El establecer un proyecto o una empresa siempre requiere de un primer paso firme, el cual, ya sea que el negocio resulte o no, definirá la ruta del éxito. Esto es conocido como planeamiento estratégico, y es un proceso que muchas personas y profesionales no suelen brindarle la importancia debida.
A lo largo del tiempo, la planificación estratégica se ha catalogado como un proceso exclusivamente de grandes empresas, así como un ser una herramienta de única aplicación durante el tiempo de vida del proyecto. No obstante, la estrategia es el primer paso para todo tipo de negocio y el cual requiere ser actualizado, como mínimo, de forma anual para ajustarse a la situación actual del mercado y a las nuevas metas que se desea obtener.
En ese sentido, y como guía para elaborar un plan estratégico óptimo, Rafael Su-Nobrega, catedrático del programa de MBA de la Escuela de Posgrado de la Universidad Norbert Wiener, da a conocer algunos de los errores más comunes que se cometen durante el desarrollo de un plan estratégico.
Poco conocimiento del contexto:
Para la elaboración de un plan estratégico, es necesario una mayor exhaustividad al momento de conocer el entorno externo e interno de la empresa. Esta información es importante dado que permite comprender las oportunidades del proyecto, así como las amenazas del mercado. Asimismo, permite proyectar metas reales considerando los recursos disponibles de la compañía. Para evitar este tipo de inconvenientes, es indispensable implementar herramientas como el análisis PESTEL y el FODA, los cuales ayudarán a condensar la información sobre el contexto de la empresa y del mercado.
Participación integral:
En muchas organizaciones, la elaboración de un plan se percibe como rol exclusivo de los altos directivos. Sin embargo, la forma óptima de generar una estrategia estructurada es involucrando a los colaboradores de todos los niveles. De esta manera no solo se obtiene más información en el planeamiento, sino que además se fomenta el compromiso y una mejor cultura organizacional, y se garantiza que el talento humano conozca y apoye la hoja de ruta establecida.
Poca supervisión y rigidez:
Los planes estratégicos son entes vivos, esto quiere decir que, durante la marcha, estos pueden y deben ser modificados para alcanzar las metas o adaptarse a los cambios externos. Para lograrlo, es indispensable que la organización cuente con mecanismos de seguimiento y control que permitan observar el progreso de la estrategia e identificar desviaciones. Si estas últimas pasan desapercibidas, pueden afectar la hoja de ruta. Finalmente, la flexibilidad también es un aspecto importante de un plan, dado que esto determinará que tan rápido y eficaz es para responder a nuevas oportunidades y amenazas.
Un plan estratégico bien elaborado es fundamental para el éxito y la sostenibilidad de cualquier negocio, independientemente de su tamaño. Es un proceso continuo que debe adaptarse constantemente a los cambios del mercado y a las nuevas metas de la organización. Por ello, es importante estar alerta de este tipo de errores, e incorporar herramientas analíticas y fomentar una cultura de participación y flexibilidad. Las empresas pueden asegurarse de que su estrategia no solo esté alineada con sus objetivos actuales, sino también preparada para enfrentar futuros desafíos y aprovechar nuevas oportunidades.
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