Cuando los deportistas de los Juegos Paralímpicos tienen problemas con sus prótesis o con la silla de ruedas, saben muy bien donde ir: un amplio taller de reparaciones en plena villa de los atletas en Rio 2016. Tal es el caso del atleta peruano José Luis Casas.
“De verdad parece como si fuera un hospital para las prótesis. “Es muy bueno yo no sabía de este laboratorio. El tiempo de espera no es tan extenso. Hay bastantes técnicos y si están acá es porque son los mejores”, señaló sonriente el atleta peruano José Luis Casas, un exmilitar amputado de la pierna izquierda, mientras espera su turno.“La biomecánica es muy importante. Un angulo mal puesto puede significar fracciones de segundo al momento de la llegada. Es muy importante ajustar hasta el último detalle en las prótesis. Más aun que ahora la tecnología en prótesis está muy avanzada”, aseguró José Luis Casas.
Decenas de sillas de ruedas están en línea para ser ajustadas en el amplio hangar montado por la compañía alemana Ottobock, número uno mundial en prótesis y reparadora oficial en los Juegos Paralímpicos desde 2004.
A través de amplios ventanales, José Luis Casas observa cómo los técnicos vestidos con los colores de la compañía se afanan en reparar prótesis de plástico, de carbono o sillas de ruedas mientras el chirrido de los taladros llena el espacio.
El atleta José Luis Casas, que el domingo correrá los 200 metros, requiere algunos ajustes en sus prótesis. “Yo no conocía este lugar. Es impresionante”, dijo a la AFP.
Herido por una mina durante una operación militar en 2012 y amputado dos años más tarde, este atleta peruano José Luis Casas se considera “afortunado” porque el gobierno de su país se encargó de sus gastos médicos y sus equipamientos, que cuestan varias decenas de miles de dólares.
Desde Seúl 1988 que la firma alemana colabora con el movimiento paralímpico. Desde los Juegos de Atenas que se convirtió en el reparador oficial de los Juegos Paralímpicos, tanto de verano como de invierno.
Unos 300 pies plásticos, 70 láminas de carbono, miles de tornillos, clavos y pernos… la compañía alemana envió toneladas de material y desplegó a 77 técnicos de una treintena de países para los Juegos de Rio.
De manera gratuita e independientemente de la marca, los técnicos ajustan, vuelven a soldar, reparan y a veces hasta reemplazan el material dañado.
“Recibimos muchas sillas después de los partidos de rugby y de básquetbol, que son deportes más violentos. Aunque también llegan las sillas del día a día, más utilizadas”, explica a la AFP una de las encargadas de prensa de la compañía.Fracción de segundos
Más de 80% de las reparaciones corresponden a sillas de ruedas, 15% a prótesis y el resto a productos estéticos.
El esgrimista italiano Alberto Andrea Pellegrini, con una pierna amputada, llega en busca de protección para evitar que su miembro sufra cortes durante la competición.
“Siempre necesito alguna cosa. En cada edición que participo siempre tienen de todo aquí”, relata el deportista, medallista paralímpico en nueve ocasiones.
El tiempo de espera es de entre 30 y 45 minutos, según el técnico estadounidense Derek Johnson, enviado estos días a Rio.
“Cuando llegan aquí los atletas necesitan ayuda. Primero evaluamos sus necesidades y en seguida estimamos el tiempo que nos tomará el proceso de reparación”, explica.
Y hay que hacerlo rápido: “Ellos nos confían su medio de desplazamiento, su herramienta para ganar”, añade.
Mientras esperan, sin sus prótesis, pueden divertirse con algunos de los juegos que hay dispuestos sobre las mesas. Otros toman fotos con sus teléfonos o cámaras para inmortalizar este momento en que sus miembros artificiales están siendo “operados”.
Desde el inicio de esta edición de los Juegos Paralímpicos de verano, el 5 de septiembre, Ottobock ya realizó más de 1.200 reparaciones. Los juegos terminarán el 18 de septiembre.
En su posición, Derek Johnson es capaz de reconocer la diferencia entre los atletas de países ricos y pobres, pero asegura que “aquí utilizamos el mismo material para todos, los mismos neumáticos para las sillas de ruedas, el plástico o la fibra de carbono. Todo de alta tecnología”.
“Me encanta fabricar cosas y lo más lindo aquí es que se fabrican cosas que ayudan a la gente”, concluye.
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