De niño, Andy Montañez (Andrés Montañez Rodríguez, su nombre de pila) era conocido como Junior. En el hogar familiar y en todo Trastalleres, su barrio de toda la vida en San Juan (Puerto Rico), lo llamaban así para diferenciarlo de su padre. Del señor amante de los boleros y los tangos, de quien heredó su nombre.

Y fue a “Junior” a quien buscaba Rafael Ithier para que cante en la orquesta que estaba formando, ‘El Gran Combo de Puerto Rico’, hoy conocida como “la Universidad de la Salsa”. A don Rafael le habían dicho que había un muchachito que cantaba como los dioses. Era 1962 y a Junior, con 20 años recién cumplidos, ese encuentro le cambió la vida para siempre.

Y ahí empezó todo. Desde entonces, Junior se fue convirtiendo en Andy Montañez, dejó los boleros por lo que se llamaría salsa en cuestión de poco tiempo. Y el resto es una historia de vida que repasó con Trome.pe en un restaurante de Lima. Sencillo, con ese humor caribeño desde el saludo y con la sabiduría de 74 años bien vividos.

Todo salsero de su generacion empezó amando los boleros.

- Sí, todos. Es más, te voy a decir una cosa, a mí me gustan más los boleros que la salsa.

Debe venir de familia, los boleros sonaban todo el día en todas las radios de América Latina.

- Mi padre era tanguista y bolerista, pero no profesional, sino de compartir con sus amigos y esas cosas. Y así yo empecé escuchando y cantando boleros. Incluso, cuando tenia como 14 años, había un trío en México que se llamaba Los Tres Reyes. Y había un cantante, que nació en mi barrio, Herminio Aviles. Ellos tenía una canción que se llamaba “Como un duende”, y dice:

Como un duendeYo sigo tus pasosPara ver si tan solo eres míaO repartes tu amor en pedazos

y por eso hicimos un trío con amigos de bachillerato y le llamamos “Los duendes.

Cuenta Andy Montañez que con “Los Duendes” fue muy famoso, pero solo entre los amigos y las chicas. “Íbamos a cantarles serenatas a las muchachas”, comenta y asiente con una sonrisa, mientras abre más los ojos, cuando se le pregunta si alguna vez hubo misión cumplida tras aquellos improvisados conciertos nocturnos.

Pero Rafael Ithier no fue el primero en apostar por Andy como cantante. A los 8 años, cuando aún era Junior, su madre lo llevó a participar “a uno de esos programas que hoy llaman ‘reality’”.

Ella ya veía algo.

- Sí, ella era la visionaria, aún lo es, vive en Trastalleres y tiene 96 años. Vio que tenía posibilidades para cantar. En ese programa canté un bolero, era un bolero. Para mí no existía la música movida, aún no. No recuerdo el tema ya, ¡son los 74 años!

Regresemos. Y un día, Junior está en su casa de Trastalleres, se asoma Rafael Ithier y le dice que anda buscando a un tal Junior, que si lo conoce. “Le dije que en el barrio había varios Junior, pero cuando me dijo que buscaba al que cantaba, le dije que ese era yo. Y ahí fue cuando cambió mi vida, ahí dejé los boleros y empecé a entender lo que es la música movida”.

¿Qué es la salsa para usted?

- Para mí la salsa no es un ritmo, para nada. Para mí la salsa es una fusión de ritmos, de muchos: la guaracha, el son el guaguancó. Todo ese se mezcló y todo eso ha formado la salsa.

Y a Rafael Ithier lo debe tener en un altar, como muchos.

- Es mi compadre, el padrino de mi hija. Rafael Ithier es un visionario. Si a otro líder le pasa lo que le pasó a él, El Gran Combo no existiría. Imagínate, se fue Pillín Rodríguez, se fue Tito Vélez, después me fui yo… y El Gran Combo sigue hasta ahora. Eso quiere decir que es un gran líder.

Y un líder siempre enseña, ¿qué le enseño Rafael Ithier?

- De Rafael yo aprendí lo que es respetar la tarima, la profesión, lo que uno hace. Yo lo admiro mucho.

¿Y a usted, la fama nunca lo mareó?

- Sinceramente, y que no suene pedante o prepotente, pero yo nunca me desvié. Yo no creo que los aplausos te tengan que cambiar. Y no creo en los excesos ni que la fama te tenga que llevar a ellos. Ni creo en las drogas. Porque he visto a muchos compañeros que han dejado de ser…

Precisamente, mucho se habla del mundo de la salsa de la época y de los excesos que había ahí.

- No solo en aquel tiempo, todavía hay eso, es solo cuestión de control.

