El hombre que no canta el himno. El pecho frío. El que no suda la camiseta. El criticado en las buenas y malas. Él era el único que podía abrir la lata. Lionel Messi apareció cuando Argentina más lo necesitaba para darle vida en el Mundial de Qatar 2022 ante un México que hizo lo que tenía a su alcance, pero sucumbió con dos genialidades.
UN REMATE COMO EN WEMBLEY
Messi trajo a su memoria el golazo que marcó en la final de Wembley al Manchester United por la Champions en 2011. Lo repitió en un momento complicadísimo. Saco un potente remate desde 21 metros para vencer a ‘Memo’ Ochoa. Sus ojos llorosos demuestran que es humano, más allá de su ‘chapa’ de extraterrestre. Porque en él recaen las críticas. Si Argentina gana, el equipo funcionó. Si Argentina pierde, Messi nunca apareció. Pero ayer, volvió a ser ‘D10s’.
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Fue un duelo durísimo, los argentinos parecían tener las piernas de un equipo que sale de pretemporada por la presión y el estrés después de la derrota con Arabia. Cargaban una mochila con una roca adentro. En una maraña de piernas, Argentina fue salvada por dos individualidades. Cuando el juego colectivo se desesperaba, se dibujaron dos pinturitas. Una con izquierda, otra con derecha. El primero lo hizo un crack, el otro uno que aparece y apunta a serlo.
El peor México en los mundiales de los últimos 20 años, le hizo pelea por más de 60 minutos. ‘Tata’ Martino prefirió dejar en el banco al volante Edson Álvarez, que destaca en Ajax y se preocupó en no perder. Cuando tuvo el marcador abajo, optó por Raúl Jiménez, que sale de una lesión, en lugar de un ‘9′ como Rogelio Funes Mori. ‘Chicharito’ Hernández desconvocado por indisciplina y Carlos Vela le tiró la toalla al entrenador y prefirió no ser llamado. Salvo el ‘Chucky’ Lozano, ‘Memo’ Ochoa y Héctor Herrera, el ‘Chapulín Colorado’ en las tribunas era de los más conocidos en México.
ARGENTINA CORRIGIÓ SOBRE LA MARCHA
El técnico Lionel Scaloni también se equivocó en la alineación, muy tirado atrás. Un equipo que se confundió por momentos con la ansiedad y desesperación por llegar al gol. Ángel Di María y el ‘Toro’ Lautaro bajos en su nivel. Sin embargo, el DT corrigió errores, acertó en la lectura táctica. Nicolás Otamendi fue un guerrero, un soldado de Las Malvinas que subió al mediocampo a empujar a sus compañeros y se batió en defensa para mantener el marcador. Rodrigo de Paul sigue con la cabeza en su novia, la cantante Tini, a quien le da ‘likes’ por la madrugada de Qatar. Con ese panorama, Messi pudo derrumbar la muralla azteca que puso 5 hombres al fondo y una segunda línea de 4 cuando defendía.
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El ingreso de Enzo Fernández y Julián Álvarez dio otro aire. Enzo cree que es bueno y lo plasma en el campo. Es como un productor de películas, tiene la mente de Ricardo Darín. Como dijo Juan Pablo Varski: “Enzo entró y dijo: aquí se juega como yo quiero”. Argentina era más. Fue más. Pero un equipo que busca el título terminó mirando el reloj. Aún con el 2-0. La muestra es que Scaloni fue quién puso cinco defensas para conservar los tres puntos.
A Argentina le queda otra final. Más cardíaca que con México. No puede estar pensando en otros resultados ganar. Debe ganar sí o sí para avanzar directo a octavos. Y meter un par de goles para no chocar con Francia. Polonia, con 4 puntos, saldrá a mantener el empate que le da la clasificación. Se le viene otro muro por derrumbar. Más duro que el mexicano. Messi y compañía ya pasaron ‘la frontera hacia los Estados Unidos’, ahora deberá ir a la guerra para cruzar los límites polacos.
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