Melcochita recordó las navidades de su infancia. (M. Palomo)
Melcochita

A sus 81 años, Pablo Villanueva, , se convirtió en el ‘Papá Noel de Chocolate’ para alegrar a sus hijas Constanza (8), Esperanza (7) y Cecilia (4), por quienes sigue trabajando, pues de niño vivió navidades sin pavos ni regalos, pero resalta que estuvieron repletas de amor.

Te queda bien el traje de ‘Papá Noel’.
Soy un ‘Papá Noel de chocolate’, ja, ja... Me emociona ponerme este disfraz porque veo a mis hijas felices, ilusionadas. Su alegría es mi alegría.

¿Y cómo suelen celebrar esta fecha en casa?
Comiendo pavo y, claro, es infaltable el chocolate y su panetón. Todos nos desgraciamos en casa comiendo... uno sube varios kilos en estas fechas. Además, las niñas se ilusionan con algunos regalos.

¿Les regalas celulares o tablets?
No, creo que lo mejor son los juguetes para que crezcan con diferentes habilidades y trato que practiquen algún deporte. Yo hasta ahora sigo entrenando, eso me mantiene saludable. Además, en mi casa no hay vicios, no tienen mal ejemplo, pues no me ven llegar borracho a la casa ni armo escándalos ni peleas.

¿Y cómo eran tus navidades en La Victoria?
No había grandes juguetes ni cenas costosas, pero era un niño feliz que se adaptaba con lo que había en casa. Mi padre me hacía carritos de madera con las cajas de mangos y zapatos de trapo, éramos humildes. Y bueno, la cena no era pavo ni pollo, sino pescado. Mi padre vendía en el mercado y eso traía para comer. Lo acompañaba con papa, un choclo y su ají. Era lo que había.

Pero como dices, eras un niño feliz...
Es que el espíritu en mi barrio, en el callejón, era diferente. Después de cenar, todos nos reuníamos para jugar y corretear con los ‘patas’. Además, la vida era más sana, no había tanta delincuencia o peligros como ahora. La inseguridad abunda en todos los barrios.

Si tú recibiste un carrito hecho con una caja de mangos, ¿tus amigos del callejón qué tenían?

Había un vecinito que era tan pobre que su papá capturaba un pericotito, lo pintaba de blanco, le ponía su pitita y le decía que era una ambulancia. Así jugaba ‘Jorgito’, aún lo recuerdo. Pero tenía otro vecinito más pobre, Alexito, en su casa su papá comía y él eructaba. Y bueno, mi familia no era la excepción, mi papá nos decía que si nos portábamos bien nos llevaría a la heladería en Miraflores para ver a los ‘pitucos’ comer sus helados, ja, ja, ja...

Una infancia de muchas carencias...
A veces también teníamos días buenos y comíamos en la calle. Mi papá sacaba la mesa a la pista y le dábamos vuelta al tallarín rojo con paloma que comíamos en las buenas épocas. Pero éramos más zanahorias, los juegos eran más inocentes... eso sí, siempre fuimos honrados y honestos.

¿Qué otra cosa recuerdas?
Que mi papá me hizo un caballito de una escoba y yo le agarré camote. Andaba con mi caballo para arriba y para abajo, me palmeaba y corría. Por eso, años después, tuve la inspiración de componer ‘Pegaso’...

Tremenda salsa...
Caballo, caballito, caballo real... esa canción fue un hit en Colombia, todo el mundo la bailó. La música es mi gran pasión, pero ese es otro cantar.

¿Y cómo han sido tus navidades en Estados Unidos?
Con frío, hay nieve y no se puede disfrutar como aquí, porque no puedes salir a la calle a celebrar, reunirte con los amigos, todo está prohibido. Tampoco puedes ir a visitar a los amigos de improviso. Yo prefiero la jarana que se arma aquí, el ambiente, compartir una reunión, contar unos chistes, cantar.

Después de haber recorrido casi todo el planeta, te quedas con las celebraciones en el Perú...
Totalmente, vivir en este país es lo mejor.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC