo reconocen. Su rostro luce cansado y agitado por el trayecto que tiene que hacer casi todos días para trasladarse desde su casa, en Comas, hasta el Parque Universitario, donde presenta su show humorístico.
Don Lorenzo habla pausadamente, como esas personas que tienen mucho que contar. Recuerda con nostalgia el viaje de Bagua a Carabayllo cuando era un niño, la primera vez que trabajó en un circo y el momento estelar cuando sorprendió en el programa Trampolín a la Fama con su participación como cómico ambulante. Pero el destino caprichoso con su vida lo llevó a Europa para establecerse casi 20 años en Italia. Recorrió con su arte todo el Viejo Continente y no hubo país que no conociera el talento del gran ‘Mondonguito’. Pero también hubo un momento picante de su vida, que casi lo lleva a la cárcel y tuvo que perder casi 200 mil euros, que tenía ahorrado producto de varios años de trabajo. Ahora comenta esa drama como sin dejar de mostrar una sonrisa. “La vida es un hobbie, lo tomó así”, dice.
Don Lorenzo, ¿dónde nació usted?
Soy del departamento de Amazonas, Bagua Grande, de un pueblito llamado Naranjito.
¿Siempre fue así de gracioso?
El arte viene desde la época escolar. Recuerdo que vine a la capital, a los 6 años de edad, luego de la muerte de mi mamá. Mi padre nos trajo a Lima a mí y mis hermanos, y fuimos a vivir a Comas, Carabayllo, en la parte más onda de Carabayllo. Ahí, estudié la primaria y secundaria.
¿Quién lo bautizó como ‘Mondonguito’?
El apodo de ‘Mondonguito’ viene de la época del colegio. Recuerdo que en la puerta de la escuela vendían papa a la huancaína, tallarines, papa rellena y el plato de mondonguito, que, ahora lo llaman mondonguito a la italiana. A mí me encantaba el mondongo porque lo estiraba como chiclé, era mi delirio. Siempre que llegaba al colegio me pedía mi mondonguito a la entrada, en el recreo y a la salida. Hasta que una señora que vendía mondongo fue quién me puse esa chapa. Cuando me veía llegar, me decía: “Ahí viene mondonguito”.
Cuénteme sobre su colegio
Siempre me sacaban en las actuaciones por el aniversario del colegio o el Día del Padre, Día de la Madre, Día del Maestro, Día de la Bandera. Recuerdo que me pintaba de payasito durante las actuaciones y era el único de mis compañeros que pasaba sin dar examen porque todos los profesores me querían.
Si bien era gracioso y tenía talento para el humor, ¿cómo inicia en la comicidad?
Yo empiezo en la comicidad en los circos. Mi historia en los circos comienza en el año 68 o 69. Recuerdo que a mi barrio en Carabayllo llegó el circo de Tony Perejil, muy conocido en el Perú por ser el decano de los circos. Inicié en ese circo a los 14 o 15 años de edad y de ahí pasé a otros circos. Empecé como payasito y, poco a poco, fui aprendiendo el arte del circo: el trapecio, alambre, malabares, magia y hasta faquirismo, pero más me gustaba la comicidad.
¿Cómo migra del circo a las calles?
Fue por una serie de coincidencias. Un día, estaba paseando por el Jirón de la Unión cuando veo a unos payasitos de la calle, que tenían público. Me detuve un rato a observarlos y de ahí me gustó el arte de la calle. Cierto día, voy a la Plaza San Martin, y veo a un payasito que estaba haciendo su show. Me iba gustando más y más, el teatro de la calle. Así que decidí empezar en la plaza Guadalupe, al costado del Palacio de Justicia. En ese parque conocí a Tripita, Frejolín, Papelito y su hermano Walter Ramírez, el ‘Chorri’ de JB. Poco a poco iba aprendiendo sobre el teatro popular. De ahí paso a la Plaza San Martín y empiezo a hacer ruedos, hasta que fui al Parque Universitario y ya tenía más fuerzas.
¿Cómo le fue?
Me estaba yendo bien pero al poco tiempo vuelvo a la Plaza San Martín y regreso con más fuerza. Una anécdota linda que conservo de mi época, en la Plaza San Martín, es que cuando estaba actuando, dentro del público, estaba el señor Augusto Ferrando, él me va da la oportunidad de presentarme en Trampolín a la Fama y me dice: “Esta semana te espero en Trampolín a la Fama”, me dijo luego de verme haciendo mi show ante una multitud de personas que estaban riéndose de mis chistes. Él habrá pensado que se trataba de un mitin o algo. Pero me pasó algo gracioso con el señor Augusto.
