Por Mauricio Chereque
“No importa lo que te digan, siempre estamos solas”, es lo que le dice la señora Sofía a Cleo una vez asumido su fracaso matrimonial. La respuesta de Cleo, en silencio, al abrazo de su jefa y patrona con una mirada templada producto de su propia historia es, quizás, la imagen que mejor refleja las diferencias sociales que Alfonso Cuarón plantea en “Roma”.
La cinta favorita ― con 10 nominaciones ― para los Premios Oscars 2019 se muestra como una propuesta artística sumamente profunda del consagrado cineasta mexicano quien ya se llevó la estatuilla de Mejor Director el 2014 con “Gravity”.
“Roma” se centra en la historia de Cleo ― extraordinaria Yalitza Aparicio―, una empleada doméstica de un hogar de clase media en la Colonia Roma en el D.F de los años setenta, es narrada sin tapujos, y, es cierto, con cierta romantización de su marginalidad y pobreza, pero no por ello carente de realismo y verosimilitud.
El filme inicia contándonos la rutina diaria de Cleo trapeando el patio de la casa sucio con excretas del perro de la familia. El espectador asiste, entonces, a la vida diaria de la familia y al progresivo distanciamiento entre el señor Antonio y la señora Sofía ―soberbia interpretación de Marina de Tavira ― cuya cúspide se produce en la escena mencionada líneas arriba.
A la par, sin embargo, la cinta nos muestra a Cleo enamorándose de Fermín, un joven obsesionado con las artes marciales, que muestra interés y preocupación en ella que termina embarazándola y dejándola a su suerte en medio de una película en el cine ―gran simbolismo de Cuarón― y ambas mujeres, son de distinta manera, abandonadas a su suerte.
Aciertos
El desenlace del filme es, quizás, lo más logrado de la cinta: la violencia política, la tragedia, la reconciliación con el trabajo y la completa adherencia de Cleo hacia una familia ajena para la cual trabaja ― deja de ir a visitar a su propia madre que ha perdido su casa para quedarse laborando ― sin atisbos de una independencia enmarca al personaje en un sector social ineludible e inexorable.
Asimismo, deben destacarse las actuaciones de Yalitza Aparicio y Marina de Tavira. La primera, pese a ser la protagonista, no basa la fuerza de su interpretación en los diálogos que el guion le brinda sino en un extraordinario trabajo gestual que realiza de manera impecable y le ha valido su primera nominación como mejor actriz al Oscar.
En el caso de la segunda, De Tavira logra construir a una madre y esposa que intenta regresar con su marido, pese a que este le miente y le es infiel de manera constante. Con reacciones descarnadas, fuertes diálogos y una preocupación abnegada, la actriz logra construir un personaje memorable.
Puntos débiles
La cinta es un drama grabado en blanco y negro, con escenas de largos planos y muchos silencios que, definitivamente, no es para todos los tipos de público, y se podría indicar que en sus pretensiones se convierte en una película algo lenta.
Asimismo, algunas actuaciones secundarias palidecen en comparación con los protagonistas, por una simpleza que se vuelve poco verosímil para el espectador, principalmente en el caso de Adela, la otra empleada del hogar, y de Fermín.
“Roma” es, en suma, una alegoría a la función que la empleada del hogar cumple en una familia mexicana y también una crítica a la situación y trato que estas mujeres viven en su día a día. Su fortaleza cinematográfica y potente historia en el actual contexto de las relaciones entre México y Estados Unidos la convierten en una de las favoritas para llevarse la estatuilla de Mejor Película el domingo 24.
La película se encuentra disponible en la plataforma de Netflix desde el 14 de diciembre del 2018.