Por Miguel Alegre y José ‘Huachano’ Lara
Se dice que en el Perú todos tenemos de inga y de mandinga, pero ‘Cholo’ solo hay uno. El gran Hugo Alejandro Sotil Yerén, para muchos, el mejor delantero de la historia del fútbol peruano, llegó al afamado FC Barcelona en la época en la que solo dos extranjeros podían jugar. Y él lo hizo nada menos que al lado del holandés Johan Cruyff, su compadre. A los 21 años jugó su primera Copa del Mundo en México 1970 y luego, más experimentado, disputó la de Argentina 1978, aunque ya mermado físicamente. Repasemos un poco de la extraordinaria vida de película del ‘Cholo’ y sus recuerdos mundialistas.
Maestro, volvemos a un Mundial después de 36 años. ¿Qué recuerdos le trae este acontecimiento?
Los mejores. Yo empecé a jugar en el 68, en Segunda División, luego estuve un año en Primera y en 1970 ya estaba jugando un Mundial.
Acababa de debutar…
No había jugado ninguna Eliminatoria, solo algunos partidos amistosos antes de la Copa, en los que demostré buen nivel y por eso me llevaron.
¿La gente lo conocía?
Cuando yo jugaba en Segunda ya habían visto mis cualidades con el balón y el periodismo me pedía para la selección. El estadio ‘San Martín’, donde jugaba Municipal, se llenaba y al Nacional solo iban 8 mil personas. Pero no era solo por mí, ‘Muni’ siempre jugaba buen fútbol, por eso le llamaban la ‘Academia’. A mí me decían ‘Maestrito’.
¿Y quién le puso el apelativo ‘Cholo’?
Así me decían desde que nací, ni que fuera gringo. En el barrio ya me llamaban así, pero yo más lo empecé a escuchar cuando llegué al Barcelona. Ahí escuchaba a las tribunas gritándome: ‘Cholo’, ‘Cholo’. Era muy emotivo. Cuando uno está lejos de casa, se aprecian más las cosas.
TERREMOTO
Ustedes estaban en México, a muchos kilómetros de distancia, cuando ocurrió el terremoto de 1970…
En un principio no lo sabíamos. Eso nos comentaron unas horas antes del partido con Bulgaria. Se filtró por un periodista brasileño que lo comentó y nos enteramos.
¿Eso los afectó mucho?
Lo peor de todo era que no podíamos ni hablar con nuestras familias, porque los dirigentes habían prohibido toda comunicación.
Y aún así lograron un triunfo histórico…
Eso fue inolvidable. Después de una tragedia haber podido darle al Perú un triunfo tan bonito contra Bulgaria, después de ir perdiendo 2-0. Las vidas no se iban a recuperar, pero en algo pudimos calmar esa tragedia.
Usted ingresó en el peor momento…
El primer tiempo acabó 1-0 y en el entretiempo me dicen que vaya calentando. Yo ya estaba más caliente que pollo a la brasa y en eso nos hacen el 2-0. Yo ya quería entrar. Apenas ingresé, tres gringos me seguían, porque yo les había hecho 3 goles en un amistoso previo. Ahí se olvidan de Gallardo, que estaba por el otro lado y les hace el 2-1.
¿Luego qué pasó?
Me hacen un foul que era penal, pero el árbitro cobra tiro libre y el ‘capi’ Chumpitaz hace el 2-2. Después mi compadre Cubillas hace una pared con Mifflin y mete el 3-2.
Usted era un jovencito, ¿quiénes eran los que mandaban en el vestuario?
Chumpitaz, La Torre, Chale, Teófilo, eran los que tenían un poco más de experiencia, pero ahí todos eran líderes.
¿Y qué recuerda de aquel legendario Perú-Brasil del ’70?
Que la pelota nunca salía del campo. Es que todos la conocíamos. Ellos también tenían un equipazo, Rivelino, Tostao, Pelé, Gerson, Jairzinho. Puro talento.
¿Pero nosotros también los tuvimos ahí?
Claro, ellos estaban asustados. Ya cuando hicieron el cuarto gol se tranquilizaron un poco, pero ya estábamos cerca del empate. Pero ellos eran unos genios y al final nos ganaron 4-2.
ARGENTINA 78
Y después ya no volvería a un Mundial hasta 1978…
Sí, pero tuve una lesión y no llegué al 100%. Había una buena selección, con más experiencia, pero nos tocó nuevamente Brasil y luego Argentina cuando ya estábamos eliminados. Siempre nos toca con el campeón.
¿Y usted concuerda con algunos compañeros suyos en que hubo ‘echada’?
No, no hubo ningún arreglo ni nada. Te lo aseguro porque yo estuve ahí. En ningún momento hubo presiones de fuera. Las cosas fueron transparentes. ¿Qué hubiera pasado si las pelotas que mandamos a los postes entraban?
