Un café con un hombre popular que nunca quiso la fama. A las 10:30 de una mañana fría de esta Lima gris, Bruno Cavassa se sienta en la mesa más cercana a la puerta del Bar Queirolo y espera calmado las preguntas. Tranquilo, sin incomodarse, las responde una a una, mientras que el humo que sale de la taza parece ir abrazando sus afirmaciones. Este reentre a la televisión peruana mediante Latina, la proximidad del Mundial Qatar 2022, son pretextos perfectos para explorar su interior y él accede con gusto. tema obligado, su romance con Gisela Valcárcel.
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Bruno, haber sido pareja de la ‘Gise’ debió de ser toda una historia.
La conocí a raíz de las apuestas que realizaba a famosos.
¿Cómo se dio?
Fue para un ‘U’-Sport Boys y me tocó perder. Tuve que preparar un almuerzo para 500 personas.
¿Y allí empezó?
Mi vida cambió desde lo mediático.
¿En qué se dio la transformación?
Siempre fui perfil bajo, pero me empezaron a seguir las cámaras.
¿Nunca accediste a una entrevista?
Jamás.
¿Te pedían un reportaje con los dos juntos?
Sí, colegas de más confianza, pero en realidad eso no era lo mío.
¿Y tú variaste algunas costumbres?
Sí, por ejemplo, en el vestir. Antes de todo eso, me ponía lo que encontraba y salía.
¿Qué situaciones del día a día se hicieron diferentes?
Ir al estadio se complicó un poco. La gente en las tribunas me vacilaba. Me cantaban.
¿Los jugadores?
También, pero eso más bien me facilitaba para entrar en confianza y pedirles una nota.
Estando con ella, ¿te cruzaste con Roberto Martínez?
Siempre tuvimos una buena amistad. Nunca hablamos del tema, ni tampoco teníamos por qué hacerlo.
¿Todo bien entonces?
En un partido de la selección, fui a comprar al restaurante de Occidente y lo encontré.
¿Te saludó?
Sí y de pronto llegó un hincha con su cámara, porque no existían los celulares de ahora, y se tomó una foto con ambos.
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¿La popularidad te hizo caminar sobre una nube?
Te mueve, te sientes distinto y un tío una vez me dio un gran consejo.
¿Cuál?
Que suba a un micro, y allí pisé tierra.
¿Lo hiciste?
Sí y era mi terapia de cada semana.
¿Qué descubriste?
Allí escuchaba al Trome.
¿Por qué?
Ese lenguaje de pueblo que utilizan ustedes, allí estaba.
¿Se sorprendían?
Algunos me interrogaban: ¿Qué pasa, ‘Bambino’?, ¿estás misio?
Sí tienes calle…
Como para sobrevivir.
¿Quién te dio la idea de hacer apuestas?
Nació porque reté al ‘Puma’ Carranza diciendo que no hacía esa jugada que llamaba la ‘Mentirosa’.
¿La hizo?
Sí y me ganó cincuenta ‘cocos’ y pegó tanto que la hice durante mucho tiempo.
¿Te aburrió?
Sí, porque era divertida, pero cuando comentaba los partidos, no lo veían con seriedad.
¿Te lo mencionaron?
Entrevistando al árbitro ‘Tarjetita’ Arana lo critiqué y me contestó: ‘Seguro estabas haciendo una apuesta’.
Ya era el camino equivocado.
Y lo peor de todo es que detesto apostar, ja, ja.
¿Y la conoces con la pelota en los pies?
Soy un futbolista frustrado.
¿Por qué?
Estuve en la ‘U’, me probé en todos lados, llegué al Centro Iqueño de la Segunda división, pero nunca jugué. En la Liga de San Isidro sí tuve mis partidos.
¿Eras bueno?
Volante cumplidor y metía patada.
Trabajaste con Daniel Peredo, ¿es cierto que era recontraduro?
Tengo agendado el único día que me invitó una gaseosa, ja, ja.
¿Alguna vez te sirvió la televisión para librarte de una cuadrada?
Una madrugada, caminando por la avenida La Colmena, se vinieron dos choros y uno me reconoció.
¿Cómo?
Me soltó un: “Bambino, y dale ‘U’”.
¿Y tú?
‘Toda la vida’ y me arranqué.
¿Un defecto?
Tengo miles.
¿Entonces, una virtud?
Ser leal.
O sea ninguna dama puede decir que le fuiste infiel.
Nadie.
Y ahora de nuevo en televisión.
Somos la única señal que transmitirá el Mundial y estamos en el programa ‘Destino Qatar’, que va de lunes a viernes a las 11:45 de la noche por Latina. Hablamos de todos los campeonatos, los mejores goles y la historia de estos eventos.
Gracias por tus confesiones.
A ustedes por la charla.
Ya sin el café, con el frío que insiste en quedarse y caminando por el centro de la ciudad, el periodista camina sereno, siempre dispuesto a sonreír. Debe ser que tiene como principio la famosa frase de William Shakespeare: ‘Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada’.