POR: Miguel Alegre y José ‘Huachano’ Lara
El inconfundible ‘African look’ fue un logo que identificó los mejores años de la selección peruana. Un sello de identidad de los años 70 y 80 que llegó a la ‘blanquirroja’. Era clásico ver a José Velásquez, con su abundante cabellera, ser un todoterreno recuperando balones, dando pases, haciendo goles y pechando a contrincantes. Lo llamaban ‘El Patrón’ e intimidaba a los rivales con su sola presencia. Hoy, con 65 años y sin cabello, sigue metiendo miedo. Y es que cuando habla lo hace sin ‘pelos en la lengua’.
Usted participó en los Mundiales Argentina 78 y España 82...
Es un orgullo. Yo nací para el fútbol, vivo por él y voy a morir trabajando en él. Díganme un jugador en el planeta que no quiera ir a un Mundial. No hay.
Hace pocos meses causó conmoción en Argentina por sus declaraciones sobre el Mundial 78 y el tristemente recordado 6-0.
Y me reafirmo. No hablo por gusto. Seis jugadores nos reunimos para decirle al técnico Marcos Calderón que no atajara Ramón Quiroga y aceptó. Al día siguiente, lo primero que hace, es ponerlo. ¿Qué puedes pensar? ¿Se vendió o no?
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¿Qué otras cosas extrañas sucedieron?
Toda la vida era titular y jugaba los 90 minutos. En ese partido, el entrenador me saca comenzando el segundo tiempo cuando perdíamos 2-0. Entra (Raúl) Gorriti y llegan los demás goles.
¿Está absolutamente convencido?
Es una realidad que los dirigentes se vendieron y muchos han investigado, hay hasta libros escritos. Que no tenga pruebas, no quiere decir que no haya pasado. Y seis jugadores también se vendieron. Solo puedo nombrar a cuatro, porque hay otros dos que son famosos y les puedo dañar sus carreras.
¿Quiénes son esos cuatro?
Rodulfo Manzo, Raúl Gorriti, Juan José Muñante y Ramón Quiroga. ¿Por qué queríamos que no tapara...? Era argentino y lo iban a abordar, amenazar y queríamos protegerlo de alguna manera. No nos hicieron caso.
¿Cómo era su relación con Marcos Calderón?
Siempre tuve problemas con él. Una vez le menté la madre cuando estábamos en Alianza, porque en la cancha solo me gritaba a mí. No me convocó en un principio para Argentina 78, los dirigentes nos reunieron para hacer las paces y me llamó obligado.
¿Qué hizo cuando lo sustituyó ante Argentina?
También lo insulté. ‘¿Por qué chu... me saca?’, le dije. Me respondió porque tenía tarjeta amarilla. ¿A quién le importaba eso si era el último partido y estábamos perdiendo?
¿Es verdad que el general Jorge Videla, entonces presidente argentino, ingresó al vestuario peruano antes de enfrentar a los albicelestes?
Sí. Entró con el secretario general de Estados Unidos, Henry Kissinger, supuestamente a desearnos suerte. ¿Qué tenían que hacer ahí? Fue como una manera de presionarnos, para ver a los que se habían vendido. La corrupción siempre ha existido.
De los dos Mundiales que jugó, ¿con qué equipo se queda?
Con el de las Eliminatorias del 81. Después del partido con Francia (previo a España 82), se nos acercaron como 20 periodistas de ese país a decirnos que nos daban como favoritos para el Mundial.
¿Y por qué fracasamos?
Los sudamericanos no estábamos acostumbrados a jugar cada tres días y en la primera ronda ya estábamos quemados. Habíamos jugado 19 partidos en 40 días, a menos de dos semanas del Mundial. Ahí estaba de por medio el canal que tenía los derechos de televisión, que hizo los contratos para aquella gira.
Llegaron fundidos...
Totalmente. Los que estábamos más o menos bien físicamente dimos hasta el partido con Italia, que empatamos. Al final terminamos goleados como en el 78.
Hoy en día, ¿hay un Velásquez en la selección?
Me quieren comparar con Ascues, con Tapia, pero él nunca llega al área, no hace goles. Yo recuperaba, acompañaba, hacía goles. No va a salir otro como yo.
¿Fue un adelantado a su época?
Todos lo éramos, porque los entrenadores no sabían ni michi. Hacíamos cosas por intuición propia. Yo, por ejemplo, corría en rombo, a mí nadie me dijo cómo hacerlo. Lo hacía como Busquets en Barcelona, que hace simple su juego, siempre está conectado con el balón, recupera, pasa, se desmarca.
¿Desde cuándo comenzó a llevar el ‘African look’ que lo identificó?
En esa época estaban de moda los ‘Jackson 5’ y ellos se peinaban así. Después, hasta los trinchudos se ondulaban el pelo para hacerse su ‘afro’.
También usaba arete...
Cuando fui a jugar a Canadá, en 1980, me bautizaron y me lo pusieron. Quién me iba a gritar maricón, si entraba a la cancha con cara de demonio.
¿Sus compañeros no lo vacilaban?
Nadie. Todos me tenían miedo. Una vez en Alemania, concentrados antes del Mundial de España, estábamos corriendo y de pronto sale un perro a ladrarme y me caigo. Volteo y todo el mundo estaba tapándose la boca para no reírse, mirando al suelo.
¿Le tenían respeto?
Cuando salíamos del túnel a los partidos iba adelante y me transformaba. ‘El que arruga se las ve conmigo’, les gritaba. Así los arengaba.
¿Alguno le contestó?
Una vez el ‘Chevo’ Acasuzo trató de decirme algo. Los chilenos le habían hecho dos goles desde 40 metros en el primer tiempo, en las Eliminatorias del 85, y en el entretiempo le menté la madre. Le dije de todo y lo dejé asustado. Después le pedí disculpas por mi reacción.
Ni los árbitros se salvaron. Una vez atropelló a uno...
Fue en España 82 contra Italia. ‘Panadero’ Díaz me da un pase y la pelota queda detrás del árbitro, voy y lo choco de frente. Se dio una voltereta y cuando se para, tenía sangre en la cara. Pensé que me iba a expulsar, pero se dio cuenta que fue casual.
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