“Faltan cinco pa’ las doce, el año va a terminar...”. La salsa clásica del panameño Gabino Pampini siempre suena en esta época. En este año aposté mis fichas en el Mundial Qatar 2022 y nada. Jugué La Tinka y cero balas. Un raspa y gana y tampoco. Ando más salao que ya no creo en cábalas que se acostumbran a la medianoche del 31 de diciembre.He probado uvitas a las 12 en puntito. También llené de lentejitas mis cuatro bolsillos. Me cansé de dar vueltas a las manzanas con mis maletas a la hora que suena la sirena. Me he puesto trusas amarillas y hasta me ha dado terciana de tantos baños de florecimiento. Y nada. Sigo tan misio como siempre y mi viaje más largo, en los últimos años, ha sido a Chincha.
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El Año nuevo se recibe con buenas vibras
Ya no creo en todo eso. Lo único que me hace es gastar plata y quedar como un bobo, como dijo Messi. “Anda pa allá bobo, anda pa allá”. Yo ni yendo a ningún lado. No quemo muñecos el 31 de diciembre, yo lo hago ‘feliz’ en la madrugada del 1 de enero. El Año Viejo es historia y agradezco a Dios por tenerme aún en la tierra, sobretodo después de esta maldita pandemia. El Año Nuevo hay que recibirlo con buenas vibras y energías. Es el único día del calendario en que me olvido de los problemas, de las deudas, de las tarjetas de crédito, de los sermones de mi mujer, de las trampas fuleras y de los enemigos. O salgo a divertirme a la calle o armo la rumba en mi dulce hogar.
Después del chanchito, panetón y champán, bienvenido el vacilón. No necesito ir a la Costa Verde, Regatas, Terrazas, Los Delfines, donde la entrada cuesta 150 o 200 dólares por persona . No me sentiría cómodo en esas fiestas donde hay ternos de marca, las mejores orquestas y artistas del país o extranjero. Champán francés, comida internacional y las mesas llenas de whisky etiqueta azul. Yo vivo mi realidad. Yo soy de salsa cubana y ‘dura’, de hacer trencitos, alzar los brazos, gritar hurras, sacar los pasitos prohibidos y cerrar la cuadra. Soy escandaloso, alegre y a quién le importa. La formalidad no va conmigo. Y a todos esos desanimados, para divertirse no es requisito una billetera gorda.
El alma de la fiesta
La buena actitud es más que suficiente para ‘ganar’ y llevar algo pa’ casa. Por eso les voy a contar mis historias que pasé en Año Nuevo.En 1998, estaban de moda las canciones de Rossy War y ‘Tu amor fue una mentira’ de Agua Marina rayaba en las radios. Las chicas del IPP (Instituto Peruano de Publicidad) organizaron un tono de disfraces. Y como estaba sin un ‘mango’ en el bolsillo, me presté de la mamá de la anfitriona un faldón, me puse dos pelotas en el trasero, me maquillé con sombras y colorete y fui la ‘Tía tamalera’.
Fui el alma de la reunión, el showman. En el tono habían trajes de princesas, Gatúbelas, mujeres policías, enfermeras, ‘Zorros’, Batman y Robin, entre otros, y dieron colorido a la juerga. Yo sin mucho gastar me robé la fiesta y las miradas. Todo con mi chispa y poca vergüenza. Y como por mi sangre corre carisma, se me pegó la hija de un coronel de la FAP. La blanca no tenía ritmo, pero me ofrecí para ser su profesor. No salíamos de dos metros cuadrados, porque era muy desorejada. Todos bailaban la rica cumbia y salsa y nosotros parecíamos estar en balada y bachata. Sus amigas al vernos acaramelados la agarraron del brazo y se encerraron en el cuarto y la cuadraron: ‘Qué haces con ese pend..., tú has venido con nosotras y te vas con nosotras’.
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Gané, pero me metí en lío con mi flaca
Ella salió disparada. Dejó que el grupo de amigas siga hablando y no le importó nada. Me tomó de la mano y me dijo: ‘Sígueme’. Me subí a su Toyota y me contó lo que había pasado. La calmé y la invité a mi depa de Roca y Bologna, en Miraflores. Subimos al segundo piso y, cuando abro la puerta me puse blanco. Allí estaba sentadita mi novia. ‘¿Y esa p...?’, me increpó y me defendí: ‘Es mi amiga, no tiene dónde descansar y no va a pasar la noche en la calle’.
Mi flaca no me creyó y tiró la puerta. Se fue pensando que la iba a corretear. Hasta ahora me está esperando. Mi chatita, la que me prefirió a mí antes que a sus compañeras, se quedó y nos dimos un buen recibimiento de Año Nuevo. Cuando apareció el sol nos dimos la despedida, porque ambos sabíamos que solo había sido cosa de una locura.Tiempo después supe que se casó con uno de los acaudalados top ten del Perú. Él es millonario, pero yo tengo el consuelo de que soy rico... en la intimidad. Me quedé corto con mis historias, pero les tengo más. Nos vemos el próximo año...
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