HISTORIAS DE VIDA. Jenny García estaba embarazada de su primer hijo y era gerenta de marketing en la transnacional Kimberly Clark cuando una mañana de 2014 una ráfaga de balas rozó su auto. Entonces lo supo: no podía quedarse un día más en su natal Caracas, la capital de Venezuela.
Un año antes había muerto Hugo Chávez. Apenas se instalaba el régimen de Nicolás Maduro. Desde entonces, y hasta ahora, la vida en Venezuela se convertiría en un desafío diario.
“La empresa en donde trabajaba me dio la posibilidad de elegir a qué país mudarme. Escogí el Perú”, dice Jenny García a Trome.pe.
‘Una oportunidad para todos’, informe realizado por el Banco Mundial, reveló que de los 870 000 ciudadanos venezolanos que ingresaron a Perú hasta el 2019, el 57% cuenta con estudios superiores y son profesionales altamente calificados. Jenny García es parte de esa valiosa cifra que hoy empuja la economía de nuestro país.
Asentada en Perú con su esposo y sus dos hijos, y luego de cuatro años de intenso trabajo en la transnacional, decidió que era hora de emprender.
Emprender formalmente en Perú es una opción que genera incertidumbre. Hacerlo para un migrante es esa misma sensación al doble.
Su talento por la decoración y las flores la orilló a crear un emprendimiento novedoso: Flores por suscripción.
“Es decir, quienes se suscriben a Flome reciben puntualmente en quincena o fin de mes sus decoraciones florales”, explica Jenny García, quien potenció su proyecto con sus conocimientos en marketing.
En 2018, el producto bruto interno (PBI) creció un 8% gracias a la migración venezolana, según indica el Banco Mundial. Además, se tenía proyectado -antes de la pandemia- que para el 2025, esta misma comunidad aportaría 2 200 millones de soles en ingresos fiscales.
Para Nancy Arellano, presidenta de la ONG Veneactiva, la migración es beneficiosa para un país si se cuenta con políticas inclusivas.
Por ejemplo, el emprendimiento de Jenny García además de ser formal y tributar puntualmente, participa del engranaje económico interno. Da trabajos a peruanos y venezolanos, y sus proveedores son 100% floricultores nacionales.
“Tenemos un maestro florista que es peruano, tiene 12 años trabajando en el sector floral. Es nuestra mano derecha. Para el reparto tenemos 6 trabajadores, entre peruanos y venezolanos”, cuenta Jenny García.
VEAMOS OTRO CASO DE ÉXITO
Jéssica Cochcrane -natural de Valencia, Venezuela- ahora recuerda con una sonrisa el día que estuvo a punto de traspasar su negocio gastronómico porque las ventas no levantaban.
Era setiembre de 2017 cuando su esposo Brayan le dijo que mejor sería venderlo todo. Así recuperarían algo de la inversión puesta en Budare, un restaurante de comida venezolana en el que pusieron todos sus ahorros y todas sus esperanzas.
Habían llegado a Perú apenas unos meses antes, escapando de la crisis económica de Venezuela. “Trabajábamos muy duro, pero el dinero cada día alcanzaba menos, casi para nada, y la situación se ponía muy peligrosa”, dice.
Ante la solicitud de su esposo, Jéssica pidió una última chance: Si no lograba resucitar en un mes el negocio ubicado en el corazón de Barranco, aceptaría el traspaso.
Fue así como haciendo uso de su ingenio y creatividad puso todo su empeño en impulsar su emprendimiento mediante las redes sociales.
“Al día que volvimos a abrir, un lunes, empezaron a llegar como cinco o siete clientes. Yo publicaba fotos. Mis fotos eran feas y mira que con la ayuda de Dios empezó a llegar gente, empezamos con cuatro mesas, luego ocho. En diciembre alquilamos los dos pisos del restaurante”, cuenta Jéssica Cochcane, joven de 26 años que dejó sus estudios inconclusos en Venezuela para migrar a Perú.
“Amo Perú y pienso quedarme acá. Yo siento que nací acá”
Jéssica Cochcrane
Budare ahora tiene una filial en Los Olivos, un local con 30 mesas. La empresa de Jéssica y Brayan dieron trabajo formal, en su mejor momento y antes de la pandemia, a 52 ciudadanos entre peruanos y venezolanos.
Hace pocos días donaron 100 arepas con sus bebidas. “Mientras podamos ayudar, lo seguiremos haciendo, así sean venezolanos o peruanos”, asegura.
“Amo Perú y pienso quedarme acá. Yo siento que nací acá. Mi restaurante nació acá”, expresa emocionada Jéssica Cochcrane.
Según el centro de investigaciónes Equilibrium CenDE, en la actualidad existen 3 000 empresas formales con socios venezolanos.
Además, el programa Venemprende, que se encarga de capacitar para la formación y formalización de pequeños negocios, ha registrado un aumento en sus inscripciones. Si en la primera edición participaron 100 emprendedores venezolanos, en la segunda edición lo hacen 250.
El carácter emprendedor de la comunidad migrante se puede comprobar a simple vista, no existe barrio peruano en donde no haya un pequeño negocio venezolano. Desde las pequeñas carretillas de arepa hasta los novedosos barbershop.