¿Pero sí es verdad que el presidente de Argentina, Jorge Videla, ingresó al vestuario peruano?
Sí, entró con Henry Kissinger, que era secretario de Estado de Estados Unidos, pero no hablaron nada con nosotros. Si yo con las justas hablo castellano.
¿Fue solo una visita protocolar?
Seguramente, no sé. Saludaron y de ahí se fueron. No hubo ofrecimientos ni nada.
Y en ese Mundial jugamos con Holanda, pero no pudo encontrarse con su amigo Johan Cruyff…
No, porque mi compadre tenía miedo que lo secuestren. El único que fue es Johan Neeskens. Con él me encontré y me contó eso. Lo que pasa es que en ese tiempo había muchos problemas en Argentina con la dictadura.
Hay una famosa foto de usted y Cruyff paseando en una moto…
Eso fue en Holanda. Habíamos ido con el Barcelona a hacer la pretemporada a Ámsterdam y él se fue a la casa que tenía ahí y trajo una moto. Me dijo: ‘Cholo, súbete para dar una vuelta’. Iba como a 180 y yo le metía puñetes para que pare. ‘Cholo maricón’, me dice, ‘como las patadas si las aguantas’.
¿Y es verdad que usted manejaba un Ferrari amarillo en Barcelona?
Sí, pero nunca tuve problemas. Se creó toda una leyenda.
Dicen que lo veían siempre de noche...
Lo que pasa es que había un hincha que se compró un Ferrari del año del mismo color que el mío. Y todo el mundo pensaba que era mi carro. Un día me llamó el entrenador, Rinus Michels, y me dijo: ‘Señor Sotil, usted no está llevando la vida adecuada’. Yo le digo: ‘Profesor, ¿cómo se le ocurre que voy a estar todos los días en una discoteca? Síganlo a ese señor’. Lo buscaron, le tomaron foto a la placa y se dieron cuenta que no era el mío. Ya después el entrenador me pidió disculpas. El tipo era un playboy, le gustaba la buena vida.
¿Y lo conoció?
No, pero cada vez que iba a esa discoteca me dejaba un champán. Ahí es cuando me pusieron ‘Loco Champán’. Era suavecito, espumante, heladito. Después de los partidos era riquísimo.
¿Y cuánto valía?
No sé, pero era carísimo. Como 5 mil pesetas de esa época. Y, además, podía pedir todo lo que quisiera. Por eso iba siempre a ese lugar, ni que fuera loco.
Y me imagino que no pagaba en los restaurantes...
Tampoco, después de que le ganamos al Real Madrid en su cancha fue una locura. Ese año celebraron dos veces el campeonato, el 0-5 en el ‘Bernabéu’ y luego cuando salimos campeones.
¿Usted por quién del Barcelona actual jugaría?
Más bien habría que preguntar si ellos hubiesen podido jugar en mi época. Era difícil, pero el que es bueno juega con cualquiera. Yo admiro mucho a Messi, a Iniesta. Verlos jugar me emociona mucho.
¿Le trae recuerdos?
Claro, porque juegan bien y porque me imagino cómo hubiera llenado mi billetera. Eran otros tiempos, en esa época solo había pesetas. Pero no me quejo, el cariño de la gente lo tengo siempre. Cada cierto tiempo me invitan a pasar 20 días por allá y tengo que esconderme.
Muchos de los directivos actuales eran hinchas de usted cuando eran niños…
Claro, en mis tiempos había un Rosell, que era dirigente mío y tenía un hijo de 8 años, que luego fue presidente y hasta ahora se acuerda de que le regalé una camiseta.
Profesor, ¿y en la selección se escapaba de las concentraciones?
Nada, si nosotros estábamos siempre encerrados. En esa época la dictadura militar nos puso como 50 ‘rayas’ para cuidarnos. Además, en México estuvimos concentrados en un convento. Solo poco antes del Mundial nos dieron una semana libre en Estados Unidos.
¿Y quiénes ponían la chispa en el grupo?
Ramón Mifflin era uno. Ese te decía una buena y 80 mentiras. Algunas sí eran verdad, como que era amigo de Henry Kissinger.
¿Y no le creían?
No, un día, en el Mundial de Argentina, me dijo: ‘Te apuesto que me va a saludar’, y justo pasa y le dice: ‘Hola, Ramón’. Yo ni sé qué hacía él ahí con nosotros si en el 78 ya no estaba en la selección.
¿Y cómo ve a Perú para Rusia 2018?
No la tenemos fácil, pero siempre hemos empezado ganando y tiene que ser igual. Yo espero que superen a las selecciones del ‘70, del ‘78 y del ‘82 y puedan llegar a cuartos de final, una semifinal y por qué no a la final. Les deseo toda la suerte del mundo.
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