El salsero peruano Coti Loyola lanza su nuevo álbum ‘La salsa la pongo yo’ y cuenta su historia musical siendo participante de La Voz Perú, su paso por la orquesta de Alberto Barros, su nominación al Grammy americano con el disco ‘Live in Perú’ de Tony y Mimi Succar.
El cantante nació en Chimbote pero se crío en Comas. Es hijo de Martín ‘Cotín’ Loyola, recordado cantante de La clave del Callao. Este sábado 23 y el 30 de noviembre Coti Loyola estará presentándose en Barley Bar, de Pueblo Libre.
¿Cómo podrías calificar tu estilo en la salsa?
Hago salsa con bastantes colores, la romántica, salsa dura para improvisar y la actual; es decir desde la Sonora Ponceña hasta Marc Anthony, pasando por Cuba con Los Van Van o Isaac Delgado. Trato de hacer todos los colores de la salsa y siempre con mucho respeto.
¿Cuál de esos colores (estilos) te gusta más?
No tendría uno... todos los colores te pintan un paisaje.
¿Y tus cantantes favoritos en la salsa?
Creo que tengo un triple empate con Gilberto Santa Rosa, Alain Pérez y mi papá... sin el camino de mi papá, mi vida, mi carrera no habría llegado hasta donde estoy.
¿Había mucha salsa en tu niñez?
En casa había mucha música, no solo salsa. Por mi abuelo escuchaba a Los Panchos, me han influenciado mucho con los boleros. De niño escuchaba mucho a Niche, Frankie Ruíz, lo que hoy se denomina la salsa de leyendas. Es parte de mi ADN.
Eres de Chimbote...
Sí, soy chimbotano, me encanta el cebiche. Hace poco estuve en España y me encontré con un paisano, me preparó un cebiche de anchoveta y de palabritas, que son las conchitas, y estaba espectacular. Siempre que puedo volver visito Chimbote.
Pero luego te has criado en Lima Norte...
He vivido en Comas. Casi toda mi secundaria la he hecho ahí.
¿Qué te ha dado Comas para ser un cantante de salsa?
Comas es barrio, Comas es calle. Es como el Callao. En Chimbote viví hasta los 10 años. Para la salsa hay que tener calle, puedes cantar bonito, muy técnico, metódico pero para improvisar tienes que hablar de lo que le pasa a la gente, del fin de semana, de las pichangas, de lo que pasa en la avenida, de los cerros con sus escaleras amarillas. Todo eso aportó para poder sonear.
¿Qué sonero te gusta?
Marcial Isturiz, es un marciano, un extraterrestre. Y Gilberto Santa Rosa es el más clásico, es muy elegante.
¿Y el Cano Estremera?
Es una escuela diferente, tiene un cantar forajido, más de calle, con sal, pimienta y ají, como se dice ‘canta con cojones’, era su estilo. Y por eso, todo los años le hago un homenaje que se llama ‘Proyecto Cano’, y en el 2025 lo haré en Villa El Salvador y es gratuito.
Ingresaste a ‘La voz Perú siendo ya cantante, ¿es difícil tomar la decisión de participar en un concurso donde no te podría ir bien?
Yo nunca había participado en ningún concurso de canto, no tenía carrera como solista y chiveaba con la orquesta de Fallo Muñoz los fines de semana donde cantaba todo tipo de géneros. Cuando entré a ‘La voz’ decidí dejar eso miedos de perder, de pasar vergüenza en televisión y darle un ejemplo a las personas que me quieren, a mi hijo... hay que intentarlo, llegar hasta donde se pueda y aprender en cada etapa.
No te fue mal...
Iba pasando y pasando, hasta llegar a la semifinal; y bueno se me escapó por cansancio pues era un ritmo al que no estaba acostumbrado con cansancio físico y mental; pero me ayudó mucho a crecer, se me abrieron muchas puertas. Ahí decido que esto (la música) es lo mío.
En ese momento, ¿en qué trabajabas?
Estaba produciendo el ‘Jammin’ para Movistar, era un trabajo de oficina y los fines de semana chiveaba. He programado a Daniela Darcourt, Bareto, Eva Ayllón y los miraba en el escenario, y me decía ‘¿cuándo estaré arriba ahí arriba?’.
¿Cómo es que Alberto Barros te convocó a su orquesta?
Eso se dio por un TikTok, pues yo subí un video improvisando en el tema Boranda de la Ponceña; luego fue a ver mi Instagram y me llamó. Me dijo que quería contar conmigo, me mandó pasajes para viajar a Trujillo porque tenía un show. Fui a un fiesta privada, canté y me dijo ‘pelao, te vas conmigo a México contratado’.
De un momento a otro...
Mi primer show fue en el Auditorio Nacional de México, la sala más importante de latinoamérica, y luego vinieron shows por todo México, Ecuador y Perú. Pero le dije a Alberto que solo estaría un año para poder aprender, pues había dejado mi orquesta. Los viajes me tomaban dos semanas al mes, yo vivía más en México que en Perú. Estuve ahí hasta febrero de este año.
¿Y cómo se da tu acercamiento con Tony Succar en el disco en vivo que está nominado al Grammy americano?
En paralelo yo venía haciendo shows con Tony y me convoca para el espectáculo en el Gran Teatro Nacional, me dijo que ese disco fue nominado al Grammy Latino pero ahora lo haría en vivo para grabarlo y me pidió que dirigiera los coros.
Pero terminaste cantando...
Claro. Sucede que en los ensayos había un cantante invitado, muy famoso, y tuvo dos faltas. Tony se molestó y preguntó quién podía hacer esa chamba de sonear y todos me señalaron. Entonces, dije normal, empecé a improvisar y me propone cantar ‘Chabuca limeña’ con Mimi Succar y sonear en dos temas. Ahora el disco está nominado al Grammy, y yo llegué de casualidad por la irresponsabilidad de otro, cogí la oportunidad.
¿Y ahora estás preparando tu álbum?
Así es. Este sábado 23 se lanza ‘La salsa la pongo yo’. Tiene doce canciones, con diez adaptaciones de temas de rock, pop y reggae peruanos que sonarán en salsa, bolero, cha cha chá, son cubano, salsa tradicional. Y dos temas que son composiciones propias.
¿Qué temas se escucharán?
Por ejemplo ‘Quédate’ de Zen; ‘Todo estaba bien’ de Río; ‘No puedo amarte’ de Gian Marco, ‘Mala vibra’ de Laguna Pai; ‘La Pacha’ de los Nosequién; ‘Triste canción’ del Tri y otras más. Este disco lo voy a presentar en vivo el 12 de diciembre en el Teatro Segura.
¿Hay una identidad para la salsa peruana?
Se está formando una identidad, estamos avanzando lento. Para que sea más rápido debería de haber la unión de cantantes, músicos, productores, programadores de radio y empresarios para remar en un mismo sentido.