Por Miguel Alegre.
‘Mi villana favorita’ podría ser el título de la película de su vida. En la pantalla chica es la mala más odiada del Perú, pero ese sentimiento se convierte en un elogio para una actriz que ha logrado impactar al público en tan poco tiempo.
Cielo Torres no es ‘Sabrina’, su personaje en ‘Ojitos hechiceros’. Es una muchacha amable, capaz de robarse tu corazón en pocos segundos. La gente la reconoce por la novela, porque la ve bailando en ‘El artista del año’ o porque escuchó sus temas. Y es que ella en verdad baila, actúa, canta y encanta.
¿Chica mala?
No, para nada. Soy chica buena, a veces un poco tonta. Siempre digo que soy demasiado ‘Estrella’ (personaje de Melissa Paredes). Creo que estoy aprendiendo a sacar algunas cosas buenas de ‘Sabrina’, como el carácter fuerte, decidido.
Cuando te ven por la calle, ¿te odian?
Muchas niñas me miran y se quedan asustadas. Una vez estaba comprando en Plaza Vea y escucho que una pequeña le pregunta a su mamá si yo era la de la novela. ‘Sí, es ella’, le contesta. Y la niña comienza a gritar delante de mí, como asustada. ‘Tranquila, que no te voy a decir nada’, le dije.
¿La gente se la cree?
Sí, pero no me ha tocado alguien que me quiera hacer daño. Hay gente que me dice: ‘Oye, eres una mala, pero me encanta’.
¿Te has encontrado con ‘Sabrinas’ en la vida real?
He conocido varias. He estado en el mundo de la cumbia por muchos años, cuando llegué era más buena que ‘Estrella’, era chibola, venía de provincia, era la menor de mis hermanos y la más engreída, y me encontré con unas fieras totales.
¿Tanto así?
Hay chicas empoderadas, decididas, que saben lo que quieren. También hay las decididas a hacer lo que sea para lograr lo que desean. Y si tienen que meterse con alguien, lo hacen; si hay que aceptar una salida, aceptan. He visto y he escuchado a muchos productores que, con la condición de que estés con ellos, te operaban todo.
¿Alguna propuesta indecente?
Sí. Los hombres van tanteando. Saben bien hasta dónde pueden llegar. He sentido la intención de las personas, pero he sabido decir que no o en algún momento también me han engañado.
¿Cómo?
Había un productor que conmigo era normal, respetuoso, pero con otras personas andaba diciendo que estábamos juntos y un sinfín de cosas. A veces, una peca de inocente y tonta, y accede a un montón de cosas con la idea de que te quieren ayudar.
¿Es una verdadera jungla?
En este mundo encuentras mucha gente mala. Gente envidiosa que habla mal de ti para dejarte sin trabajo o rebuscarte algo para molestarte.
¿Encontraste el amor en el mundo de la música?
Nunca me he enamorado de alguien relacionado a lo que hago, siempre ha sido con gente que tiene una vida normal.
¿Hombre comprometido está prohibido?
Creo mucho en el karma. Jamás haría algo sabiendo que puede lastimar a otra persona. También existen los ‘vivos’ que te engañan. Cuando vivía en Tacna salía con alguien que decía que estaba soltero y no era así.
¿Y los ‘ex’ de las amigas?
Automáticamente eliminados. Al menos de las más cercanas, que son 4 o 5, definitivamente, no.
¿Has sido infiel?
Sí, cuando estaba en el colegio. Algo así más inocentón, un besito.
¿Perdonas una infidelidad?
¡Uy! He perdonado un montón. Siempre te dicen que para perdonar hay que olvidar. Lo intenté y no pude. Me hacía la loca, que es diferente, pero es inevitable recordar lo que te han hecho y puede volver a suceder. En mi caso, me lo volvieron a hacer varias veces.
¿Qué no perdonas por ningún motivo?
Que me prohíban hacer cosas, que me prohíban ser como soy. Y obviamente, jamás perdonaría que me levanten la mano.
¿Te ha pasado?
Tuve una relación tóxica que llegó a maltrato. Fue difícil salir, porque este tipo de relaciones son muy dependientes y por eso es que llegas a tolerar o justificar que te levanten la mano. Tuve que pasar terapia psicológica para poder alimentar mi autoestima.
¿Vives sola?
Sí. Los primeros años fue difícil acostumbrarme. He pasado de todo, hambre, sueño. En algún momento no he tenido sitio donde quedarme y no sé de dónde he sacado fuerzas, porque el trabajo que tenía no era estable, era un fin de semana sí y otro no.
¿Pediste ayuda?
No decía nada a mi familia, mi mamá era capaz de regresarme de los pelos. Había días en los que no tenía ni para comer y tenía que dormir o caminar hasta esperar el día siguiente y buscar que me paguen. A veces se demoraban y en otras no sabía calcular mi presupuesto, gastaba y me quedaba sin nada.
¿Pasaste días ‘chihuán’?
Sí. A veces hacía el día con una lata de atún o pan solo. Realmente la he sufrido.
Ahora vives en un moderno edificio en Miraflores...
Cuando paso por los sitios donde he vivido penurias, me da mucha nostalgia. Una vez me alquilaron un cuarto en Jesús María, en un quinto piso. No había nada más que un colchón sucio y roto. Yo tenía solo una maleta de ropa y lo único que hice el primer día fue extender la ropa encima y taparme con más ropa para pasar la noche.
¿Qué más te pasó?
Una vez me enfermé, me acuerdo en ese mismo cuarto. Volaba en fiebre y estaba sola. Al día siguiente ya llamé al dueño del grupo para que me llevara al médico.
¿Estás ahora con pareja?
No, estoy tranquila sola. Es muy difícil mantener una relación con una persona que entienda la etapa en la que estoy, que no tengo tiempo.
¿Qué planes ahora?
Voy a lanzar un tema propio. Una salsa urbana, no como reguetón ni tampoco como Daniela Darcourt, sino algo más light.
¿Cuando estabas en ‘Agua Bella’ te daba miedo presentarte ante un público ebrio?
Sí. Una vez en Ilo empezaron a lanzar botellazos al escenario. Tuvimos que tirarnos al suelo y nos sacaron a rastras. También una ocasión, en el norte, hubo una bronca entre pandillas. No me gusta cantar muy tarde, porque encuentras a gente muy borracha y ya ni te escuchan.
¿Se puede cantar y actuar?
Creo que es un complemento perfecto. A mí me ha ayudado mucho mi experiencia en el canto para mi desarrollo como actriz.
¿Si tuvieras que elegir?
No podría. Lo que sí tengo claro es que me llamen o no para una novela, siempre voy a seguir haciendo música.
Muchas gracias, Cielo, por tu tiempo...
Yo feliz de hablar con Trome. Y ya lo saben chicas, no sean como ‘Sabrina’.
La tuvimos que dejar porque mientras hablaba con nosotros ya la esperaban decenas de técnicos y asistentes para transformarla en ‘Sabrina’ y comenzar a grabar. Y mientras la chica buena se despedía de nosotros, la malvada de la televisión volvía a nacer.