Luis 'Cuto' Guadalupe te trae en Trome.pe sus mejores historias de futbolistas. Sus memorias van todos los lunes. Y los viernes, los estrenos de 'La fe de Cuto'.
Luis 'Cuto' Guadalupe te trae en Trome.pe sus mejores historias de futbolistas. Sus memorias van todos los lunes. Y los viernes, los estrenos de 'La fe de Cuto'.

¡Mi gente de ‘’! Aquí, su amigo Luis . Muchas gracias por seguirme en mi programa, se estrena todos los viernes, y por leer mis historias de todos los lunes en . ¿Cuál entrevista les ha gustado más?

Para todos hay: Marko Ciurlizza, , Andrés Mendoza, , ‘Puchungo’ Yáñez, el , Carlos Lobatón, Juan Jayo, y más, mucho más. Las encuentran en YouTube y Facebook de Trome.

Ahora bien, repasando mis memorias con, uno de los mejores amigos de la vida, me acordé de una anécdota muy seria. No me pongo en plan de víctima con este relato, al contrario, me gustaría que ayude a que se solucione esto que nos pudre en todos lados del país y que no nos deja ser unidos.

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Eran tiempos en que me iniciaba en la pelotita, chibolito, con ganas de comerme el mundo. Un ‘cutito’ que ya calzaba 48. Yo vengo de una familia donde las monedas no alcanzaban, ya lo saben, con las justas había para parar la olla y con lo que hubiese.

Estaba en las menores de y el técnico montenegrino me había llamado a la preselección Sub-20. Finalmente quedé entre los 23 convocados para el Sudamericano que se disputó en La Paz, Bolivia.

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A finales de 1994, los muchachos que fuimos llamados íbamos a entrenar al Club Revólver en el Rímac. Todos los días íbamos desde El Obelisco, en el Callao, y debíamos tomar dos carros para llegar al punto de entrenamiento.

Sí, claro, no voy a mentir. En más de una oportunidad no pagábamos pasajes, porque entre la criollada y la viveza, los chalacos no las ingeniamos para sacarle la vuelta y viajar gratis. Unos céntimos más significaba tener, por ejemplo, un desayuno con pan.

También es verdad que en esos tiempos parábamos ‘misión imposible’, las cosas como son. Esa larga ruta del Callao hasta el Rímac se hacía amena con la compañía de y Michael Ponce, los tres éramos chalacos y nos acompañábamos y defendíamos.

Un día, cuando bajamos de la combi, el cobrador nos gritó a todo pulmón desde su cómoda posición con el carro en avanzada: “¡Una jaula para esos gorilas!”. Lo gritó tan fuerte y de manera tan despectiva que marcó mi vida. Y no exagero con eso.

RACISMO, UNA HERIDA EN MI CORAZÓN

Nada pudimos hacer. La combi aceleró y desapareció entre el tráfico. La herida quedó en mi corazón, una vez más me atacaban por mi color de piel. Digo que una vez más porque siempre pasaba. Ya conté una, de cuando . Volvamos.

Los días pasaron. Los tres seguimos haciendo nuestra rutina diaria con los entrenamientos, el viaje Callao Rímac y demás. De pronto, un día, luego de bajar en la avenida Wilson con Uruguay, caminamos un par de cuadras hasta la Avenida Venezuela para agarrar nuestra combi que nos regrese al Callao. Ahí me percato de un detalle que fue la chispa para encender la bomba de la venganza.

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Es que me percato de que el cobrador racista estaba ahí, estaba esperando turno para que su carro salga en ruta. Faltaban un par de carros para ello. En ese momento, yo tenía el liderazgo entre los tres. Me percaté del tema y les dije que íbamos a esperar un rato para irnos en otro carro. Ellos insistieron en irnos ya, pero me puse firme. No se habían dado cuenta del detalle de ver a la persona que nos había gritado tamaña frase hiriente días atrás.

