Esta historia empezó en un barrio de esos donde la salsa y la pelea de guapos es cosa de todos los días. Paolo de la Haza, jugador de Sport Boys, nació en la cuadra 10 del jirón Loreto, en el Callao, pero su fútbol lo llevó por el mundo.
Te podría decir que al lado de la medalla por conseguir ese título internacional, ubico la de salvar el descenso con la rosada.
Gracias a Dios siempre jugué en equipos que peleaban arriba.
Porque podía bajar a Segunda y un club tan grande no debía sufrir ese dolor.
El país donde más frío sentí.
Estuve dos años y en invierno la temperatura bajaba hasta los -20 grados.
Allí conocí el Muro de los Lamentos, también fui al lugar donde el apóstol Pedro negó a Jesús.
Claro, mi hija nació allí. Costaba visitar todos esos lugares, pero después mi esposa, con el GPS, llevaba sola a todos los que nos visitaban.
Me defendía con el inglés, que algo sé.
No, porque allí son más nacionalistas y solo se expresan en su lengua.
Fue muy difícil, pero le tuve que ir con fuerza, ‘meterle’.
Se paró, se acomodó el uniforme y siguió como si nada.
Iba con todo. Los grandes jugadores son así: no se quejan, pero también te la dejan.
Primero, no creo en eso de ‘dime con quién andas y te diré quién eres’.
Porque he tenido amigos muy bravos, pero siempre supe que deseaba ser futbolista profesional.
Al contrario, me cuidaban porque jugaba al fútbol.
La cuadra 8 de Loreto, donde Miguel, altamente recomendable.
‘Cafú’ Salazar, aunque en el mismo nivel ubico a Guillermo Guizasola, otro extraordinario narrador.
No se cobra, pero se goza, ja, ja, ja.
Como me recomendaron los jugadores antiguos, salí con mi mamita a comer algo rico en la calle.
Soy el único que sale de casa, cuando hace falta algo.
Creo que el equipo ha demostrado que podemos aspirar a estar peleando arriba.
A ustedes y pedirle a la gente que nos cuidemos todos.b
‘A tévez le metía con todo, pero seguía como si nada’
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