Ámsterdam nos recibió con una fuerte y persistente lluvia, con rayos que iluminaban el cielo y truenos que hacían retumbar esta mágica ciudad. Pero ni el mal tiempo te puede hacer odiar este lugar. Y una vez que el agua dejó de caer y las nubes dejaron pasar algunos rayos del sol, se abrió ante nosotros la belleza de una de las capitales con más personalidad del Viejo Continente.
Un sitio que respira cultura y buena educación por todos lados. Lo primero que puede llamarle la atención a un recién llegado, especialmente de nuestra desordenada Lima, es la gran cantidad de bicicletas que circulan por las calles. Las ciclovías están por todas partes y no hay quien ose no cumplir las reglas. El ciclista es muy respetado y nadie les mete el carro ni los insulta. Es una forma saludable y económica de transportarse, porque los taxis son muy caros. Un viaje de solo 20 minutos puede llegar a costarte 40 euros. Por eso no hay mucho tráfico.
Acá nadie se mete con nadie. Hay chicos que fuman marihuana por las calles con total normalidad y ni la policía puede decirles nada porque es legal, al igual que la prostitución. El pintoresco Barrio Rojo es de los más visitados de la ciudad. Chicas hermosas y medio desnudas te llaman desde sus vitrinas como si se tratara de vendedoras de ropa en Gamarra, pero ellas ofrecen otro tipo de servicio. Uno que puede costarte entre 40 y 120 euros y que es totalmente autorizado por el gobierno. Las chicas, casi todas holandesas, muy pocas extranjeras, tienen seguro de salud y pagan impuestos como todos. En los mismos edificios pueden también vivir familias y nadie se escandaliza.
De noche empieza el fuerte movimiento de gente y aunque en Holanda casi no existe la delincuencia, puede ser peligroso perderse solo por sus calles oscuras. Hay algunos hombres, aparentemente ‘cafichos’, que están siempre atentos a que nadie les falte el respeto y no permiten que se les tome fotos. Pero Ámsterdam también son museos, idílicos canales que la han convertido en la Venecia del norte y, por supuesto, la pasión por el fútbol. Esa que nos ha traído hasta acá para ver rodar una pelota en un escenario histórico. Mañana les cuento más de eso. Y mis amores, no me extrañen, que todo esto es por ustedes. Seguimos en la ruta.