Y ni las palabras, ni el lenguaje elaborado, pueden más que los malos resultados. Alianza Lima está en crisis, la derrota en el clásico, en el último minuto, ha dejado heridas que duelen, pero son marcas que han surgido desde mucho antes y que las han ‘tocado’ y han provocado dolor. Ayer, Roberto Mosquera, el técnico ‘blanquiazul’, reunió al plantel en el centro del campo, los ‘desnudó’ con sus críticas, cuestionó sus rendimientos y se fue, dejando a Juan Jayo Legario, asistente impuesto por la Administración, a cargo de los trabajos.
Después la versión ‘oficial’ en Alianza Lima fue que Roberto Mosquera tenía problemas personales por resolver y por ello abandonó el estadio. La otra historia es que el estratega es cuestionado por sus propios jugadores, por la Comisión de Fútbol y él mismo siente que no hay por dónde darle vuelta a la situación.
Sus pupilos de Alianza Lima no están de acuerdo con el estilo cómo dirige y, sobre todo, no coinciden en la forma de encontrar responsables ante cada traspié. Roberto Mosquera reclama mayor profesionalismo y no encuentra respuesta. Todavía hay indisciplinas que no piensa pasar por alto, pero son tan reiterativas que siente que por ese lado ya perdió y ayer fue tanto su fastidio y la presión que recibió que lo mejor fue irse y buscar tomar aire y no adoptar decisiones en caliente.
Los directivos de Alianza Lima ya estaban fastidiados por los malos resultados y perder en casa ante al ‘rival de siempre’ los ha hecho reunirse y ponerle límites a la situación. El domingo juegan con La Bocana en Sechura. Pese a ser visitantes, a nadie le pasa por la cabeza perder. Y si eso ocurre, entonces sí llegarán los cambios.
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