El corazón no puede latir al ritmo del sonido de las monedas. La alegría está lejos de tener el color de los billetes y la tranquilidad no viene impresa en la tarjeta de crédito. El dinero no compra la felicidad, simplemente la alquila y te obliga luego a mudarte. Jefferson Farfán es el personaje de la historia de aquella película que cuenta cómo un chico pobre se volvió rico. Sin embargo, no es completamente feliz.
Amores tormentosos, hijos que pagan las consecuencias, reclamos en tribunales y eternos conflictos para un hombre de 35 años que llegó a ganar 13 millones de dólares anuales en el Al-Jazira, que se pasea en yates, colecciona autos y relojes de miles de euros, pero que hoy seguramente no vive en paz. Atraviesa un duro camino donde los fallidos pasos que dio le pasan factura.
AMORES QUE MATAN
Como todo muchacho inmaduro, que empieza a tener fama alrededor, no tuvo el control emocional ni los frenos y antes de los 20 años ya tuvo su primera hija con Mercedes Carrasco. Al parecer, la paternidad lo puso nervioso, porque el tema se trasladó hasta reclamos judiciales. En 2004 ya salía con Melissa Klug, una mujer a la que poco le importó estar casada con Abel Lobatón y se lucía sin problema con el jugador de Alianza Lima en su costosa camioneta. Mientras, el ‘Murciélago’ jugaba en el Vallejo de Trujillo. ‘Jeffry’ y la ‘Blanca de Chucuito’ oficializaron su romance en 2005, Él la llevó a Europa, le dio la mejor vida y concibieron dos niños.
Tras once años y la ‘vida de solteros’ de ambos, la relación terminó en 2015. Pero como no podía estar solo, acabó seducido por una integrante de una orquesta de salsa a quien ‘oficializó’ en setiembre de ese año con un mensaje en Instagram que decía: “empiezo una etapa en mi vida con la señorita Yahaira Plasencia. Me encuentro feliz y tranquilo”. No fue verdad.
Porque en 2016, por un fajo de verdes, un desconocido llamado Jerson Reyes se sentó en un sillón rojo y declaró haber sido amante de la artista. El atacante fue el hazmerreír, concluyó el noviazgo, pero en 2018 otra vez su plata fue el medio de conquista y la chica ‘reality’ Ivana Yturbe dejó a Mario Irivarren para darle el alcance en Dubái y pasar el año nuevo juntos. ¿Ahora sí la mujer ideal? No, la jovencita fue ampayada con su expareja y volvió a quedar mal. El problema es que la ‘Foquita’ no aprendió y hace unos meses se reconcilió con Yahaira, aunque no la oficializa como la primera vez. Su futuro amoroso sigue siendo una incógnita.
LA BATALLA DE LOS JUZGADOS
Los últimos meses han sido una versión del clásico ‘La guerra de los Roses’, pero no eran Michael Douglas y Kathleen Turner, sino Jefferson Farfán y la madre de sus dos hijos, Melissa Klug. En 2016, ella lo acusó de organizar fiestas en la casa donde antes vivían, de no ver a sus hijos y empezaron las exigencias por la bendita pensión.
El delantero, ya en el Lokomotiv de Moscú, debió llegar a un acuerdo de confidencialidad y trascendió que la chalaca habría recibido una fuerte suma de dólares y una casa. Por un corto tiempo nadie se quejó, pero las cosas volvieron a explotar y se terminaron haciendo públicas situaciones que debían permanecer entre los dos.
El lado del ‘10 de la calle’ reveló que depositaba 43 mil soles mensuales. La Klug reclamó que le quieren bajar la pensión y exigió 200 mil dólares por romper el acuerdo de confidencialidad. El seleccionado contraatacó pidiendo 860 mil por haber usado su nombre. En medio de todo esto, doña Charo, madre del futbolista, quien nunca estuvo de acuerdo con la unión, habría contratado detectives para probar la disipada vida de la expareja de su hijo y con ello solicitar la tenencia de sus dos nietos, a quienes pide ver más seguido.
LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS
Los pequeños miran todo desde la ventana. Están envueltos sin querer en un conflicto que no entienden. Aparecen en programas de televisión sin que lo deseen, son mencionados y señalados como razones y pretextos cuando solo debieran pensar en estudiar. Se supo que el mayor es uno de los que más habría sentido la pelea pública. Ninguno asistió a la premiere de la película de su padre porque “no tenían un terno”, según la madre. Un pretexto hasta cruel. Si no tenían un traje ¿acaso no se les pudo comprar si se conocía con antelación la fecha del estreno? La venganza tiene armas increíbles.
Mientras tanto, a Jefferson debieran aconsejarle que se busque una cita con la felicidad. Pero con la verdadera, la ‘firme’, la legítima. La que no se alquila, la que llega gratis. La que nace del corazón.