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Emprende Trome| Carlos Yanahura estudió mecánica y luego cocina, pero nos confiesa que no la tuvo fácil. Viajó a Japón para estudiar la cocina tradicional de allá y su primer trabajo fue lavando platos, pues para un emigrante era más complicado. Tras vivir ocho años y laborar en varias pastelerías de ese país, vuelve al Perú para abrir ‘Yogashi’, una propuesta que ha cautivado a muchos con sus pasteles que parecen obras de arte.
Tu historia es bien interesante, estudiaste cocina y lavaste platos en Japón, ¿Qué recuerdos tienes?
Mi historia empieza en Perú. No había muchas escuelas de cocina y para las primeras promociones era difícil encontrar un trabajo. Estuve en restaurantes y hoteles. Como descendiente japonés quería aprender la cocina tradicional y viajé a Japón. Y a pesar de graduarme en Lima y en Estados Unidos debía volver a estudiar para ejercer. Busqué cualquier trabajo y encontré de lavaplatos.
¿Y cómo llegaste a la pastelería?
Un amigo necesitaba un pastelero, pero yo quería ser cocinero. Cuando visité el lugar me quedé sorprendido, era alucinante. La pastelería de Japón es mas avanzada que Francia y Bélgica.
¿Cuándo decides volver a Perú?
Trabajé por seis años en la pastelería de mi amiga donde fui jefe de cocina, estudié más de esta carrera en Le Cordon Bleu y al estar sin trabajo por mucho tiempo, decido viajar a Perú para ver el mercado y me di cuenta que estábamos en cero en el rubro y era una oportunidad.
¿Cuál era la visión que tenías al regresar?
Me traje varias máquinas de otros países para equipar mi taller cerrado. Venía de un país de primer mundo y como loco quería utilizar insumos que no había aquí, y tuve que adecuarme.
¿Cuánto tiempo tardaste en armar todo?
Para crear mi carta me demoré siete meses. Hoy pueden encontrar 55 variedades de pasteles individuales, 20 para compartir y cinco en pasteles grandes.
Tus postres llaman mucho la atención por su presentación, ¿qué dirías que es el plus de tus productos frente a tu competencia?
Soy muy detallista, utilizo mucho el color y mucha fruta fresca, y chocolate que reduce la cantidad de azúcar.
Tuviste tres locales y ahora te quedaste con uno por la pandemia, ¿Cómo te reinventaste para salir adelante?
Cerré mi local de San Isidro y el módulo de La Rambla. Me quedé con el de San Borja, mi caballito de batalla. Fue terrible ese momento, pues tuve que hacer la mudanza. Mi panadero me dijo para hacer panes y compramos las maquinas. Gastón Acurio me preguntó el por qué cerré los locales y me adelanto la fecha para reabrir. Pude elevar las ventas y dar trabajo.
¿Qué perfil tiene tu público?
Primero eran japoneses, luego el público Nikkei y ahora son peruanos. De 20 a 65 años.
Innovas siempre con tus postres, ¿Qué te dicen tus clientes?
Les encanta las presentaciones, les gusta que no sean tan dulces. Estamos acostumbrados a mejora todos los días y nunca dejo de hacer pasteles nuevos.
¿Qué redes utilizas?
Instagram, Facebook y las ventas para delivery por el WhatsApp.
¿Cuál es el producto que tiene más demanda?
La mayoría pide consume el pastel de chocolate, el de sabor tropical, los pasteles con lúcuma y los de Matcha.
¿Y que postre te gusta más?
Uno de Ópera de arándanos.
¿Qué propuestas tienes preparado para el Día de la Madre?
Hemos hecho unos pasteles especiales que ya nos están pidiendo desde la semana pasada.
¿Cómo va la demanda de tus productos?
Muy bien, la semana pasada, tuvieron que abastecer tres veces la vitrina de postres porque volaron. Hay que ir antes del mediodía porque se acaban.
♦Ping Pong
Pastelería: Yogashi.
Perú: Mi país.
Sueño: incentivar las pastelería en el Perú.
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