Karen Schwarz habla de su labor como madre, mujer y artista de TV en entrevista con Trome
Karen Schwarz

Por: Fernando 'Vocha' Dávila

La ‘Reina de belleza’ ya no usa corona, tampoco camina sobre una pasarela. Ahora va por los sets de televisión convertida en señora, con los apuros de un ama de casa y responsabilidad de asumir un matrimonio. , conductora del programa ‘En exclusiva’ de Panamericana Televisión, tiene costumbres que distan mucho de ser una chica especial. No solo es su sonrisa un sello en su forma de ser, también su estilo de vida marca la diferencia.

¿Hay un vestido nuevo para cada programa?
A veces repito la ropa.

¿En serio?
No soy de esas personas que desean hacerle creer al público que todo lo que usamos es de estreno.

¿Por qué?
Que la gente entienda que lo mío es una ‘chamba’ normal.

¿Lavas?
No me gusta, uso lavadora.

¿Planchas?
Intenté, lo hago horrible.

Pobre Ezio...
En mi casa no existe eso de que la mujer tiene lista la ropa.

¿Entonces?
Mi esposo la lleva a la lavandería y pide que se la entreguen lista para usar.

No me digas que tampoco cocinas...
Puedo hacer un lomo saltado, arroz con pollo o comer arroz con huevo y lo disfruto. Nunca me muero de hambre.

¿De buen diente?
Me preocupa que la comida de mi hija Antonia esté bien nutritiva.

¿Algún potaje especial a tu pareja?
Nos engreímos mutuamente. Él prepara ensaladas.

¿Hay roles marcados en la familia?
No hay ama ni amo de casa.

Si los dos trabajan, ¿cómo es un fin de semana?
Los tres en pijama, saliendo de la cama solo para comer. Los domingos son de paz.

¿Full relajo?
Si se rompió algo, no nos desesperamos por levantarnos y limpiarlo.

Cuando nació la bebé, ¿descuidaste al esposo?
Los tres primeros meses solo fueron para Antonia.

¿Cómo reaccionaste?
Lo vi y sentí que me decía: ¿Y yo?

¿Cuál fue tu actitud?
Cambiar. Éramos cómplices, salíamos a cenar a cualquier hora, pero con la bebé ahora nos regimos al horario de ella. Entendimos que no podemos girar en torno a nuestra hija, sino que los tres debemos girar en nuestro mundo.

Cuando Ezio se fue a vivir a México, ¿te dio miedo perderlo?
Me dijo que no iba a aceptar la propuesta, yo lo empujé a que se vaya.

¿En serio?
Le dije: ‘Estamos a 5 horas, yo viajo a verte’.

¿Te preocupó la distancia?
Si mi esposo rema, yo también, así este barco siempre llegará a buen puerto.

¿Alguna vez le hiciste una escena de celos?
Estábamos en una discoteca, una chica se acercó y le dejó una servilleta. Tomé el papel, busqué a la muchacha y le aclaré: ‘Sabes que estoy con él. Tu papelito llévaselo a otro’.

¿Y si Ezio ‘saca los pies del plato’?
Se friega una familia, la relación, los sueños de pareja, eso es para ambos.

¿Hay espacio para perdonar una infidelidad?
Le he dicho: ‘Me pierdes a mí y yo me doy cuenta de que no eres la persona de mi vida’.

¿Cómo mantuviste la llama encendida cuando estuvo viviendo afuera?
La videollamada fue básica. Nos funcionó mucho, hizo que nos extrañemos más.

¿Cuesta construir un hogar?
A veces, porque siempre me ven maquillada, creen que no tengo problemas en mi vida.

¿Te mandan piropos en la calle?
Sí. Pero al peruano le respondes, ya sea en una avenida o en redes sociales, y se esconde, tiene miedo, ja, ja, ja.

¿Hablas lisuras?
Cuando estoy llegando tarde a algún lugar y un carro no avanza, grito con las lunas bien cerradas: ‘¡Carajo, qué tienes, estás paseando!’

¿La última vez que compraste zapatos?
Antes iba a un centro comercial y me quedaba horas en las zapaterías. Ahora ya no paso por ninguna. Cuando salgo de compras, voy de frente a una tienda donde venden ropa para mi hija.

¿Qué aprendiste en este tiempo?
De soltera, mi única preocupación era pagar mi departamento y darme mis gustos. Hoy todo es mi bebé.

¿Una virtud?
Soy recontrapuntual en la chamba.

¿Una última locura de amor?
No hemos hecho nada que pueda denominarse así. Pero si queremos regalarnos algo lindo, como cenar, lo hacemos cualquier día y siempre los tres, ya no los dos solos.

Gracias por revelarnos parte de tu intimidad.
A Trome, que para mí es la ‘Biblia’. Hay prensa que me da miedo, han sacado cosas mías que ni siquiera he dicho, pero con ustedes nunca tuve ese problema.

Terminó la entrevista y ella volvió a sus urgencias. Saber de su hija, leer los mensajes de su esposo, pensar en trabajar... Típica mujer de hoy. O mejor dicho, de una reina de estos tiempos. Bien lo dijo la escritora británica Joanne Rowling: ‘Más que nuestras habilidades, nuestras decisiones muestran quiénes somos realmente’.

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