¿Qué pasó?
Cuando yo pido colaboración, él mismo pasó el gorro y decía: “Hay que apoyarlo porque estos son los valores peruanos”. Reunió algo de S/ 300,00 o S/ 350,00 soles y me lo entrega, luego me regala 100 dólares que, en ese año (1993), era mucha plata. Ver al señor Augusto Ferrando fue como estar frente a una estrella de cine y que él mismo me haya invitado a Trampolín a la Fama fue un recuerdo inolvidable.
Así fue como se presentó Trampolín a la Fama
Exacto, así que el siguiente sábado vino el chofer del señor Augusto, el ‘Negro’ Marcos, y me llevó al programa y ahí empezó mi historia. Hice trizas Trampolín a la Fama. Ferrando me dio la oportunidad y me tuvo buen tiempo en su programa, yo comencé a llevar a los cómicos de la calle y él es el que cambia el nombre a ‘Ambulantes de la risa’.
Esos duelos con ‘Tripita’ fueron inolvidables
Con ‘Tripita’ éramos los más fuetes de la calle. No había cómico que pueda pararnos, él era espontaneo y yo era creador. Mezclábamos el humor, los chistes y parodias. El trabajo de los dos era bien aceptable
No solo ustedes tuvieron su espacio en la televisión, sino otros cómicos
Claro, estuvimos en el programa ‘Ambulantisimos’ en el Canal 7, que era producido por los hijos del señor Augusto Ferrando: Juan Carlos, Rubén y Chicho. Ahí estaba ‘Tripa’, ‘Lonchera’, Kike, aunque él era nuevo en la calle, y ‘Cachay’ que recién empezaba. ‘Ambulantisimos’ era un programa muy bonito, luego nace ‘Los Reyes de la Risa’ con Mónica Zevallos que fue un programa muy fuerte en el Perú, después de Trampolín a la Fama.
¿Qué recuerdos de esa época de ‘Los Reyes de la Risa’?
Bonitos recuerdos y en mi mejor momento llegué a ganar 2500 dólares mensuales en Panamericana. ‘Tripa’ y yo, éramos los más caros dentro del elenco. Aunque fue la primera y única vez, la oportunidad fuerte que tuvimos porque después todo se fue para abajo. Terminó Panamericana y cada uno se fue abriendo en sus propios proyectos personales.
SU VIDA EN EUROPA
Tras la salida de ese programa, ¿usted migra a Europa, no?
Me invita la comunidad peruana en Francia, me llamaron por su aniversario y viajé a Francia. La invitación era solo para un mes, y cómo yo estaba en Europa, desde Italia se enteraron que estaba allá y me jalaron. Me acostumbré rápidamente y estuve radicando un buen tiempo en Italia. Viví cerca de 17 años en Milán. Soy residente italiano, pero no ciudadano.
Y en Italia, ¿llegó a trabajar haciendo show en las plazas?
Allá, es prohibido hacer teatro en la calle, el único país que permite trabajar en la calle es España. En Italia, yo trabajaba los fines de semana en restaurantes de peruanos y hacía shows en Roma, Florencia, Torino, Génova, Napolés, Sicilia, y en todo lugar donde había restaurantes peruanos me presentaba. También viajaba a Suiza, Suecia, Alemania, Austria, Bélgica o Grecia haciendo mi show.
¿Todos los días se presentaba en los restaurantes?
No, trabajaba los fines de semana y de lunes a viernes me dedicaba a la venta de discos de videos. Y cómo acá, en Perú, estaba Mesa Redonda y existe la piratería, me dediqué a hacer discos piratas para no estar de vago e invertir mi tiempo en algo. Como yo veía que la piratería daba buen resultado, dije: “Acá está mi fortuna. Comencé agarrar de lleno a la piratería, y ya como un trabajo estable”.
¿Y cómo hacía para reproducir los discos?
Desde Perú, me enviaban los masterizadores para acá, en Italia, no existen y está prohibida la piratería. Mi familia me mandaba las películas de estreno y yo las reproducía. Comenzaba a reproducir música MP3 y películas, vendía cada disco a 5 euros que, en ese tiempo, era plata. Así comencé a trabajar durante 8 o 9 años, vendiendo discos hasta que me cayó la fiscalización.
