Por Fernando ‘Vocha’ Dávila
El hombre ríe. Es su sello. Regala una sonrisa porque tiene las cosas claras. Sabe lo que quiere. Carlos Carlín está sentado en la banca de un parque supertransitado. Hemos buscado una que esté cubierta bajo la sombra de los árboles. Los oficinistas, que salen al refrigerio, lo miran sorprendidos y las chicas le regalan esa mirada de fans enamoradas. No hay poses, hay calma. Está atento en responder las preguntas de esta entrevista, que terminó siendo una conversación de vida.
¿Eres callejero?
Sonso de ventana.
¿Caminante?
He paseado mucho por el Centro de Lima.
¿Eso ayuda?
Aprendí a ser observador.
¿Dónde más te nutriste de jirones?
He visitado penales.
¿Y eso?
Con Johanna San Miguel, hace muchos años, tenía un programa de radio muy escuchado y nos invitaban.
¿Una anécdota en prisión?
Fui asistente de rodaje en la película ‘Reportaje a la muerte’. Jalaba cables, preparaba los panes y un tal ‘Teacher’, que había estado en el motín del ‘Sexto’, era asesor porque había vivido todo lo que trataba el guion.
¿Qué pasó con él?
Lo encontré en una de las visitas, me pidió mi número telefónico. Me enseñó un sol y me dijo: ‘La única moneda que tengo, la pienso gastar llamándote’.
¿Le diste?
Sí, pero con los dos últimos números cambiados.
¿Has estado en una pollada?
He ido a las descargas.
¿Bailas?
Cuando estoy con muchas ‘pilas’.
Eres divertido, trabajas en lo que quieres, solo te falta tener un hijo...
Un tiempo estuve obsesionado con eso, ahora pienso ‘acá hay mucha gente, es un mundo de m... ¿Para qué traer a alguien más?’.
Las personas dicen: ¿Y quién te va a cuidar de viejo?
Págate una empleada, pues.
Te va tan bien que puedes tener a la mujer que quieras...
No tengo a nadie, solo un perro al que están operando para castrarlo.
¿Ganador con las chicas?
He sido muy torpe.
¿Y ellas?
Me han buscado mucho, porque no salgo a la calle.
¿Amas tu soledad?
Cuando he tenido una relación, tener que hacer cosas de pareja ha sido algo infernal.
¿Y ahora?
Con mayor razón. Estoy más viejo y más pesado.
¿Carla García es un hermoso recuerdo?
Por supuesto. Una mujer muy inteligente.
¿Eres machista?
Tengo cositas en mi ADN que ni yo mismo sé.
¿Juegas fútbol?
Mi papá me compró una pelota llamada ‘El verdugo’ en homenaje a (Oswaldo) ‘Cachito’ Ramírez.
O sea, sí jugabas.
Me sirvió para hacer amigos.
¿Hacías goles?
Una sola vez en mi propio arco y yo, todo sonso, celebraba.
¿Y entrabas al ‘full-vaso’?
Bastantes veces en el parque de mi barrio. Me metieron preso por tomar en la calle. Quise escaparme y un policía me agarró, me dio un cachetadón y... para adentro a la comisaría.
¿Dónde estudiaste?
En el colegio San Luis de Barranco. De allí salieron Alberto Beingolea y Jorge del Castillo. Por si acaso, no todos los de allí somos tontos, ja, ja, ja.
¿Rechazas las corridas de toros?
Bañarte, afeitarte, ponerte colonia e ir a sentarte a ver cómo matan a un animal que bota sangre por la boca, eso es tener algo de enfermedad. Es un evento salvaje.
Ni hablar de las peleas de gallos...
Me molesta usar al animal como distracción para el humano.
Dime un momento de felicidad...
Conocer a Charly García.
¿Cómo fue?
En 1998, después de leer muchas entrevistas y reportajes sobre él, supe donde vivía: Avenida Coronel Díaz con Santa Fe, en Buenos Aires, y fui a buscarlo.
¿Lo encontraste?
Había escuchado que vivía en el séptimo piso. Vi una puerta sin timbre, toda garabateada y el periódico en la entrada de la puerta.
¿Tocaste?
Sí. No salió nadie. Esperé como dos horas y bajó del ascensor, totalmente flaco, un pantalón de cuero negro y al verlo me paré y le dije: ‘Soy peruano, fírmame por favor’ enseñádole una foto.
¿Qué dijo?
‘Andá, loco’ y me tiró la puerta.
¿Te fuiste?
Me quedé. Luego de unas horas volví a tocar. Abrió y estaba en calzoncillos. Al verme, me ‘escaneó’ de pies a cabeza y gritó: ‘Esperá, loco’.
Allí sí dejaste la casa...
Seguí hasta que apareció un hombre, me dijo que era el chofer. Me hizo pasar, Charly me pidió la foto, la firmó y recién me fui.
¡Misión cumplida!
Años después regresó a Lima rehabilitado y la empresa que lo trajo me pidió que vaya a recibirlo al hotel. Fui con mi sobrino músico.
¿Conversaron?
Estaba sentado a mi lado y me puse nervioso, me porté como un hue...
¿Te tomaste una foto?
Sí, pero con tan mala suerte que antes de la toma, justo había levantado un vaso con whisky. Salgo al costado y a él no se le ve la cara porque el trago lo tapa. Más parece que una tía alta estuviera conmigo.
Ahora te luces entrevistando en ‘Wantan Night’ por ‘Plus TV’...
Allí he aprendido a escuchar a la gente.
La ‘rompes’ en la serie ‘El día de mi suerte’...
Estamos bien. Te cuento una, estaba grabando en el barrio de Castilla, en el Callao, y uno de los que nos cuidaban se me acercó, dijo que tenía mi mismo apellido y como podríamos ser familia, tenía que darle una propina.
¿Aflojaste?
No. Estaba con vestuario y no tenía ni un sol.
¿Hincha de Héctor Lavoe?
Un fuera de serie. Un genio.
¿Por qué los genios como él, Charly o Maradona, son tan controversiales?
Hay que quererlos por lo que nos dan en su arte y entender que ser drogadicto es una enfermedad.
Pensaba que íbamos a conversar 20 minutos y hablamos una hora...
Gracias por esta conversación, la pasamos muy bien.
Realizó un par de gestos para la última foto y con un apretón de manos muy fuerte, se despidió. Esta conversación puede generar críticas o respuestas, lo cierto es que expresó lo que siente. Bien dijo el poeta inglés Lord Byron: “La sinceridad puede ser humilde, pero no ser servil”.