Desde el piso 18, de un edificio en San Isidro, un hombre ganador observa toda la ciudad. Desde esas amplias ventanas disfruta un panorama único, diferente. La urbe crece de manera horizontal y van quedando en la historia los barrios donde los chicos filosofaban parados en una esquina, el primer ‘salón’ de la escuela de la vida. Carlos Alcántara exitoso, vago, callejero y algo más.
Hoy, sin la nariz de claun, sin esa sonrisa eterna, nos lleva a un ‘viaje’ al interior de su alma. Donde están sus añoranzas, sueños cumplidos y por cumplir, fantasmas y demonios. Vamos a encontrar la semilla que dio origen a su vida.
La gente cree que los divos como tú no agarran una escoba, no tienden su cama, no saben nada de los quehaceres de la casa.
Sé gasfitería.
Si se queman los plomos, ¿los cambias?
Sin problemas, y todo lo que sea electricidad.
¿Alguna otra virtud?
Tejer, bordar, coser a máquina.
Huummm, algo más.
Pintar el pelo.
¿Te lo tiñes?
A mi esposa y se lo corto a mis hijos.
¿Es tu otra especialidad?
Mi sueño es abrir un centro de estética.
¿Quién te enseñó ese oficio?
Mi mamá, todos los meses, se teñía el cabello o se hacía permanente... y yo era su asistente.
¿Practicaste en una peluquería?
No fue necesario, mi viejita me daba mi propina.
Es una sabia.
Me enseñó el yas y una vez mis patas me los encontraron en el bolsillo, me hicieron leña.
A propósito, ¿jugabas trompo?
Claro. A la ‘cocinita’, ‘troya’, ‘cinco con mano, tres con piedra’.
Eso de chibolo, ¿de más grande?
Picaflor.
¿Labia?
Mucho floro para darme cuenta por dónde ir.
¿Ibas de ‘cacería’?
Soy de la escuela de los que si no chapabas una chica en el tono, eras un hue...
¿Te sentías mal?
Llegaba a casa y decía: ‘Ta’ mare, no agarré a nadie’. Así era de adolescente. Luego, hasta los 25 años, vino mi etapa de idiota...
¿Cómo es eso?
Quería fintear y tratar de aparentar lo que no soy. Llegué a ser racista.
¡Increíble!
Buscaba chicas en otros estratos sociales y económicos porque, según yo, eran mejores. Eso es ser hue...
¿Cuál fue tu primera medida para llegar a esos niveles?
Me mudé a Miraflores, pero a los meses regresé a mi casa porque se me acabó la plata, ja, ja, ja.
¿Tanto te equivocaste?
Totalmente, menos mal después reaccioné.
¿Tan fuerte era la cosa?
Eran épocas que estaba con alcohol y estimulado.
¿Un ‘Cazador furtivo’?
Chape y sexo eran lo mío.
Y cuando te mudaste a vivir solo, ¿dormías siempre acompañado?
La soledad era tan grande que iba a la discoteca y levantaba a alguien.
¿Perdías la memoria?
Hablaba mi historia y, una vez, una chica me cuadró: “¿Por qué le has dicho a todo el mundo que te acostaste conmigo? Qué poco hombre eres” y entendí que no estaba bien.
Cosas de juventud.
A esa edad, uno anda con el arma rastrillada.
¿Y ahora?
A esta edad, las balas son de plata y hay que cuidarlas.
Entre tanta vida acelerada, todo de pronto cambió.
Mi esposa me enseñó a hacer el amor con ternura y sin estímulos.
¿Qué tiempo de casado?
Soy fiel y de una sola mujer. Tenemos 23 años juntos y una actividad sexual importante.
¿Te faltó algo por hacer?
Soy un futbolista frustrado.
¿Tanto así?
Si me das a escoger entre ser actor o futbolista, sería lo segundo, pero con el pensamiento que tengo ahora.
Pero si te vistes de corto.
Soy centrodelantero, en la categoría 48 años, del club Regatas.
¿Metes codazos?
Un tipo me metió un puñete, lo perseguí por toda la cancha y nos botaron a los dos.
Por todo lo que cuentas y donde te encuentras, siento que eres feliz.
La felicidad es por momentos.
¿La última vez?
Cuando celebré el gol de Perú a Chile con mi hijo Lorenzo. Me vio festejar y con su sonrisa me decía que también quería gritar.
Cuando leo todo lo que has pasado y vives, me animo a soltar esta interrogante, ¿buen hijo?
No lo soy y, si digo lo contrario, sería ser hipócrita.
¿En qué sentido?
Porque no la visito a mi mamá como debería ser.
¿Distancia?
O estoy cansado o también porque tengo mi familia.
¿Pero haces el esfuerzo?
A veces le mando movilidad para que vaya a mi casa.
Es una confesión muy valiente.
Si digo lo contrario, una vecina va a decir: ‘Mentiroso, si nunca viene’.
Pero estás al tanto de ella.
La mantengo y lo digo con orgullo porque se lo merece.
¿La sacaste de la Unidad Vecinal Mirones?
Un tiempo le conseguí un departamento y de entrada criticó: ‘Qué feo edificio’.
¿Cómo era su nueva casa?
El ascensor se abría de frente a la sala y ella bromeaba: ‘Va a entrar un zambo a violarme’.
¿Volvió al barrio?
La Unidad ha cumplido 50 años y ella es fundadora. Me di cuenta que si es feliz con sus vecinas, entre el raje y la virgen, pues que esté donde se siente bien.
Menos cabello, más canas.
Ahora me alegra envejecer. Me veo más viejo y más guapo.
Una anécdota con los ‘drogos’.
Un día, a las 7 de la mañana, un fumón sacó el espejo de su casa y uno le preguntó: ‘Adónde vas’ y respondió: ‘Me voy a afeitar’.
¿Bebes?
Tomaba whisky, pero se me borraba el casete. Salía con mi esposa a una reunión y de regreso ella manejaba el auto, yo me hacía el gracioso, le tapaba los ojos y le preguntaba qué podía pasar. Lo peor que al día siguiente no me acordaba. Ya no tomo más.
Un mensaje.
Me da pena cuando gente del mismo barrio le invita ‘merca’ a un hombre que ha salido de un centro de rehabilitación. Lo hacen recaer, eso es maldad.
Ante tanta rebelión, cuéntanos del estreno de tu última película.
Este 20 se estrena ‘El secreto de la semilla’, va a ser una película que les va a cambiar muchos conceptos de la vida, como lo hizo conmigo. Se estrena en todas las salas y no se la pueden perder.
Y al final, el diario ‘Trome’.
Saludo a sus lectores, que siempre están con la mejor información.
(Fernando 'Vocha' Dávila)
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