¿Dónde vendía?
Los discos los vendía en casi todos los lugares de Italia, estaba en Florencia, Roma, Torino, Milán, Génova, por todo sitio. Llevaba en mi maletín un promedio de 1500 discos y los colocaba en el suelo muy cerca a los parques, donde se reunían los peruanos. A todos los peruanos que se acercaban, les ofrecía películas de estreno, novelas, series colombianas, como: el Cartel de los Sapos, y también música de Grupo 5, Armonía 10, Corazón Serrano y Agua Marina. Esos discos los pirateaba y la gente pagaba precio. Los italianos también porque estaban casados con peruanas.
Estaba formando una especie de ‘Hueco’ en Milán
Quería formar un nuevo ‘El Hueco’ en Milán y no me ligó. A raíz de eso, muchos comenzaron a copiarse de lo que hacía, incluso, yo vendía los discos al por mayor para que ellos revendan los discos. Me parece que un peruano, que me tenía envidia, me tiró dedo y me perjudicó. Así que tenía que venirme a Perú porque uno no caminaba tranquilo, y siempre estaba a la expectativa que me iban a parar como si fuera un delincuente y no era un delincuente. A veces, la viveza del peruano, nos causa problemas.
¿Cómo llegan a detenerlo?
Tuve un problema en el 2016. Me hicieron la camita, porque la Policía ya estaba siguiéndome porque allá es prohibido el pirateo. En Europa, ser pirata es peor que ser narcotraficante o ser asaltante de banco. Allá no se puede evadir los impuestos, los impuestos se pagan porque se tienen que pagar. Allá, no existen vendedores ambulantes porque las mismas tiendas denuncian a los ambulantes porque ellos pagan sus impuestos y los ambulantes, no. Por eso, es que allá está prohibido evadir impuestos; es horrible sino te vas preso.
¿Cómo se da su intervención?
Vivía en Milán y estaba yéndome a Roma. Me detienen justo saliendo de mi casa, me agarran con una maleta de videos, tenía como 700 o 800 discos. Los agentes me detienen y me llevan a la comisaría Cavegneri en la madrugada, después fui conducido al palacio de Justicia. Estuve enmarrocado, eso es por ley. En la carceleta del Poder Judicial, donde están los peores delincuentes de toda Europa; había gitanos, marroquíes, ingleses, franceses, italianos, ecuatorianos, argentinos, colombianos y peruanos; ellos al toque me reconocían: “Habla, mondongo”, me decían.
¿No tenía abogado?
No, el juez comenzó a ponerme la sentencia y me condenan a 6 años de prisión y 360 mil euros de multa por la piratería. A Dios gracias, cuando estaban llevándome a la carceleta me topó con un señor. Él me saludaba y lo reconocí después. Sucede que era un fiscal, que estaba casado con una peruana y me conoció yendo a un show mío en Napolés.
Tuvo suerte, don Lorenzo
A Dios gracias, sí. Ese amigo era una autoridad, era fiscal de la Corte Suprema de Napolés, y fue directamente a ver mi caso. Con su apoyo, me absuelven del delito y me imponen 5 años de pena suspendida, pero con vigilancia, lo cual es duro porque no puedes caminar tranquilo porque estas vigilado y es un caos.
¿Qué más ordenó el Juez?
La plata que tenía en el banco me la confiscaron por completo. Tenía 180 mil euros en el banco. Ya me venía, planeaba poner un negocio. Mi intención era poner un circo en Perú y me dejan en nada, lo único que me quedaba era pedir mi libertad. ¿Qué hacía en Italia? No caminaba tranquilo, tenía miedo que la Policía me detenga. Recuerdo que me dieron un documento que decía que tenía libertad vigilada, así que dije: “Me voy a Perú”.
Además del dinero, ¿algo más ordenó el Juez?
Me prohibieron salir de Italia, y, menos: viajar a Perú. “¿Qué hago acá”, me decía. Así que llamé a mi amigo fiscal, y él me dijo: “No te preocupes, te vas porque te vas”. Él tenía un amigo en Marruecos, así que me recogieron y pude salir del país. No hubo problemas porque el carro tenía placa marroquí y pude salir sin problemas. Estando allá, tomé un avión rumbo a Ecuador y de ahí vine a Perú.
