Ahora que se habla del posible regreso de Paolo Guerrero a Alianza Lima, donde nunca jugó en la profesional, para cerrar su carrera junto a su compadre Jefferson Farfán, vale recordar a otro ídolo íntimo que pese a haberse ido con tan solo 18 años, aun sigue en la mente y los corazones de los hinchas. Luis ‘El Potrillo’ Escobar.
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Tenía la estirpe de Teófilo Cubillas, la velocidad de ‘La Foquita’, olfato goleador como Guillermo ‘El Tanque La Rosa’ y el carisma de Waldir Sáenz. Estaba llamado a ser la gran estrella de la Selección Peruana, después de Julio César Uribe.
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Nació como Luis Antonio Escobar Aburto el 19 de junio de 1969 en el Cercado de Lima. Su niñez y adolescencia la pasó en su barrio del jirón Conchucos 528, Barrios Altos.
Su padre, de apellido Ciudad, nunca lo reconoció y por eso su madre, Carmen Escobar, le dio sus apellidos. Fue en las pistas de Barrios Altos donde aprendió a darle a la pelota y esquivar rivales y carros.
Jugó en Alianza Lima desde infantiles y obtuvo varios campeonatos juveniles, que le dieron harta fama en ese nivel.
Su debut en la profesional se produjo a los 14 años de edad el 26 de mayo de 1984 ante el Octavio Espinoza de Ica. El partido se jugó en el Estadio Alejandro Villanueva de La Victoria, el ‘templo’ íntimo. El técnico aprovechó que el plantel titular realizaba una gira por Estados Unidos y Corea para probarlo. Desde ahí fue alternando de a pocos con los mayores.
El año 1985 fue bueno para él. Fue convocado a la Selección Juvenil para el Campeonato Sudamericano Sub 20 realizado en Asunción, Paraguay, y a la selección Sub 16 para ser parte de un torneo en Argentina.
También es convocado a la selección adulta pero no llegó a debutar oficialmente, solo amistosos. Ese año obtiene el Campeonato Metropolitano con Alianza Lima, pero no logra el campeonato nacional. El título lo gana el rival eterno: Universitario de Deportes.
Al año siguiente, 1986, logra el subcampeonato del Descentralizado. Ese mismo año participa en la Selección Juvenil en los Juegos Odesur de Chile.
En 1987 juega la Copa Libertadores de América frente al Deportivo San Agustín y los equipos uruguayos Atlético Peñarol y Progreso anotando un gol en ese certamen. Alianza no pasó a la siguiente fase.
Para ese entonces, con solo 18 años, era considerado ‘la promesa’. Así, participa en el Campeonato Sudamericano Sub-20 de 1987 en la ciudad de Armenia (Quindío) Colombia donde anota un gol y también en el Campeonato Preolímpico Sub 23 en Santa Cruz Bolivia donde anota un tanto.
Con Alianza Lima, en total marcó 50 goles en 146 partidos, siempre con el número 19 en la espalda. El 3 de marzo de 1985 anota su primer gol al clásico rival Universitario de Deportes, en la portería defendida por el mundialista Ramón Quiroga, al cual venció de un certero cabezazo. Cuando falleció en el Fokker, estaba a punto de coronarse campeón.
Quienes lo vieron jugar hace ya casi 40 años, afirman que era un puntero zurdo muy hábil con las dos piernas. Era buen cabeceador (en eso se parece a Paolo Guerrero), pero su característica era su velocidad y juego cimbreante, encarador y zigzagueante.
De estatura mediana, tenía un porte atlético y piernas poderosas. Como todo buen íntimo, poseía rebeldía y era amante de las reuniones con los amigos.
Fue el narrador deportivo Elejalder Godos quien lo bautizó como ‘Potrillo’ por su forma potente de correr, similar a un pura sangre de los hipódromos. Aunque también lo conocían dentro de Matute como ‘Pichón’, ‘Negro’ o ‘Figura’.
En las calles de La Victoria, junto a sus ‘patas ‘, con los cuales creció en menores y se encontró en primera, Carlos ‘Pacho’ Bustamante, José ‘Pelé’ Casanova, Daniel Reyes o Milton Cavero, eran conocidos como ‘Los cotizados’.
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