Suena fácil, pero…

- Cuando era joven, cuando iba a hacer algo, lo que sea, me preguntaba si esa cosa que iba a hacer causaría sufrimiento en mi madre. Si la iba a hacer sufrir, no lo hacía. Tan sencillo como eso.

Y en medio de todo esto, ¿cómo era la dinámica en El Gran Combo?

- El Gran Combo siempre fue como una cooperativa. El dinero era dividido siempre así: si eramos doce, se dividía en trece, Rafael cobraba doble por ser el líder. Si alguien se enfermaba, se buscaba al sustituto y de todos se sacaba dinero para el sueldo del reemplazante. Es que el que estaba enfermo también cobraba. Rafael siempre fue justo.

El Gran Combo es la banda más emblemática de la salsa, ¿a qué cree que se deba que un ritmo de una pequeña isla caribeña haya traspasado fronteras?

- Cuando llegué era un neófito, el primer viaje que hice fue a Panamá y vi ir creciendo lo que es la música movida en Centroamérica y Sudamérica, y no sé por qué hasta ahora. Pero la salsa es la música que más nos representa a los puertorriqueños.

Pero el reggaetón le está quitando espacio desde hace unos años ya.

- El reggaetón cogió un boom, sí, pero yo siempre he dicho que la salsa es como un ave fénnix, resurge de sus cenizas. La he visto caer muchas veces. Cuando vino el rock, el patapata, el merengue. Y con el reggaetón bajó un poquito también, pero creo que la salsa no va a desaparecer nunca.

De los salseros clásicos, usted es el que más se ha acercado al reggaetón, los puristas lo menosprecian.

- Eso viene desde El Gran Combo.

¿Cómo? ¿Cómo así?

- Rafael Ithier es un tipo visionario en ese sentido. Siempre experimentamos. Hemos hecho fusión, ¡hemos hecho un disco completo en inglés! Un inglés raro, el que saliese (risas), pero Rafael no le tenía miedo a esos desafíos.

Lo del reggaetón lo menciono porque usted se atrevió a mezclar la salsa y el reggaetón en el disco “Salsatón” (2006).

- El primer acercamiento al reggaetón fue con , en el disco donde está La Gasolina. Yo creo que la idea es no tenerle miedo a lo que se hace.

Pero los puristas de la salsa ven con malos ojos al reggaetón.

- Yo lo que creo es que tiene un mérito. Pero, como en todo, los excesos son malos. Hay mucho reggaetón poniendo a la mujer en el suelo, despreciándolas, pero hay reggaetoneros muy buenos como Calle 13, que tienen conciencia, tienen un mensaje. Hay, los hay. Y van a desaparecer los que no dicen nada. ¡Eso pasó en la salsa y también en los boleros!

Hay un paralelo ahí: usted dejó el bolero por la salsa y tal vez muchos dejaron la salsa por el reggaetón.

- ¡Es verdad! Me lo han dicho Julio Voltio, Daddy Yankee. ¡Aman la salsa! Voltio ha grabado un disco maravilloso de salsa, pero ese disco no ha salido. Voltio ha decidido dedicarse a la vida cristiana, pero si alguna vez lo escuchas ese disco de salsa, verás que es extraordinario.

Volvamos unos años atrás. Usted dejó El Gran Combo y se fue a Venezuela con Dimensión Latina en 1977.

- Eso fue un desafío. Conocí a Dimensión Latina en la Feria de Cali de 1976. Estaban con Oscar D’León, pero luego él salió y me llamaron. Lo analicé.

¿Debió pensarlo mucho?

- Me pregunté si lo que había logrado era por lo que yo podía hacer o porque estaba avalado por El Gran Combo, fue un desafío personal. Lo puse en una balanza y lo decidí.

Y funcionó, ¿cierto?

- Sí. Y me fui a Venezuela, un país en el que me fue muy bien, tengo muchos amigos, quiero mucho a ese país. Pero luego de tres años la tierra me comenzó a llamar y volví a Puerto Rico.

Le cambió la vida entrar a El Gran Combo, ¿también salir?

- Si no hubiese dejado El Gran Combo, tal vez no estaría cantando ahora.

¡Valió la pena!

- Sí, por supuesto.

Y ahora Venezuela, el país que quiere tanto, está de cabeza…

- No me gustaría hablar de ello… pero te lo digo cuando apagues eso.

Andy Montañez señala la grabadora y ríe. Apago el aparato, la entrevista se terminó.

tocó ayer sábado, en el Club Lawn Tennis. Compartirá escenario con otros nombres importantes de la salsa: Alberto Barros, Jerry Rivera y el Cano Estremera.

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