COMIDA PERUANO-VENEZOLANA
Intimidada por el boom gastronómico de Perú, Meyren Delgado dudó en abrir un restaurante de comida fusión peruana-venezolana.
Se preguntaba si en el país del lomo saltado, una ciudadana venezolana tenía chances de triunfar desde la cocina. Pero eso fue después.
Antes, ni bien aterrizó en Perú proveniente de Costa Oriental del Lago, Venezuela, Meyren Delgado se desempeñó como anfitriona y luego como coordinadora de marketing en una cadena de restaurante, lo que le permitió ahorrar y conocer el negocio. También traer a su mamá.
El principal motivo de su migración fue encontrar una oportunidad. Solo una. Allá, en Venezuela, la situación iba de mal en peor. A pesar de que ejercía su profesión en una importante empresa de marketing, la inseguridad y la crisis económica presagiaba un panorama desolador.
En Perú, decidió emprender con sus ahorros. Emprender formalmente. Esa era la oportunidad que estaba buscando. Fue así que en 2019 fundó Doña Ysidora, en San Miguel. El nombre de la empresa está inspirado en su principal socia, su mamá.
“No hubiera imaginado que mi propuesta llamara tanto la atención”
Meyren Delgado
Hoy Doña Ysidora es un restaurante de culto, que logró fusionar con justo equilibro los platos del país donde nació con los platos del país que hoy la acoge.
“Nuestra propuesta gastronómica tiene como eje el plátano. A base de plátano hemos fusionado diversos platos peruanos, como el lomo saltado. No hubiera imaginado que mi propuesta llamara tanto la atención”, dice Meyren Delgado, quien en la actualidad le da trabajo a tres compatriotas venezolanos.
EL VENEZOLANO QUE AYUDA A EMPRENDEDORES PERUANOS
Con su emprendimiento, Román Pizzolante hace que los negocios de cientos de peruanos y venezolanos crezcan. Él encabeza Uno Crédito, una empresa de servicio de préstamos a microempresarios.
El caraqueño, que antes de su migración se dedicaba al rubro inmobiliario, recuerda las motivaciones para mudarse de Venezuela a Perú en 2015: “Nosotros nos venimos en el momento en que comenzaba la peor crisis venezolana. Estaba preocupado por el futuro de mis hijos, de mis negocios. Entonces dije que era momento de iniciar nuestras vidas en otro país”.
En 2015 Perú era la envidia de la región. La economía crecía a un ritmo que nadie imaginaba.
“Este país tenía una economía que crecía de manera diferenciada”, dice Román.
Con ese ojo clínico que tenía para los negocios y sus ahorros de una vida de trabajo, inició Uno Crédito, una empresa que actualmente se encarga de brindar préstamo a pequeños emprendedores.
“Con mi emprendimiento llevamos soluciones financieras a la economía informal. O sea, financiamos a mujeres empresarias de la economía informal para que puedan formalizarse. Damos microcréditos. El 99% de nuestros clientes son peruanos y 91% de nuestra cartera son mujeres”, cuenta.
Tras cuatro años en el negocio, la empresa de Román ha atendido 11 mil solicitudes y en su mejor momento llegaron a tener 8 mil clientes.
Aunque la empresa está conformada por peruanos y venezolanos, Román aclara: “Somos una empresa peruana, porque nacimos en Perú, estamos constituidos en Perú”.
MIGRACIÓN POSITIVA
Las historias de Jenny, Jénnifer, Meyren y Román son apenas algunos ejemplos de éxito de la comunidad venezolana que se ha asentado en Perú. Sí, buscan el crecimiento personal: ofrecer a la familia que está aquí y a la familia que está allá una mejor calidad de vida. Pero con ello también participan en el crecimiento de nuestro país.
La migración también nos ha traído profesionales altamente calificados. Ahora mismo, mientras usted lee esta nota, más de 5 600 especialistas de la salud viene luchando en primera línea contra el covid-19, según datos del Minsa.
Ante el déficit de ciertos profesionales en Perú, pongamos un ejemplo, de profesores de Educación Física, la migración ha traído 8 mil especialistas en la materia que pueden cubrir esos puestos.
Nancy Orellano, presidenta de la ONG Veneactiva, asegura que la fuerza laboral y emprendedora de sus compatriotas venezolanos también beneficia al Perú, pues el dinero que ellos generan regresa mayormente a la economía peruana.
“El dinero que generan mis compatriotas van para pagar el alquiler, para comprar en el mercado, para pagar los estudios de sus hijos. Eso se traduce en mayor dinamismo económico”, puntualiza.
Por eso, no deja de lamentar que en las últimas semanas exista una ola de xenofobia contra sus compatriotas.
“No estamos diciendo que no hay delincuentes, sí hay delincuentes, como los hay en Perú. Que los criminales paguen lo que tengan que pagar. Nos duele como comunidad lo que le pasó a Orlando Abreu, pero del mismo modo nos duele Silvano Oblitas. Las muertes no pueden valorizarse por pasaporte”, apunta.