Actualmente los ‘food trucks’ son un éxito rotundo, pero pocos saben lo difícil que fue para sus creadores implementar este concepto americano en Perú. Ismael Matos y Daniel Cuestas, dos amigos que estudiaban en la universidad, decidieron tener un camioncito en el que invirtieron 25 mil dólares. Los botaban de todos lados y hasta les robaron su balón de gas, pero no perdieron las ganas. Con seis años en el mercado y cuatro camiones en diferentes puntos de la capital, ahora abren su primer local en San Isidro. Aquí su gran historia.
Ismael, ¿antes de lanzar el primer ‘food truck’ habían tenido otro emprendimiento?
Sí, se llamaba ‘Menú Express’, cocinábamos con una tía y dejábamos los pedidos a Miraflores y San Isidro. Nos fue muy bien, vendíamos 40 menús diarios y no estaba mal para unos chicos de apenas 18 años. Se nos fue presentando retos con temas administrativos y tributarios que desconocíamos y lo dejamos en stand by.
¿Por qué quisieron implementar este concepto en Perú?
Ambos coincidimos en Estados Unidos en estos programas de vacaciones y trabajo, y ahí vimos cómo funcionaba. Con nuestra fe de emprendedor y algo ingenuos pensamos que las leyes podrían trasladarse a Lima, porque allá fluían muy bien, pero la realidad fue otra aquí.
¿Qué problemas tuvieron?
Problemas con licencias, ubicaciones, permisos para eventos, poco a poco se fue desarrollando. Es más, formamos la asociación de ‘food trucks’ en el Perú y eso nos abrió las puertas.
Dices que fueron ingenuos al emprender en este nuevo negocio, ¿por qué?
Hicimos un estudio de mercado con toda la teoría fresca de la universidad y nos arrojaba que para los precios que queríamos teníamos que estar en el Cono Norte, nos entrevistamos con el alcalde de ese entonces y le gustó el proyecto, pero cuando regresamos con el camión él había cambiado de parecer…
¿Y qué hicieron con el camión que ya estaba equipado?
Nos fuimos al bulevar de Los Olivos y los ambulantes nos botaron de ahí, recorrimos Barranco y los serenos nos sacaron, hasta que llegamos al bulevar de Zárate y trabajábamos en amanecidas, iba algo bien, hasta que nos robaron el balón de gas.
¿Ustedes hacían todo desde el inicio?
Sí. Preparábamos las hamburguesas, freíamos, vendíamos y manejábamos.
¿Cuándo se dan cuenta que iban por buen camino?
Luego que nos robaran el balón de gas, nos fuimos a un evento en ‘La Chutana’, en San Bartolo. Ahí vendimos 300 hamburguesas y esto nos abrió el foco para ver eventos, nos mandamos con productoras y colegios.
¿Dónde fue el primer punto fijo que tuvieron?
En la avenida Arequipa con Enrique Villar, estuvimos como un año ahí, y los sábados y domingos nos dedicábamos a eventos.
¿Qué les decía la gente cuando los veía?
Al inicio era una sensación. A la gente les gustaba, todo estaba hecho a mano, y las hamburguesas muy buenas, era una chambaza y eso la gente lo apreciaba.
¿Es verdad que invirtieron 25 mil dólares en su primer camión?
Sí, el primer carrito tuvo las modificaciones que fueron caras, porque no había un patrón a seguir, había que ponerle la cocina, las implementaciones, la marca...
Algunas personas los ven como empresarios exitosos, pero cuéntales lo difícil que ha sido el camino…
Ser los primeros nos llevó a chocarnos con trabas burocráticas, hemos tocado puertas que se nos cerraron, los rechazos no nos deprimían, pero nos bajoneaban. Esto es lo que queríamos y mi familia sabe los días que pasamos sin dormir, trabajando madrugadas, noches y días. Luego mejoramos la logística y llegaron los frutos.
¿A qué eventos iban?
Kermeses, matrimonios, fiestas, hemos estado a mil por hora, cuidando siempre la calidad y la presentación para los clientes.
¿Cuál es su público objetivo?
Ahora son los jóvenes entre 12 hasta los 40 años, una marca joven con onda, con un servicio amigable, relajada.
¿Cómo es el consumidor peruano?
Es un consumidor que sabe comer, que paga siempre y cuando lo valga y te lo dice en la cara y no regresa más si no le gusta.
¿Cómo surgió el nombre de ‘El Gringo’?
Nosotros queríamos jugar con las palabras del ‘grin’ en inglés (comida vegetariana) y ‘go’ de llevar, pero no encajaba, así que le dije al diseñador creativo que se quede como ‘El Gringo’ a secas.
¿Qué les enseñó la calle?
La calle nos enseñó que es bastante dura, pero si sabes manejarte, si agarras la muñeca, sales adelante.
TIPS
1.- No tener miedo, arriésguense sean originales
2.- Fallas y obstáculos siempre exisitirán, sepan sobreponerse
3.- Este negocio es para esclavizarse, pero es bastante bonito regalarle experiencias a la gente, cuiden cada detalle que dan al público.
LA FRASE DEL ÉXITO
“Sostener un negocio exitoso es mucho trabajo y estar hambriento es solo la mitad de la batalla”Wendy Tan White CEO de MoonFruit