Cuando tenía 22 años, Brandon Altamirano estudiaba contabilidad y los fines de semana vendía anticuchos en la puerta de su casa, en Villa María del Triunfo, porque siempre le gustó ganar su propio dinero. Su vida dio un giro cuando ganó el concurso ‘Anticuchos con corazón’, organizado por Gastón Acurio. Ahora busca llevar su sazón al extranjero y expandir su marca.
¿Qué te dijo Gastón cuando probó tus anticuchos?
Durante todo el concurso Gastón no probó mis anticuchos, lo hizo casi en el reto final cuando lo llamé para que deguste, él lo mordió y se dio media vuelta. Ya cuando gané me dijo que mis anticuchos eran buenazos.
¿Cómo fue tu experiencia en el concurso?
Éramos como 300 cocineros, quedaron 8 y participamos por cinco meses. Fue una tortura total porque teníamos varios retos con mariscos, menudencias, teníamos que crear cremas con batan y darle a la gente del Ejército. Fue muy duro.
Tengo entendido que vendías los anticuchos en la puerta de tu casa, ¿cómo nace la idea del negocio propio?
Estudiaba Contabilidad, una chica que conocí me dijo que había un trabajo para freír anticuchos para una reconocida cocinera. Me dieron una parrilla gigante y freía a diario 700 palitos, el primer día terminé con los ojos reventados, hasta que le agarré la onda. Supe que era un negocio rentable, solo necesitaba dos palitos, papas y cremas.
¿Cómo empezaste?
Mi primer anticucho era horrible, les daba a probar a mi familia. Luego decidí moler la pimienta y el comino, me salió un aderezo potente. Hice medidas hasta mejorar la sazón, salía a vender y mis amigos se pasaban la voz, trabajaba los fines de semana.
¿Había días en que no vendías nada?
Al inicio me estresaba pensando que algún día iba a tener mucha gente. No siempre venían los amigos a comer, pero todo el tiempo tuve mis cosas ordenadas, limpias, con guantes y gorros a pesar de que estaba en la calle.
¿Cuándo decides dejar todo y dedicarte a esto?
Había pedido 15 días de permiso al instituto, cuando regresé estaban en exámenes y no sabía nada, tuve que decirle a mi mamá, se entristecieron, pero es ahí que decido emprender.
¿Quién te motivó o fue tu referente?
Yo mismo, en las empresas que trabajé siempre daba lo mejor de mí, porque buscaba crecer y en mi mente estaban las ganas de hacer algo mío. Cuando vendía mis anticuchos en mi casa me sentía un empresario, porque ganaba mi dinero.
¿Dirías que ganar el concurso fue un trampolín a algo mejor?
Por supuesto. Las oportunidades se presentan una sola vez, me siento contento de preparar mis cosas, no hay nada más bonito de que la gente se me acerque y me diga: Bran, tus anticuchos son buenazos.
Si un joven quiere seguir tus pasos, ¿qué cosas no debe hacer?
Si es un negocio de cocina, no deben mandar a otro a cocinar, es mejor que se prepare un año para que sepa lo que es ganarse el dinero. Hacer un capital que los resguarde, hacer que su marca crezca, dando un buen servicio.
En un negocio de comida, lo importante es la calidad, ¿de qué manera te asesoras para dar un buen servicio?
Gastón me mandó a capacitarme a sus restaurantes, en ‘Tanta’ fui mozo y estuve en servicios, en ‘Panchita’ estuve en administración y almacén, luego hice cocina y parrilla. Me codeé con profesionales de mucha experiencia.
¿Qué consejo te dio Acurio?
Me dijo: ‘No sabes en lo que te has metido, que de hoy en adelante esto será un trabajo duro, no me decepciones. Quiero que conquistes el corazón de los peruanos’.
¿Qué deseas lograr?
Me encantaría tener un local en el extranjero (actualmente tiene su barra anticuchera en Surquillo), porque hay muchos clientes que me dicen que sería un ‘boom’. Mi meta es ampliar esto, tener otra barra, que mi marca se expanda.
¿Qué tan sacrificada es tu labor?
Dejas de hacer muchas cosas, si quiero crecer debo enfocarme en esto, ya no tengo la vida de antes. Los domingos solo los dedico a descansar.
Un día de buena venta, ¿cuánto se puede ganar?
Un buen día 3 mil soles, se vende más de 150 porciones, contamos también los piqueos.
¿Qué te dicen los extranjeros cuando prueban tu sazón?
Aquí vienen españoles, a los brasileños les gusta mucho, me encantan los japoneses porque se sirven con mucho ají. Ellos me cuentan que vienen porque aparezco en una revista.
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