Christian Cueva usó sus redes sociales para enviar un comunicado tras la denuncia de su aún esposa Pamela López, quien lo acusa de haberla agredido físicamente. En el texto, el futbolista pide perdón y solicita que lo dejen jugar al fútbol. Minutos después de su pronunciamiento, Cienciano anunció que era despedido del club.
En el mensaje, Christian Cueva indica que su conducta vista en los videos que mostró Pamela López, ‘fue una respuesta y que es inexcusable’. Además, indica que se hará responsable de sus actos y asume que tiene una personalidad compleja.
Finalmente, señala que padece de depresión crónica y que su condición “es más compleja de lo que parece”. Finalmente, adjuntó unas recetas médicas con las que busca justificar lo expuesto.
La violencia es inexcusable y mi conducta, aunque no haya sido espontánea sino en respuesta, también lo es.
He sido tildado de muchas cosas malas, defectos que seguramente tengo y ahora se me acusa de abusador y no creo serlo. Se que tengo una personalidad compleja que va más allá de lo que se puede ver de mí y me hago y haré responsable de mis actos, lo que no implica que deje de defenderme y busque aclarar, ante las autoridades, aquellos hechos que no se han contado de la manera en que ocurrieron o que simplemente no ocurrieron.
Por todo ello, por lo que pasó, lo que pasó diferente y hasta por lo que no pasó, pido perdón.
Mientras la verdad se busca y encuentra en las instancias correspondientes, pido por favor que se me deje jugar al fútbol, que no se me quite esa opción, pues es, junto a mis hijos, a quienes amo más allá de lo que se ha dicho, lo que me sostiene.
Hoy quiero abrir mi historial médico y someterme a cuanta pericia se disponga. Lo hago, no con el propósito de que se me exonere de culpa, sino simplemente para que se vea que la situación es más compleja de lo que parece y que, aunque uno quiera, a veces los problemas internos ganan. Insisto en que no rehúyo de mi responsabilidad, pero, una vez más, ruego, que el salvavidas que es para mí el fútbol, no se me quite.
Hoy, más que nunca, sé que soy solo un chico de uno de los barrios más pobres y humildes del Perú, que creció en medio de los problemas que millones de niños y jóvenes peruanos padecen y que tuvo la suerte de jugar bien al fútbol. Se que aún me queda una chance de lograr que eso no sea una condena, sino un verdadero honor y ojalá, un motivo de orgullo para mis hijos, no por los triunfos, sino porque su padre logró ser, finalmente, mejor persona.
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