Don Lorenzo se vino sin sus 180 mil euros
Sí, pues. Al Perú, regresé con 70 mil dólares, pero ya no tengo ese dinero porque tuve que costear el tratamiento de mi hijo que estaba grave de salud. Tuvieron que hacerle la reconstrucción de un pulmón luego de sufrir un asalto y ahí se me fueron cerca de 37 mil dólares, tuve que pagar deudas; se fue todo y ahora he vuelto a las calles.
Buenos contactos tenía ese fiscal de Napolés
Él era fiscal y tenía muchos contactos en la Corte Suprema. Pasa que Napolés con Milán y Roma se odian, es como decir Lima y Arequipa. Napolés y Milán se tienen bronca, entre ellos dos, tiene que haber un ganador y como Napolés es la mafia más grande, siempre sale ganando.
Ahora no podrá volver a Italia
La pena que tenía ya caduco, así que puedo ingresar nuevamente a Europa. No he cometido ningún asesinato, solo es piratería. Planeo volver el otro año, tengo ganas de irme porque acá ya no se puede trabajar; todo ha cambiado, es diferente.
Ya no es como antes…
Mira, en el Parque Universitario, lo más bajo que saco son 56 soles. Tenemos cuatro días a la semana para trabajar, y ese dinero que conseguimos debemos dividirlo entre todos los socios. Al final, entre pasajes y almuerzos, no llegamos ni a los 30 soles diarios. Por eso, quiero volver a Italia, porque mal que bien, en Italia estas mejor.
¿Tan bien le iba en Italia?
Me paseé por todo Europa, conozco todo Europa. No hay lugar que no conozca, y me han pasado tantas anécdotas.
¿Alguna en especial?
Recuerdo cuando me iba a Berlín, y llegaba al aeropuerto cuando veo que los oficiales me ven llegar y se acercan con sus perros y yo les hago gestos, y los perros se van (risas). Escucho que ellos hablan en su idioma y se ríen, luego, ellos mismos se acercaban a pedirme fotos.
¿Otra?
En París, hay una zona muy conocida que se llama La Inmaculada, y ahí es donde se encuentran los mejores pintores. Siempre que yo llegaba, todos los pintores se peleaban por mí para que me hagan caricaturas, la gente se divertía con mis gestos y era toda una novedad. Las fotos que los turistas se tomaban, era para ponerlas como seguro en la puerta de sus casas o para botar a la suegra (risas).
EL LADO AMOROSO DE ‘MONDONGUITO’
Digamos que atraía miradas
En Europa, tenía mi jale. No tenía una enamorada, porque yo era mucho cuero para ellas (risas). Tenía amistades; parejas, no. Toda la vida he vivido solo. Ahora vivo solo, a raíz de mi viaje a Europa, perdí a mi familia. Me separé de mi esposa.
¿Por qué terminó la relación?
La distancia parece hizo que muriera el amor.
¿Pero no tenía ninguna amiguita?
Tenía una amiguita uruguaya, muy bonita. También tenía amigas francesas y sudafricanas, morenas muy bonitas. Si te cuento, aaasu diablo (risas)
O sea, ¿usted tenía su jale?
Mi jale es mi belleza. Allá, no hay estos rostros porque estos rostros son buscaditos allá. Imagínate tener un hijo conmigo es ser millonario porque los museos te llaman a cada rato (risas).
¿Usted se considera feo?
No me considero feo, feo es Felpudini, Yo soy más hermoso que él. Mira nomás, Felpudini se sacó con la actriz Analí Cabrera, ahí te das cuenta que los feos tienen suerte. Así que conviértete en feo tú también (risas).
Dejando de lado las bromas, ¿cómo se encuentra de salud?
Tengo principios de osteoporosis y hemorroides de cuarto grado. Que más tendré, trato de no pensar en ello porque si no me trauma la vida. La vida la tomo como un hobby más. Hay Mondonguito para rato, queda bastante mondongo.
Por último, ¿qué opinión tiene de los nuevos cómicos ambulantes?
¿A qué podemos llamar cómicos ambulantes? Ahora se ponen un vestido o son puro TikTok. Ya no hay humoristas, no existen humoristas. Humoristas eran pocos. Ahora, no hay. Ahora hay puro mariconada, mira los programas de YouTube, están lleno de homosexuales, que no son homosexuales, son hombres vestidos de mujeres, pero el público se divierte. El humor de la calle esta muriendo. Muero yo y muere el humor de la calle. Termina. Creo que soy el único que todavía maneja esto.