Roy Rimarachin es de un pueblito de Chota en Cajamarca, sus padres se dedicaban a trabajar la tierra y no había dinero para comer ni para estudiar. A los 14 años llegó a Lima para limpiar una casa y estudiar. Creó la marca de chocolates ‘Linaje’ como un proyecto de estudios que se convirtió en un gran negocio. Tiene un taller, distribuye a grandes supermercados y a nivel nacional. Su siguiente meta es exportar. ¿Cómo lo logró?
Roy, a los 11 años decidiste independizarte del hogar, ¿Qué hiciste cuando llegaste a Lima?
Llegué a Lima a los 14 años, limpiaba y lavaba la ropa en casa de una familia. Logré juntar mis ahorros y es algo bonito, estudiar y laborar, a pesar de que era duro estar lejos de mis padres. Este sacrificio se perfila a ser una mejor persona y profesional.
Cuentas que para posicionar tu marca te costó sudor y lágrimas, ¿qué ha sido lo más difícil que has vivido?
Lo difícil es desconocer el mercado, pues nació como un proyecto para el instituto. Ya en negocio fue complicado encontrar proveedores calificados; y no saber a quién vender mis productos.
Tus chocolates están en Plaza Vea, Tottus, Metro, Wong y otros retails, ¿Cómo fue que te aceptaron?
El tema es ser agradecidos, responsables y trabajar mucho. Conocí a un ingeniero que fue mi jefe y veía que yo era quien llegaba primero y el que se iba al final, yo era hincha del trabajo. Cuando emprendí le comenté de mis productos y me dio el negocio con un supermercado y fui tejiendo contactos.
Llegar a los clientes es difícil, a pesar de tener un buen producto, ¿Cómo lograste cautivar al público consumidor?
Una proveedora, que es la hermana de Advíncula, me ofreció ayudarme con las fórmulas y me aconsejó comprar maquinarias. Al inicio malogramos el primer lote, pero fuimos mejorando la receta y al relanzar la marca, los clientes estaban fascinados con el producto, siempre vuelven.
¿Por qué te decides por el chocolate como proyecto de estudio?
Un día estaba desayunando, y no sabía qué hacer en el curso de proyectos, hasta que vi en las noticias sobre la erradicación de la hoja de coca por el cacao y se me ocurrió hacer chocolates.
Para muchos es un éxito estar en el supermercado, ¿a qué aspiras?
Tengo dos objetivos; uno seguir posicionando la marca y llegar a la mayor cantidad de clientes, me falta entrar otros retails y minimarkets. El siguiente paso es exportar, pues ya estamos preparados.
Tu camino para el éxito fue duro, te han estafado, ¿qué aconsejas a los chicos que quieren aventurarse con un negocio?
Nunca se decepciones de las estafas, si pierden dinero, si el producto no tiene respuesta en el mercado sigue adelante. Muchas veces los emprendedores nos enamoramos de nuestro producto y no escuchamos al cliente. Hay que hacer un estudio de mercado y emprender con lo mínimo, pues el golpe será menos duro.
¿Por qué Linaje?
Al inicio le puse Chocochiu, del chocolate y el lugar donde nací, pero la gente no podía pronunciarlo. Un principio básico de marketing es que el nombre sea fácil de pronunciar y recordar. Los Mayas ofrecían chocolate solo a los gobernantes, lo de linaje, al que asocio con calidad y pureza.
¿A qué crees que se deba el éxito de tus productos?
Nos esmeramos siempre porque los chocolates sean de gran calidad y de tener a un equipo de trabajo capacitado es vital para tener un excelente producto, sin ellos no existiría Chocolate Linaje.
¿Qué tan importante es la presentación?
La presentación de un producto, se compone de dos cosas básicas; el 50% es el producto de buena calidad y el otro 50% es el empaque, cuando juntas esas dos variables ya está, la haces.
¿De qué error te arrepientes?
Soy demasiado impulsivo, he tomado decisiones apresuradas que me han jugado en contra, pero los errores han sido mi doctora y mi maestría para aprender y ser mejor en cada proceso.
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