Entrevistar a nunca fue una cosa sencilla. Es como si ahora un periodista pretendiera tener una exclusiva con Lionel , o Cristiano Ronaldo, por mencionar algunas megaestrellas del deporte. Todos quieren hablar con ellos, pero pocos son los elegidos.

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Y a mí, Pelé me escogió. Fue un 20 de junio de 1993. Eran mis primeros años en el periodismo y llegué a Ecuador a cubrir las incidencias de la Copa América de ese año. Dos días antes, la ‘Blanquirroja’ le había sacado un empate 0-0 a la poderosa Brasil de Edmundo, Roberto Carlos, Palinha, Cafú, Zinho y otros. En ese torneo estuvo O’Rei siguiendo a su selección y comentando para la prensa de su país.

Aquella vez, la selección peruana se hospedó en el Hotel Oro Verde, de Cuenca. Ocuparon todo el tercer piso. Y Pelé también se alojó allí. Se separó todo el segundo piso para el ‘Rey’ y sus amistades más cercanas. Ningún periodista podía pasar por esa zona.

‘UNA PROMESA ME MOTIVÓ’

Ese domingo 20 de junio era ‘Día del Padre’ y le había prometido a mi viejito una entrevista con una ‘estrella’. Todo el día seguí al astro brasileño sin poder arrancarle unas palabras. La noche llegó, ya no quedaban casi colegas en las afueras de la concentración peruana. Hasta que vi pasar al kinesiólogo Teófilo Vilca y se me prendió el foquito.

Pelé fue tricampeón mundial, un récord que Messi no podrá alcanzar
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Lo llamé y le conté mi plan. Al principio se mostró reacio, podían castigarlo por ayudarme, pero cuando le conté de mi promesa a mi papá le toqué el corazón y accedió a apoyarme. Nos fuimos al baño del hotel e intercambiamos las vestimentas. Me puse el buzo y camiseta bicolor y parecía un miembro del comando técnico peruano.

La grabadora, que no era como las de ahora que pasan desapercibidas, la metí dentro del pantalón, entre las piernas, y la credencial de periodista la escondí debajo de la camiseta. Me senté en el hall del hotel esperando sigilosamente el momento adecuado. Pelé estaba sentado a unos metros conversando con sus amigos y cuatro miembros de seguridad miraban a todos lados para que nadie se le acercara.

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LA DEFENSA DEL REY

Cuando el astro brasileño se paró para irse a su habitación, dije: ‘Es ahora o nunca’. Caminé unos pasos hacia él y casi grité: “Rey, soy periodista, soy peruano, por favor concédeme unas palabras”. De inmediato, sus cuatro fortachones guardaespaldas me cerraron dispuestos a sacarme del hotel, pero Pelé me defendió y los detuvo: “Tranquilos, está bien, déjenlo pasar…”.

Pelé siempre recordó con cariño el partido ante Perú en México 70
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Hablamos de la selección peruana, me dio su impresión sobre el empate que habíamos sacado al ‘Scratch’. Conversamos de Héctor Chumpitaz y la vez que lo marcó en México 70, se acordó del ‘Nene’ Cubillas a quien una vez dijo que sería su sucesor. También tuvimos minutos para hablar de su gran amigo Ramón Mifflin. Para suerte mía, en ese momento paseaba por el hall don Jorge ‘Chupo’ Arriola a quien le pedí de favor que me tomara una foto junto al ‘Rey’. Esa era la prueba para mi ‘viejo’, para mis jefes y para mis nietos.

Ese día conocí a Pelé. Al humano, humilde, sencillo, que no se hizo el desentendido y que a pesar de que era muy de noche, se dio tiempo para atender a un periodista sin importar de qué nacionalidad era. Ese ‘Día del Padre’ miré y toqué al ‘Rey’ y lo abracé cuando nos despedimos. Hoy le mando un abrazo al cielo y siempre recordaré al más grande del fútbol.

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