Efectivamente, esperamos los minutos necesarios y subimos al carro cuando le tocó su turno. Ya a bordo, fui marcando el momento oportuno para agarrar al muchacho que me había herido con sus palabras. Yo estaba furioso, pero maquinando cómo le iba a enseñar a que respete a todas las personas.

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No les había dicho nada a mis ‘causas’ para que no arruinen mi plan. Conociendo a ‘Vale Vale’ era mejor esperar el momento preciso. Ya muy cerca del Obelisco, el cobrador pasa pidiendo pasajes. En eso le dije: “¿Todavía me vas a cobrar?”. Pero al final le pagué.

A esa altura, en el carro quedaba un tío de mi zona, ranqueado, un peso pesado al que nadie tocaba. Era muy respetado en el barrio. Fue allí que recién le dije a ‘Vale Vale’: “Ese es el cobrador que el otro día nos insultó”. De inmediato él y Michael reaccionaron. Los tuve que detener: “Tranquilos, las cosas se harán como yo las quiero hacer”.

Al tío faite le dije que no se meta, era un tema entre el cobrador y nosotros, y se bajó del carro. Le dije al cobrador que bajara del carro, él no lo quería hacer, se hizo el que no entendía nada. Prácticamente lo obligamos a bajar.

LA PLATA, NO. QUEREMOS RESPETO

En eso veo que ‘Vale Vale’ se abalanza contra él para quitarle el canguro donde estaba toda la plata. “¿Qué haces?”, le dije, porque ya se prestaba a correr.

Lo jalé con una mano y le quité el canguro, con la otra mano tenía sujetado al cobrador. Mientras yo estaba herido por lo que me habían dicho, ‘Vale Vale’ estaba pensando en las monedas. Agarré el canguro y se lo entregué al chofer, demostrando que lo mío no era un tema de dinero, sino de respeto por el sur humano.

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Bueno, vuelvo, para no desviarme del tema. Al cobrador le dije: “¡No vuelvas a gritarnos de esa manera!”. Y lo agarré a patadas, como cuando despejaba un centro del rival, solo que una y otra vez.

Sé que no era lo mejor, pero, ¿qué le iba a decir? Si le decía que el racismo estaba mal y le hablaba ‘como gente’, se iba a reír en mi cara. Estábamos en esa selva llamada Callao. Yo estaba indignado y sentía el peso de todas las veces que, desde chiquito, me habían dicho ese tipo de insultos, a mí y a mis seres queridos.

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Le habré metido unas 10 patadas con mis zapatillitas talla 48. Sé que la violencia no es el camino, pero en ese momento sentí que fueron bien dadas. “¡Nunca vuelvas a insultar a otra persona por su color! ¡Respeta a los seres humanos! ¡Todos somos iguales!”, le recalcaba en cada golpe, mientras sentía que lo que hacía era una venganza histórica.

NO ME JUZGUEN, COMPRÉNDANME

Los años han pasado y considero que algo se ha avanzado para eliminar el racismo, la discriminación racial. Pero todavía falta mucho. Ojalá que eso haya servido de lección para esa persona.

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No es lo mejor hacer justicia con sus propias manos, lo sé. Pero entiendan a ese muchacho que era en ese entonces, el que sentía impotencia por todas las veces que la discriminación lo agarraba a golpes más fuertes que los que le di al cobrador de combi. ¿A dónde iba a ir o cómo podía hacer respetar mis derechos?

El es algo contra lo que que vengo luchando desde que tengo uso de razón. NUNCA es bueno, JAMÁS es positivo. Lee, conoce, pregunta, analiza y dile no al racismo. No soy de dejar lecciones o moralejas, pero ahora hago una excepción.

Mi gente, nos vemos el próximo lunes. No se olviden de los estrenos de los viernes en y de Trome. ¡Y compartant ‘La fe de Cuto’! Y lo más importante: no se olvides de que la fe, .

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