Cuando ‘Lolo’ Fernández pasaba los 60 años ya era ‘el ídolo’, ‘el gran cañonero’. Era la década de los 70 y ya había colgado los chimpunes. No existían los celulares para grabarlo o tomarse una selfie como ahora, pero muchos iban al entrenamiento de Universitario de Deportes para verlo y escucharlo hablar. Tenía su público cautivo que hacía una rueda a su alrededor para oírlo con atención.
Las charlas de don Teodoro no eran de fútbol, anécdotas con sus rivales o secretos de sus goles. ‘Lolo’ era un gran contador de chistes. Padres que llegaban a recoger a sus hijos que estaban en las infantiles de la ‘U’, niños y todo aquel que se encontraba allí disfrutaba de otra cualidad y podían quedarse horas riendo a su lado.
- “Todos iban al quiosco que estaba dentro del estadio de Universitario, en esa época en Breña, a comprar pan con jamonada y su Inca Kola en botellita de vidrio. Mientras comían, esperaban que ‘Lolo’ contara chistes. Yo lo escuché y era mejor que ‘Melcochita’ y el ‘Chato’ Barraza”.
Don ‘Lucho’ García, el popular ‘50 kilos de arroz,50 kilos de azúcar’ conoció al ‘Cañonero’ en persona, lo entrevistó en una ocasión en su casa de Lince y disfrutó de sus ocurrencias. Él me cuenta que a pesar de que se mostraba serio ante la prensa, era una persona muy divertida hasta con los más pequeños.
- “Aunque no lo creas, tenía una chispa única. Cuando estaba en confianza era un palomilla. ‘Lolo’ no era de dar entrevistas, en ese tiempo yo trabajaba en Radiomar y después de tanto insistir, me aceptó. Su esposa lo cuidaba mucho, en todo aspecto. Cuando ‘Lolo’ abría su corazón, era la persona más noble”, añade don ‘Luchito’ García, que fue co-conductor de ‘Trampolín a la fama’, con Augusto Ferrando, y actualmente tiene su programa ‘Líderes y exitosos’ en Viva TV.
Hace un tiempo, Patricia, la sobrina nieta de Teodoro Fernández, también reconoció que ‘Lolo’ era uno en la cancha y otro en el hogar.
- “Mucha gente no creía que fuera nuestro tío e incluso ahora hay quienes no nos creen. Su casa quedaba a la espalda del colegio Maryknoll (hoy Santa Rosa de Lima) y mi hermana menor, Lili, que estaba en ese entonces en primaria, llevaba a sus amigos para que comprobaran que realmente era su familiar. Todos se quedaban escuchando sus chistes”.
La potencia de su pierna deslumbraba en el verde. En el vestuario ‘Lolo’ se transformaba. Raúl Dreyfus, exarquero de Universitario que jugó cuatro años al lado del ‘Cañonero’, gozó de sus ocurrencias desde que el ‘Cañonero’ era futbolista.
- “Era muy serio, pero dentro del camarín hacía bromas, le gustaba contar sus chistes, que eran su fuerte. Era ameno, simpático y con muchas historias. Otra virtud que tenía es que a los muchachos que jugaban con él los aconsejaba. Luego, enseñaba los secretos de la pelota a los niños”.
La miel en sus labios contrastaba con la pólvora en sus pies. Si a unos los ‘mataba de risa’ con sus chistes, a Prisco Alcalde, defensa del Sport Boys, casi lo mata con un fuerte remate. En 1941, ‘Lolo’ cobró un tiro libre que impactó en la cabeza del jugador y lo soñó. Seis meses después, volvieron a enfrentarse y al disputar un balón, un cabezazo de don Teodoro dejó nuevamente inconsciente al rosado. Parecía que se la hubiese tenido jurada. Pero todo fue mera casualidad.
El ‘gran cañonero’, el ‘papá Lolo’, el máximo ídolo de Universitario, un referente del fútbol peruano. Don Teodoro Fernández, como cualquier humano, tenías sus facetas ocultas, como ser periodista de su propio semanario deportivo que se llamó ‘Lolo’, o que usó la histórica redecilla en la cabeza para rendir homenaje a su madre o que había una clave secreta para timbrar su teléfono de casa y así pudiera contestarte, pero esas ya son otras historias por contar.
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