Hace 46 años se estrenó una serie de dibujos animados que se convirtió de inmediato en un clásico para varias generaciones. Se trata de ‘Candy Candy’, la historia de una hermosa jovencita que de bebita fue abandonada en una noche frío en la que caía nieve y por poco muere de hipotermia. Creció en un orfanato junto a su alter ego, Annie y ya en la adolescencia su drama se centrará en encontrar a sus verdaderos padres y en decidirse con qué chico se quedará finalmente: Con Albert o Terry.
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‘Candy Candy’ es un manga que se publicó por primera vez en la revista mensual Nakayoshi de la editorial Kodansha, en abril de 1975. Fue escrito e ilustrado por Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi.
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El manga terminó de publicarse en marzo de 1979 tras 55 capítulos.
Sin embargo, su explosión de popularidad llegó con su aparición en la televisión como anime. La serie fue producida por Toei entre 1976 y 1979, que desarrolló115 episodios de 23 minutos cada uno, y en 1990 se estrenó una película.
Los fanáticos no han podido ver regularmente la serie desde 1998, solo en capítulos aislados o recortados en redes sociales, debido a que está prohibida la difusión en todos los países del mundo debido a un proceso legal entre Igarashi y Mizuki por los derechos de autor de Candy Candy.
El conflicto comenzó cuando Igarashi sacó al mercado merchandizing de Candy Candy sin conocimiento de Mizuki. Igarashi insistía en que, como la autora de los dibujos, ella no necesitaba permiso de Mizuki para comercializar los productos de Candy Candy.
En el año de 1898, durante una noche nevada, es abandonada una bebé junto a una muñeca que tiene el nombre de Candy, de ahí el nombre que le es dado: Candice por la muñeca y White por la noche blanca, llamada por todos Candy. La misma noche, encuentran a otro bebé Annie. Ambas crecen cerca del lago Míchigan, en LaPorte Indiana, en un hogar para niños huérfanos dirigido por la señorita Pony y la hermana María.
Durante sus diversas etapas de vida le suelen ocurrir numerosas desgracias. No ha tenido suerte en los hogares de acogida y siempre se enamora sin ser correspondida.
Uno de los aspectos que más entusiasmó a las chicas que vieron la serie desde los años 70, es la disyuntiva en que se desenvuelve Candy. ¿Entregará su amor a Terry o a Albert?
Y hay bandos opuestos, como hinchas de fútbol, que defienden a capa y espada a los más grandes amores de Candy. Incluso, hay un tercer bando que guardó añoranza por Anthony, el primer amor de “la pecosa” y quien murió en los primeros capítulos de la animación.
Para algunos estudiosos de la serie, ambos galanes representan dos formas de masculinidad distinta. Ambos destacan por su aspecto conservador y novedosos para su época. Albert es el tradicional hombre proveedor, pero también abre espacios de libertad, ayudando a Candy a encontrarse con ella misma. Terry, el melancólico galán inglés, es el hombre que se impone, que puede robarle un beso, pero que también es capaz de romper con la tradición, dejar de ser un aristócrata para buscar su camino lejos de la familia. Es una réplica a la figura tradicional del príncipe.
Annie fue abandonada el mismo día que Candy en una noche de nieve. Annie y Candy se consideran mellizas, a pesar de que no lo son de sangre. A diferencia de Candy, a Annie no le pusieron un apellido al ser encontrada. Annie siempre tuvo el anhelo de estar en una verdadera familia.
Fue adoptada por los Britter, luego que el señor Britter la salvara cuando era arrastrada por el río junto a Candy. Al principio iban a adoptar a esta, pero al ver su mal comportamiento se decidieron por Annie. Es más. Annie, que deseaba a cómo dé lugar una familia, tramó un plan para indisponer a Candy.
Ya como parte de los Britter ingresó a la clase alta y hasta alguna vez desconoció a Candy para que no sepan que su origen estaba en un orfanatorio. Todo esto, pese a que Candy siempre la protegió, pues Annie era una niña tímida, frágil y nerviosa.
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