El mundo de la música hispana llora a una de sus grandes exponentes: Rafaella Carrá. La italiana más famosa en nuestro país, obviamente después de Gianluca Lapadula, fue una diva hasta el último momento de su vida y uno de nuestros mundialistas, tuvo una historia, que no llegó a ser de amor, pero estuvo cerca. Óscar Arizaga, defensa de la selección peruana que jugó el Mundial de España 82, se conoció con la cantante en un hotel y surgió una ‘química’ especial.
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En 1980, con Atlético Chalaco, jugamos la Copa Libertadores ante los clubes argentinos River Plate y Vélez Sarfield.
Nos alojamos en un hotel elegante de la avenida Corrientes, en Buenos Aires.
Durante las tarde y parte de la noche, solíamos bajar al lobby del hotel para relajarnos, hacer tiempo y reírnos un poco.
De pronto la tranquilidad del hotel cambió, se escuchaba movimiento por todos lados y el click de las cámaras fotográficas sonaba constantemente.
Preguntamos lo mismo que tú y la repuesta fue: ‘Han venido a alojarse Rafaella Carrá’. Era la mujer de moda, no solos por su música sino también por su belleza impresionante.
Nada, solo pensaba que me gustaría cruzarme con ella y conocerla en vivo y en directo.
Una noche, en el sillón del lobby, yo contaba mis historias, hacía reír a mis compañeros.
Estaba relatando una anécdota, cuando por la escalera baja la italiana y 4 de sus bailarines.
Yo seguía en lo mío, narrando mis ocurrencias, mis compañeros soltaban las carcajadas y ella, que estaba apoyada en el bar del hotel, vi que se pidió una copa de vino.
Seguí en los mío, los muchachos continuaban atentos a mis cuentos y la rubia me alzó la copa en señal de saludo.
Mira compadre, yo no soy ‘floro’ para hablar lo que no es.
Soy feo, pero cuando hablo y hago reír, mi carisma crece.
Sí.
Para que vea mi calidad, me pedí un vaso de whisky.
Hablamos cerca de 5 minutos.
Poquito, pero se dejaba entender y comprendía algo de mi conversación.
No, pero en ese poquito tiempo se rio muchas veces y de buena gana.
Me dijo que se iba.
Claro y pensé que yo debía llevar algo para casa.
Me acerqué a darle un beso en la mejilla y posé mis labios entre su cara y la mitad de su boca.
Para mí fue medio ‘chape’.
Se sonrió y se fue.
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Imposible, estaban muy entretenidos con los bailarines de la cantante.
No puedo decir nombres, pero hasta los abrazaban.
Llegaron a la habitación, cada uno, con su botella de whisky.
Para la próxima te detallo mi encuentro con Miguel Bosé.
Nos cruzamos en un aeropuerto y él bajó, primero miró a Juan Carlos Oblitas y Franco Navarro, pero giró su cuello y se acercó.
Por educación, le di un beso en el cachete y nada más.
¡Oe qué pasa! Yo soy educado, no liberal.
Siento que tenemos un nuevo caudillo y se llama André Carrillo. Juega por todo el frente, domina los 2 pies y ayuda en la marca. Tiene los hilos del equipo.
Cuando quieran, ustedes saben que soy ‘accionista’ de ‘Trome’.
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